domingo, 15 de julio de 2012

Confusión

A veces creo ver claro, y a veces dudo de todo. Siento, en cualquiera de esos momentos, tanto la certeza absoluta sobre aquello en lo que creo como la certeza absoluta y completa de la duda, de lo pertinente que es la sensación de duda.

No existe el apocalipsis como fin. Cuando pensamos que el camino se termina, pensamos mal, porque no hay un final, no hay una meta, no hay un lugar donde las cosas finalicen. Siempre hay un resquicio, una puerta oculta en el fondo del callejón, tras la cual se abre un nuevo espacio. Así estoy hoy, a ciegas, a tientas, tratando de ver, de encontrar, de dar el paso que justifique y de sentido a todos los anteriores.

Decía un amigo, un conocido, algo así como "cuando tenemos un martillo, todos los problemas parecen clavos", lo que tiene su verdad, en cuanto nos apegamos a lo conocido para solucionar lo nuevo, lo que muchas veces es útil, muchas veces es correcto, pero esta es una conclusión, y no una hipótesis. Siempre vemos hacia atrás, a ver cual de las llaves que ya usamos alguna vez podrá ser la adecuada para la puerta de hoy; y entre tanto, la puerta esta ahí, y cuando se nos acaben las llaves probaremos con cualquier otra cosa.

Me siento muy vulnerable, hoy, a veces. Quiero encontrar casualidades. Quiero, ansío, me urge casi, encontrar un remanso. Entre todo lo que perdí, o lo que dejé, o lo que tuve y hoy no tengo, hay muchas cosas que añoro. Añoro la sensación de abandonarme, confiado. Añoro la sensación de saber que hay un ángel de la guarda para mí, hecho carne y presencia y alas. Sé que le importo a mucha gente, sé que hay mucha gente que me quiere y me aprecia, pero me cuesta, horrores me cuesta no ver en cada mano la caricia que preciso. Podría ponerme vulgar, podría hablar en un lenguaje que no es el mío, me resisto. Ando por ahí, sobreviviendo, y podría hacer mio ese verso urgente de Víctor Heredia, pero no es esa la urgencia que me atosiga, no es esa la necesidad que me mantiene frágil, y aun cuando plagie sus palabras, me sonarían mal.


Cuidado, cuidado conmigo Juan. El vacío me atormenta. No está lo que estaba, para bien o para mal, no está, y ese vacío es tuyo. Tenelo, aprendelo. No intentes negarlo, no intentes el muletto, no intentes el provisorio. Ni siquiera intentes la búsqueda.

1 comentario:

  1. A mí cuando se me pone el alma así lo que me atormenta es el recuerdo de la adolescencia: aquellas época libre, feliz, sin preocupaciones y con la "certeza" de que me iba a comer el mundo. Y ahora aquí :-(

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