martes, 3 de julio de 2012

La entrega

Sólo a vos se te ocurre aceptar esto. Si, la plata, ya sé, pero de ahí a guardar esto en tu casa e imponerte el deber de llevarlo a la casa de no-se-quién, donde nos están esperando, corrijo, donde están esperando recibir este paquete, y tu peregrina idea de llevar el teleobjetivo y sacarle fotos a las estrellas.

¿Me querés explicar qué hacemos con una cabeza humana en la heladera?. Chorrea sangre, huele mal. Pensé que era otra cosa, y hubiera preferido seguir pensando que era otra cosa. ¿Para qué abriste esa caja?. ¿Por qué me lo contaste?. Sospecho que lo abriste antes de volver a no entregarlo, antes de organizar un nuevo sorteo, para ver a quien le toca en suerte, y sospecho, si, sospecho también, que hiciste trampa con los palitos para que me tocara el más corto.

Insisto, lo mejor que podemos hacer es irnos. Agradezco que me acompañes, no me gustaría no haber hablado con algún amigo un rato antes de morir. Sí, tengo miedo. ¡Sí, tengo miedo!. Por eso me quiero ir, lo antes posible, apenas dejar esto, irme a algún lugar donde nadie me conozca. Ningún familiar, ninguna casa anterior, me voy al interior, a General Pico, o Catamarca, o a Rio Tercero. Me voy a inventar una nueva vida, laburar en algún supermercado, lo que fuera. Pero no quedarme acá, si me quedo me van. ¿Realmente pensás que Dominguez se fue después de su entrega?. Capaz que si, capaz lo encuentro en algún pueblo, el mencionaba ciudades de Corrientes, dice que las guaraníes son mas dadas, pero no sé, ¿le habían pedido una más, no?, y él no quiso, no sé si te acordás. Esta le tocaba a él, y de pronto desapareció. 


No sé qué pensar, por eso no quiero pensar más. Cada idea que tengo, es peor que la anterior. Lo último que se me cruzó por la cabeza fue que este Dominguez está atrás de todo esto, haciéndonos la cama, esperándonos en ese campo, y que va a ser él mismo quien se cargue nuestros cadáveres. O el mío, si entro solo se va a cargar el mío y nada más. O ¡pará!. ¿No serán socios ustedes?. Esa idea también me cierra, el se esconde, vos me vendés, se reparten mi plata y dicen no saber nada de mí, salvo que me iba a ir al interior. 


A veces pienso, también, en toda la gente que fuimos dejando de ver. El Negro cayó con el camión con porro, y nunca entendí muy bien cómo fue que se suicidó en el penal, si lo iban a sacar libre por no se que sutileza legal. Y no fue el único caso raro. El Chori era el tipo más sano que conocí en la vida, no tomaba ni soda, explicame como fue que abrió la bolsa de merca y se puso a tomar hasta quedarse duro para siempre. Se muere mucha gente, y la que no se muere se evapora, y que querés que te diga, yo tengo mis dudas. 


¿Esta cabeza de quien será?. ¿Vos la viste?. Cuesta darse cuenta, pero es de una mina, una mujer joven, hasta te diría que bonita. Sí, bueno, bonita antes de lo que le pasó. La gente no mata porque si, salvo los locos, que salen a matar por deporte, o por fama, la gente mata por dos motivos: plata y celos. Y esta mina, no sé si era la amante infiel de algún capo, o se quiso ir de algún sauna y no supo hacerlo. Viste que ahí es un mundo aparte. Siempre la más nueva es la favorita del gerente, la que recibe a los tipos más limpios, o de mejor billete, hasta que deja de ser la favorita, cuando aparece alguna más nueva, para reemplazar a las que se "vuelven" a su pueblo de origen. ¡Mentira!. No vuelven a ningún lado, directo a los perros, y los huesos al rio. Andá a saber. Capaz que se enseñoreo con el capo -o la capa, por que no- y durante un tiempo vivió feliz el cuento de Cenicienta, hasta que le puso un cuerno mal puesto y así le fue, o el capo de los capos le pidió al capo una prueba de fidelidad -tu cabeza o la de ella-, o esta mina, ya señora de alguien, se le negó a quien no se le debía negar. 


¿Vale la pena?. ¿Vale la pena vivir así?. Corriendo, saltando, de susto en susto, sin saber a quien creerle y a quién no. Que te digo, yo ya estoy cansado, por eso me quiero abrir, empezar otra cosa, juntarme con alguna mujer, un poco más grande no importa, y casi mejor. No sueño con el amor, ya no, pero no dormir solo, que te cuiden un poco, te cocinen, te ceben mate. Una mina de vuelta, doblando el codo, sin mayores pretensiones, que precise algo de mí, que quiera un hombre en la casa. Nada más. Vos sos joven, tenés estudios. ¿Porque te metiste en esto?. Podías haber arrancado para otro lado, y es más, estás a tiempo de arrancar. ¿Juntaste plata, no?. Debes haber juntado, no te comprás ni los cigarrillos, compras las papas de a una, agua de la canilla. ¿Para que la juntás, un kiosco?. ¡Una calesita!. ¿En serio una calesita?. Miralo vos, al señor calesitero, saludando a los nenes, la sortija para los nenes, relojeando a las mamis, a ver las mamis sin sortija, ¿esas son candidatas, no?. ¿Les vas a contar de donde sacaste la plata?. No, claro que no, el señor es un señor, heredó de alguna tía, lo echaron de algún laburo y con la plata que les sacó -una mina de oro lo de los accidentes laborales- decidió poner lo suyo.


-.-


Lo siento pibe. No te veo futuro. El delito no es lo tuyo -ni de ningún flojo, los flojos siempre pierden- pero la calesita tampoco va a poder ser. No sé donde tenés la plata. Me gustaría saberlo, para ir directo ahí, y después dedicarme a revolver todo. Que parezca un homicidio en ocasión de robo; eso me dijo Dominguez. Cuando te encuentren van a pensar eso, después van a encontrar la cabeza -bien podrida espero-, algún arma con prontuario, y te aseguro que te van a hacer famoso, endosándote un par de hechos que no son tuyos, pero viste como es la cana, le gusta resolver casos de tanto en tanto, para justificar el sueldo del que no viven.

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