lunes, 28 de noviembre de 2011

Futuro

Todos los vaticinios son tan ciertos como falsos,
vagas y maleables premoniciones sin dueño,
horóscopos dados en subasta al mejor precio.

Han muerto estériles los oráculos desiertos,
y los infinitos verbos conjugados en las profecías
son apuestas a seguro en la eternidad del tiempo.

Pero pese al incierto presagio de un fin de los finales,
jamás me oirás pronunciar la voz apocalipsis,
ni te diré la fecha de cada una de mis lápidas.

Memorias

Tengo a la vista los recuerdos de mañana,
como si viviera un deja vu traspapelado;
soy heredero de mi propio testamento,
una semblanza de porvenires ocurridos.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Hoy es hoy

A veces quisiera releer, de Borges, un cuento llamado "El otro", del que guardo una memoria difusa, desde el título que podría no ser este, hasta el desarrollo. Recuerdo que, sentado en un banco de plaza, Borges se encuentra con otra versión de sí mismo, con la que conversa sin notar hasta avanzada la charla quien es su interlocutor; solo retengo esa idea, quizás el temario de la conversación sea más interesante aun que lo que la amnesia perdonó, y más que quizás, probablemente, y no digo seguramente porque nunca estoy del todo seguro, y siempre o mejor dicho casi siempre evito afirmar los absolutos: siempre, nunca, todo, nada.

No conozco todo el mundo, ni siquiera mucho, pero lo que alcancé a ver me permite dar constancia, a partir de una extrapolación estadística, de que la gente que nos rodea tiene por lo menos dos caras, y de que esta dualidad es en realidad una torpe y absurda simplificación de lo múltiple y lo polifacético. El genial Discépolo la propuso como necesario resumen para la letra de un tango, en los conceptos biblia y calefón, donde cada uno de estos abarca un compendio, y entre ambos hemisferios, distintos, opuestos y complementarios, se forma la esfera, cuerpo geometrico de infinitas caras, y por infinitas, todas.

Vamos por ahí, cada uno de nosotros, con nuestro cambalache a cuestas. Debe haber un banquero español preocupado más por las personas que por sus euros, un cirujano plástico deseoso de poner un seno arriba y otro debajo del ombligo, algún cardenal que experimente la pobreza y algún militar que llore al ver el cadáver de un enemigo, e intuyo sus razones o les hago suyas las mías, como también las del astronauta italiano que mantiene un huerto pero no tiene ganas de ninguna otra cosa hasta que la estrella caiga al mar, señal sobre la que no se pusieron de acuerdo.

Tengo en estos días de convalecencia tiempo libre, y memorables encuentros conmigo mismo, en forma de charlas, monólogos, interrogatorios, reportajes y tormentas de ideas (no quería usar el anglicismo). No se trata de que yo no sepa lo que quiero o tenga dudas sobre lo que pienso; el que está escribiendo este párrafo acá y ahora si lo sabe, lo tiene clarísimo, es casi lo mismo que lo que quería el que escribió el resto de esta entrada, salvo algún pequeño matiz. Tengo claro también que si alargo esta disertación, corro el riesgo de que otro de mis inquilinos tome el teclado.

Ahora, si encuentran alguna contradicción entre lo de hoy y lo de ayer, entre esto y lo otro, ya saben a qué se debe, aunque para eso debería darse el caso de que la comparación sea posible, y sea el mismo ustedes el que compare, porque si no será un correveidile, donde uno de ustedes leyó a uno de mis yo, otro de sus ustedes leyó a otro de mis yo, sus ambos ustedes le fueron con el cuento deformado a un tercer ustedes sobre lo que dos yo míos sobre los que no respondo ni pongo las manos en el fuego pueden haber dicho.

¿Y mañana?. Será otro día.
No,
no quiero verte,
no quiero saber de ti,
no quiero abrazarte,
no te recuerdo,
no quiero cocinar para ti,
no quiero acariciarte,
no quiero verte dormir,
no te quiero,
no quiero probar tu boca,
no quiero saber tu carne,
no quiero humedecerte,
no te preciso,
no quiero encontrarte por ahi,
no quiero escuchar tu nombre,
no quiero recordar tus lugares,
no te extraño,
no imagino ningun futuro contigo,
no proyecto ninguna ilusion,
no me provoca nada tu idea,
no te amo,
no lo lamento,
no insistas,
no me creas.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Negacion

No,
no vi,
no vi noviembre,
tachado en el calendario,
con una cruz roja, como la sangre,
que moja las encías
de la fiera que conquista un territorio.

No,
tampoco vi,
que usaste tinta negra,
el color de la muerte,
para escribir en el aire
el recuento de los cadáveres.

No,
no supe ver,
que la calma no era paz,
ni el silencio una palabra.

Y no,
aun no vi,
que el ruido áspero del metal,
no es un presagio de batallas,
ni que los pasos silenciosos,
esconden el filo de la guadaña.

Dedicado

Presumida, la astilla, cree saber de que va la baza,
confiada en que un tronco hecho polvo se fue sabiendo que algún día yo sabría.

Son muy pocos los que llegan hasta aquí
a mi noche más cerrada,
al último bastión de mi conciencia.

La vigilia, insostenible, ya presagia,
que se acerca el final de lo pensado.

Uno por uno es uno solo,
uno más uno es infinito,
uno más vos no tiene nombre, o sí,
milagro,
sería poder decirlo con mis letras.

Hoy, igual que ayer y que mañana,
masajeo, amaso, amasijo mis ideas,
sobresalto mi corazón y revuelvo mis entrañas,
imaginando, palpando, avizorando,
temiendo despertar de una fiebre alucinada,
sudando lágrimas de semen.

Confío en el resto de mis días contigo,
en el gozo de las almas y los cuerpos,
en hacer utopía la quimera.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Silencio, vacío, oscuro

Hoy la nada se ha hecho presente,
majestuosamente vestida de nube,
como una galaxia de tonos grises,
con horas desiertas y minutos secos,
días de más negados al entierro.

Llegó en silencio, sin hacer ruido,
cómo el olor de los árboles lejanos,
que no es viento, ni siquiera brisa;
parece estar en paz como los muertos,
pero su sombra esta inquieta,
dispuesta a dejar caer su furia.

El agua bajará del tejado hasta la acequia,
lavando de polvo ambos verdes de las hojas,
le robará el vapor a los leños tibios,
y quitará el calor y las cenizas del hogar,
antes de hacer estiércol lo que duerme bajo tierra.

Queda un olvido en algún rincón del día,
del que no brota aun el eco sordo del ocaso;
entre las flores vencidas por el frío,
resiste deslucido el recuerdo de otros aires,
y las polillas gordas de comer tapices,
rechazan convertir en astillas la madera.

Indiferente a nuestras propias voluntades,
la mano siniestra también ha hecho sus planes,
y ha escogido que el cuervo elija la carroña,
que el calesitero decida de quien es la sortija,
y que la semilla y su raíz se obstinen en la piedra.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Sentí el placer de estar bien.

Sentí el placer de estar bien.

No es que crea en esta frase, o deje de creer en ella.
Pensándolo mejor, si creo, y si adhiero, completamente. A las seis palabras, al resto no.

Me cuesta ponerme a hacer un análisis de la oración, sin tener presente su contexto oculto. Cuando Argentina era un país subdesarrollado o del tercer mundo o en vías de desarrollo o no alineado, teníamos una industria láctea no tan concentrada ni profesionalizada, con varias marcas de alcance nacional, entre las que destacábamos "La Serenísima", el Rolls Royce de la leche y sus derivados.

Después nos sumamos al primer mundo, algún peronista desleal desoyó la voz del general y en vez de "combatiendo al capital" nos quedamos "adorando al capital", y así nos fue. Llegaron desde el hemisferio norte los dueños de todo, la inversión extranjera, con la promesa de llevarnos a la tierra prometida, y nuestro orgullo lácteo se dividió y vendió por partes, de a pedazos, a unos franceses ávidos de riqueza, que ni lerdos ni perezosos, pusieron manos a la obra.

La línea de yogures descremados de La Serenísima se rebautizo "Ser", con un iso o logo o isologo de una persona estilizada, comenzando la inseminación subliminal de la falacia. Al poco tiempo, siguiendo lo que parece ser una estrategia de moda en las mesas de marketing, la marca Ser se convirtió en una marca paraguas, debajo de la cual hay una línea cada vez más extensa de alimentos light, reducidos en calorías, saludables, y ahora incluye barritas de cereal, galletas, aguas saborizadas, y probablemente algo mas, pero como le he desarrollado cierto rechazo no le presto atención.

Esta frase es hermosa. Merece el premio Nobel de las propagandas. ¿Que hay de malo con Sentir, con el Placer, con Estar Bien, con Sentir el Placer, con que Estar Bien te de Placer para Sentir?. El problema es que estas palabras, a fuerza de ser reiteradas una y otra vez, han logrado sublimarse en el inconsciente de la gente asociadas a la marca Ser, propósito inconfeso de la propaganda del producto. Entonces, la indiscutible orden "Sentí el placer de estar bien", y la orden disfrazada de invitación "Volvé a sentir el placer de estar bien" tergiversan el significado, porque confunden, deliberadamente, estar bien con estar delgado, y estar delgado con comprar y consumir estos productos (e intencionalmente, no digo comer ni tomar, sino consumir productos, porque un litro de leche ya no es más leche, es un producto, donde el aporte de la vaca es cada vez menos importante), y el mensaje original adquiere otra lectura, que ahora si cuestiono.

Hoy se disputa, en el televisor y en otros lados, una dura batalla por convencernos de que hacer con nuestro dinero. En tanto sigamos las reglas, el capital nos da un poco de dinero, cada tanto, en forma de préstamo, para que podamos pagar nuestras cuentas y consumir; al capital no le importa que compramos ni donde ni para que, esas son las preocupaciones de sus distintos testaferros, que nos muestran la felicidad que podemos encontrar en un yogur descremado, o en un aparato para hacer gimnasia frente al televisor si el yogur no nos dio resultado, o en un televisor más grande donde veamos mejor la carne magra de los gimnastas felices y de la invitada de turno, saboreando una cucharada de leche cara y sacarina.

Las costumbres cambian con el tiempo. Hace varias generaciones, un vestido de escote generoso no significaba nada, pero cuidado con que se vean los talones; tener la piel pálida era un signo de belleza y un poco más que un poco de grasa entre la piel y la carne alegraba la vista, además de evitar incómodos choques de huesos y permitir un mejor contacto de los cuerpos, dándole mas y mejores opciones a nuestras manos.

Con el debido respeto de la palabra cultura, la obligación de ser esbelto es cultural, como la conveniencia de que las mujeres se depilen las axilas y la necesidad de que el cabello se vea distinto de como realmente es. La sociedad de consumo nos ha cubierto de carencias inventadas y problemas irreales, pero por suerte tiene soluciones a la venta para todas estas angustias existenciales, incluyendo para los casos periféricos y extremos alcohol, fármacos y libros de autoayuda. Esta faltando –y regalo la idea- la edición en fascículos del “Manual del suicida”, con miniaturas coleccionables a escala, reportajes a expertos e idóneos y secciones de Hágalo Usted Mismo, publicaciones en las que seguramente el capital nos ofrecería cupones de descuento de empresas de pompas fúnebres y cementerios.

Comencé este post para expresar otra idea, pero como saben mis amistades y quizás les he advertido, adoro las ramas de los árboles. El cuestionamiento que quería hacer no era en principio el anterior, y ahora que no veo más ramas en el camino, quizás logre desarrollarlo a continuación.

Hay gente que defiende el mismo lema, sentí el placer de estar bien, pero disiente con Danone en el concepto de estar bien y/o en el concepto de placer. Hay para quien estar bien es estar empachado, opinión compartible o no, pero es incuestionable el derecho de cada uno a adherir; hay para quien el placer pasa por acostarse sobre clavos o ayunar o jugar a las cartas o emborracharse o sentarse a leer o a escribir o dar diatribas, gustos que yo me excuso de decir si comparto o no, respetuoso del disenso y sin ánimo de influir sobre sus preferencias personales.

Soy de los que les gusta la buena mesa. Me gusta comer y beber, me gustan los excesos, hasta los no saludables; no reniego de la indescriptible sensación de dejar que un pedazo de buen chocolate se disuelva solo al alcanzar la temperatura del cuerpo en nuestra boca, y cuando en las fiestas considero que es tiempo de dejar de beber, suele haber un par de copas aun no trasvasadas desde el aparato digestivo al sistema circulatorio.

Lo que quería hacer acá es una crítica del movimiento contracultural, que parece defender más la ventaja de tener kilos de más que el derecho a tenerlos o no, posición que no comparto; o mejor dicho, pregona como superior el placer de la ingesta a voluntad y descree, quizás por compartir mi rechazo al mensaje publicitario, de la posibilidad de que estar delgado es una forma, y como forma válida para algunos, de estar bien y de sentir placer.

Después de llegar, con 47 años y 1.69 metros de estatura, muy cerca de los 100 kilos, con una panza cuyo tamaño me estorbaba seriamente, decidí bajar de peso. Con algún "No gracias" a desgano, me mantengo en los más armoniosos 80 kilos, y gracias a ello, he recuperado algunas posibilidades, como la predisposición al ejercicio y la resistencia física, que considero ventajas y alguien agradece.

No se trata de estar delgado ni de estar obeso, ni de consumir lo light ni de ganar kilos tampoco; se trata de disfrutar lo que uno hace, aunque sea disfrutar del sacrificio, y de poder elegir que hacer, y si me permito la osadía de pontificar desde este púlpito, solo será para dejarles esta indicación, que tiene forma de paradoja: hagan lo que quieran, incluyendo desoír esta recomendación, salvo que no tengan ganas.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DesReEncuentros

Estuve distraído a la hora del saludo,
no vi cuando buscabas darme un beso,
y me ausenté cuando tu mano se acercó.
No escuché ni entendí el motivo de tu ida,
ni que parte de mi piel quedó mas sola conmigo.

Sales y vuelves y vuelves a salir,
repartida en los mundos cotidianos,
nos alternamos entre lugares vacíos de nosotros,
fingiendo creer en lo fortuito de las horas.

El beneficio de la rutina,
es que asegura la repetición de las casualidades,
pero cuando me doblega el peso extenso de los mares,
envidio la suerte de los delfines,
que no temen morir antes de ver la luna llena.

Cumplir con tus deseos es uno mas de los míos,
quizás por eso siembro cizañas entre el césped y las flores,
cometo tonterías innecesarias en el nombre de tu nombre,
y envejezco confiando en renovar tu olvido y mi memoria.

Descreo de la eternidad del amor y otras mentiras,
como la prelación entre el génesis y el apocalipsis,
no distingo si vivo una resurrección o mi primer aliento,
y aunque haya visto todo cuanto paso frente a mis ojos,
y escuchado todas tus voces y tus canciones anteriores,
no sé aun que rostro tendrás puesto hoy por la noche;
y sin embargo y pese a ello exhibo mi sangre,
reclamando que hagas tuya mi necesidad de ser cautivo,
que repitamos nuestras novenas secretas,
y que desconfíes junto a mi del valor de mis palabras.

La luz del sol reproduce mi urgencia y mi optimismo
de que el aire y tu piel estén aun tibios a la hora del balance,
pasaré revista entre algodones cuando suene la retreta,
buscando en tus brazos un sueño que engañe a las ausencias.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El boxeador

Me fueron dados algunos dones, como a todos. Uno de los que recibì es el de la palabra, pero cuando me enfrento a una hoja en blanco a escribir algo, suelo terminar frustrado por no poder desarrollar, cuando lo intento, un ejercicio que no tenga que ver conmigo mismo. Siempre escribo a partir de mi, mi entorno, mi situacion, mis miedos, mis fantasmas. Los intentos de encarar la ficcion me resultan cuesta arriba. Esta incapacidad de no poder escribir algo que no tenga que ver conmigo me molesta.

En muchas de las cosas que leo se aprecia el talento y el trabajo, la aplicacion del metodo al servicio de una buena idea. Se que las vidas de Garcia Marquez y de Vargas Llosa no tienen que ver con sus prosas, como tampoco las de Neruda y Benedetti con sus versos; mas alla de que la comparacion que planteo es una insolencia, esta gente ademas de tener la bienmerecida suerte para ellos de haber sido editada (suerte que a nosotros nos queda solo agradecer y disfrutar), ademas y antes de la suerte recibieron el don y el talento, y le sumaron el proceso y la practica, para encontrar una idea (mejor dicho, cientos o miles) y dejarnos lo que nos dejaron.

Me consta que, muchas de las cosas que leo por aca, también son invento. Desde las andanzas mas o menos creibles de Rosita y las poco creibles pero memorables desventuras de nuestro quijote del siglo 21, Terremoto, hasta algunas que no vienen en forma de saga, muchas de estas cosas que leo son ficción, de mejor o menor calidad, pero ficción.

El caso es que a mi esa posibilidad me resulta esquiva, pero siempre hay una primera vez. Hace pocos dias, algun espiritu dejo caer en mi la historia de “El boxeador”, lo que constituye hoy mi primer cuento. Esta terminado, en etapa de revisión y ajuste fino, viendo si cambiamos algun verbo por otro, o rearmamos una frase, o le cambiamos el nombre a algun personaje. Se que hay algo de herejía, ya que lo poco que se de boxeo se lo debo a Million Dollar Baby, película que quizás todos conocemos, y a Por un bistec, libro cuya popularidad seguramente es menor que la del film, un cuento de Jack London que conocí probablemente gracias a Menem y Cavallo, cuando en la época del 1 a 1 se conseguían buenas obras en pequeños libros de bolsillo, a la modica suma de $1.

El boxeador

Por fin llegó el día. Llevaba un par de años esperando, al principio paciente, al final ya no. Don Cosme me venía reservando, entreteniéndome con promesas y postergaciones, amagues de que ahora si, ahora no, mejor el mes que viene, mejor contra este otro. Y lo cierto es que algo de razón tenía.

Continuará ...

domingo, 13 de noviembre de 2011

El túnel del tiempo

Dudaba si titular esto así, o hacer algún juego de palabras con las “Cartas del Diablo a su sobrino”, libro de Carroll que alguna vez lei; como no se me ocurre nada rápido quizás lo deje como “El túnel del tiempo”, sino será algo así como “Cartas del soldado a su familia”.

Lo cierto es que encontré, entre todas las cosas que encontramos en la casa de nuestros padres al levantarla, una pila de cartas escritas por mí, de puño y letra, durante mis primeros días como colimba (técnicamente, “Servicio Militar Obligatorio”, para los jóvenes y los amigos de otros lugares, “Conscripción” si se quiere así, y COrran-LIMpien-y-BArran para todos).

A principios del año 83, tuve la suerte de ser incorporado a las filas del Ejército Argentino, que ya no tenía los nobles ideales de su fundación, pero si mantenía las antiguas costumbres prusianas, y durante los 14 meses de mi vida de los que menor cantidad de recuerdos guardo, fui soldado.

¡Soldado clase 64 Laporonga, mi cabo primero! Y ya que estamos, por que no me chupas bien los huevos, y te vas a la mierda vos y tu madre y tu hermana, y la colección de sifilíticos que tendrás como parientes, se van todos a la concha de todas sus hermanas y a las reputísimas madres que los recontra remil recontra parieron a todos hijos de de un vagón de cabras putas en celo.

Perdón, se me escapó, tenía atravesadas algunas cosas que en su momento no pude decir. Desde el teniente primero Hector Raúl Francisco Laporonga (si, compartimos el apellido, pero no somos parientes), hasta el cabo primero (N° 8) Juárez (si, vos, que te decíamos N° 8 porque eras la bola negra del cuartel), a todos los que vi de cerca y tuve que sonreírles y festejarles sus gracias, desde el “si digo carnaval me aprietan el pomo”, “el soldado debe ser una pelota de nervios y no un pelotudo nervioso”, “gracias hacen los monos”, “los que estén en la facultad un paso al frente … a limpiar los baños ahora”, “acá se viene a servir a la patria, tagarna” (a la que me hiciste servir yendo a pagar los resúmenes de tarjeta de crédito, así supe cuanta plata de peluquería gastaba tu reputísima madre), y hablando con otros que vivieron el infortunio antes y después, parece que los hits no se renuevan desde la época de Sarmiento.

Volviendo a lo nuestro, encontré poco más de una docena de cartas. Se ve que tenia buena vista, porque hacia la letra chiquita, ¡como me cuesta leerlas!. Alguna de las primeras esta borroneada, alguna a tal punto que no termino de deducir las frases incompletas. Quizás haya habido alguna lágrima mía, quizás alguna de los que las leyeron. No voy a transcribirlas todas, solo como ejercicio de la memoria, y para facilitar la comparación del estilo literario (si es que a alguien le importa eso), voy a transcribir una hoy, y quizás otra algún día de estos. Nada prometo.

Santa Rosa, 8/3/83

Querida familia: c/seguridad esta es la última carta q’ escribo desde el cuartel, puesto que mañana nos vamos al campo.

Anoche llovió (cosa rara acá) y no saben como llovió. Estuvo pesado todo el dia de ayer y habian caido un par de gotas a la mañana y despues salio el sol. A la noche se tapo y a la madrugada se largo una q’ ni les cuento. Según obreros q’ están laburando aca cayeron 37 milim. (en 2 horas) con viento. Acá hay agua por todos los pasillos y se rompieron unos cuantos vidrios. Tambien se volo una puerta. Ahora sigue nublado y llueve de a ratitos, asì q’ por ahora estamos adentro (no saben q’ hacernos hacer) aprovechando para escribir, lavar ropa, etc.

Estoy c/un resfrio de la gran puta. Anoche me mojè un poco. El agua entro por un par de puertas sin vidrios, cruzo un pasillo de 4 metros y golpeaba contra un par de ventanas chiquitas (50 x 1m) (esas q’ se abren con una soguita y me salpico todo (la ventana esta a la altura de mi hombro).

Por primera vez desde que estoy aca soñé, pero no me acuerdo c/que o c/quien. ¿Me estarè adaptando?. Ya es hora. Hoy a la mañana no me podía despertar. Tarde en ponerme los borceguies estos y me quedè sin ir al baño => ergo, anduve como un zombie hasta después del desayuno.

Según parece puede ser q’ se postergue 1 o 2 dias la ida al campo, si no se seca el suelo. Parece q’ el campo queda a 3 cuadras de un cuartel (el de Toay), asì que tan lejos (de la civilizacion) no voy a estar. Supongo q’ algunos soldados viejos q’ van c/nosotros se ocuparan de tirar cartas, comprar cosas, etc. Que suerte, dentro de todo.

Recien me acaban de entregar el sobre c/cosas de la facultad, una nota de mami (bastante mas tranquila parece) y la de Mechi (c/la que me he cag… de risa), me ha levantado el animo, casi se merece una carta aparte para ella sola, se la prometo ahora, ya verè cuando la escribo).

Ya guarde en el cofre de un porteño las fotocopias, q’ espero me sean de utilidad alguna vez.

Misteriosamente el sobre llegó abierto (Roto) en una punta y cerrado c/ cinta scotch). No se si pensar q’ usaron un sobre roto o si son muy curiosos en el cuartel.

Sorry por la letra (de la que se queja mechi) pero asi aprovecho mucho màs el papel.

Saludos a Marcela, M. Elena, la susodicha, Cec. Cerecedo y Nico y cualquier otro q’ pregunte x mi; hay que quedar bien c/ todos.

No se entiende nada. Recien nos entregaron el equipo para el campo (un bolsón enorme q’ no se que carajo tiene, pesa 6 kilos + o -. Parece q’ nos vamos a la noche, o a la tarde, o mañana o pasado o el viernes. Ahora estoy esperando q’ llegue Mallet (quedo en venir esta mañana, ahora son las 10:15, asi q’ me voy despidiendo)

Nos vemos prontito (en alguna visita) no se bien el horario, pero vénganse a eso de las 2 P.M.
Un beso enorme a c/u y uno màs a Mechi (x su carta). Un abrazo al viejo, que lo extraño (a èl y a los Parissien)

Juan

PD: ¿Cómo le fue al tano c/ sus exámenes?. Q’ escriba.
¿Cómo le va al enano apestoso en el collegge?.
¿Sigue enano todavía?
Otra vuelta de besos (paga la casa)

Juan

Las cartas mándenlas normalmente

Juan

Bueno, esta es la que les comparto, las otras las leí recién. No sé si decir “se las evito” o “me las reservo”; no aportan mucho, excepto desempolvar algunos recuerdos, notar algunos olvidos notables (en un par de cartas menciono a “la susodicha” que mi hermana mayor sabia quien era y espero pueda recordarme, porque parece que tenía alguna importancia especial para mí, pero ni ahí que sepa hoy de quien se trataba).

Me sirven también para ver que la madera con que uno está hecho se mantiene a pesar del tiempo; en varias de las cartas encontré algunas obsesiones numéricas y en una de ellas, fechada 5/3/83, encontré un “Sigo siendo el mismo pelotudo sensible de siempre y ahora estoy llorando”, escrito a los que hoy veo tiernos 18 años, 10 meses y 12 días de vida, y hoy, exactamente 10.479 días después, sigo teniendo las mismas obsesiones numéricas, y sigo siendo el mismo pelotudo sensible de siempre, solo que en lo que va del día no encontré aún un buen motivo para llorar.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La alineación de los astros

¿Que decimos cuando decimos que los astros están alineados?

Más allá de los horóscopos y la astrología, de los signos y de las suertes que a ellos confiamos o que en ellos justificamos, hay algunas cuestiones de la física que entran en juego, entre las que resalto la fuerza de gravedad.

Esta es la fuerza que hace que las cosas tengan peso, es la fuerza que despertó a Newton con la segunda manzana más famosa de la historia, dando origen a la ley de la gravedad. Siglos después, Einstein le dio una vuelta de rosca, pero como nunca terminé de entender la Teoría de la Relatividad General, ni el big bang, ni los agujeros negros (cosas en las que tampoco termino de creer), me quedaré con la primera explicación, que es mucho más coloquial.

Dos cuerpos cualesquiera se atraen entre sí. ¡Ja!. ¿Tanto prólogo para decir semejante obviedad?. Cerca de Santa Marta, Colombia, en un lugar llamado El Rodadero, hace unos cuantos años, un hombre algo ebrio insistía en explicarlo en estos términos, “Un hombre, una mujer, déjenlos solos, ellos verán que hacen”; podría inclinar mi opinión hacia ese aspecto, pero no venía al caso más que como anécdota y distracción del asunto principal, que por ahora es técnico.

Lo cierto es que dos cuerpos cualesquiera se atraen mutua y recíprocamente. Cuanto más grandes los cuerpos, mas se atraen, y cuanto más cercanos, mucho mas se atraen. Si bien uno piensa que es la manzana la que se cayó al suelo, el suelo también se cayó un poco hacia la manzana; demasiado poco, imperceptible de muchas maneras, y si la fortuna hubiera hecho que en las exactas antípodas se cayera otra manzana al mismo tiempo, el efecto de ambas manzanas se hubiera contrapuesto y neutralizado.

Poniéndolo en escala espacial, todos los objetos del cielo tiran de todos los demás. El sol, la luna, los planetas, otras estrellas, otros planetas, los cometas, todo lo que flota en el universo de algún modo está ejerciendo atracción sobre todo lo demás, atracción condicionada por su dimensión y su distancia. Hay un ejemplo inmediato, conocido, de la luna sobre la tierra: las mareas. La luna atrae hacia si toda la masa de agua de los mares, y por ese motivo se forman las mareas. La luna también tiene otros efectos, libera lobos y vampiros, empardece los gatos, enamora e inspira, duerme al músculo y da descanso a la ambición, pero sigamos un poco más con la parte técnica.

Si todos los objetos del universo pudieran quedarse quietos al unísono, dejar de moverse por un instante, tarde o temprano todos se juntarían en un único objeto sideral. Cada uno de los cuerpos atraería hacia si a los cuerpos pequeños más cercanos, haciéndose un poco más grande; si bien ambos cuerpos contribuirían en el acercamiento, uno de ellos sería el atractivo y el otro seria atraído (aun estoy hablando de cuerpos celestes), y el atractivo no terminara de digerir al atraído porque será él a su vez el atraído de otro mayor. Así la Tierra se comerá a la Luna y a Marte y a Mercurio y a Venus, mientras Júpiter y Saturno se comen sus lunas y sus anillos y desempatan entre ellos antes o después de ir por Urano, Neptuno y Plutón, y Jupiturno o Satúrpiter finalmente se engulliría a Martierra, mientras el Sol se relame la comisura de sus labios antes de tragarnos de un bocado, como si la misma Vía Láctea fuera el escenario del juego y no un jugador más, y la galaxia que habitamos no supiera de que se trata.

Pero nada está quieto. Entonces, todas las fuerzas del universo se balancean y contraponen y contrarrestan, y cuando todo parece estar más o menos en calma pasa un cometa y desvía las órbitas, y los planetas desorbitados generan un pequeño caos, alguna lluvia de meteoritos, hasta que todo vuelve a componerse de alguno u otro modo.

La idea de “alinear los astros” hace referencia a la ocasión hecha propicia, favorable para una empresa. Tener los “astros alineados” significa, ni más ni menos, que tener las fuerzas concurrentes en una dirección, dirección que debe ser la que elegimos, salvo que nos guste nadar contra la corriente. Si no leí mal por ahí hoy, y es cierto que la fuerza es dejarse llevar por el viento, entonces cuando los astros se ponen en fila lo mejor que podemos hacer es cerrar los ojos y dejar al viento hacer lo suyo.

En eso estoy yo, en el centro de mi galaxia, esperando que mis lunas se organicen; tu amor, en forma de afecto, cariño, compañía, atención, al que no renuncio; mis deseos, mis deseos en forma de universo y voluntad que siento tan parte de mi como mi propio cuerpo; y la carne, el alimento que deseo y preciso consumir; tan pronto eso ocurra, y el amor y la carne y el deseo estén al norte, será tiempo de levar anclas e izar todas las velas, y disfrutar la recomendación de Zaratustra con las fuerzas aunadas.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mañana

Entre el espanto y el silencio,
se cuece la suerte del antifaz,
mascarada de falsas vanidades.

¿No escuchaste las sirenas?

Le hacen burla a Dios y a los ausentes,
elijen el desarraigo y la insolencia,
haciendo polvo de añicos los espejos,
purpurina que desangra los fantasmas.

Al final del crepúsculo el sol será un muerto mas,
que alumbrará los cadáveres de todos los anteriores;
en la oscuridad de la noche las estrellas me darán el norte,
y mis huellas mostrarán otras pisadas con la primera luz del día.

No guardaré meses ni años ni horas,
solo instantes fugaces desordenados,
un entramado de vidas y ocasos,
tierra fértil para tu semilla.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Humpty Dumpty

Humpty Dumpty sat on a wall.
Humpty Dumpty had a great fall.

Lejos, un poco,
consciente de mis imposibilidades,
parado en el límite,
mi muro,
con vista a todos los ambos lados,
subyugado por todos los mundos,
dudando, vivo,
acaparando opciones con obscenidad,
fingida cara de la cobardía.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Necesito

Necesito,
te necesito.

Necesito de vos,
que me ames, me desees, me precises y me alientes,
que contengas mi impulso,
y expliques el alma.

Necesito saciar mi deseo en ti,
solo es uno y es todo,
nada mas preciso.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Mensaje

Recordaba ayer esa canción inglesa no tan joven,
la de las botellas y los anhelos,
y no pensaba en quien los apostó en cual costa,
ni en aquel que recorre la playa en bajamar.
Pensé con insistencia en ellos, los deseos,
millones de misterios flotando a la deriva,
confinados en una burbuja de vidrio,
abandonados a que la arena donde encallen los retenga,
y a que la curiosidad del pescador,
los rescate del silencio cuando emerjan del naufragio.

Quiso la suerte adormecernos con nuestra mejor botella,
y compartiendo esa copa develamos el mensaje
de rebelión de la historia del músculo y la sangre.
La sombra libertaria de la aurora se hizo luces,
y sacamos a todos los demonios de paseo,
que prestos se urgieron en callar a los fantasmas,
para acompañarnos y enseñarnos los verbos obscenos
con los que intercambiamos bendiciones.

Parecías poseída, hablando en todos los idiomas,
conjugamos la primera persona del plural,
y nuestras pieles dialogaron en confianza,
en la intimidad del vascuence, del griego y del francés.
Hicimos nuestras plegarias en diversos dialectos del latín,
y nos detuvimos absortos en algunas estaciones del via crucis,
donde renació como música en tu vientre la lengua de Roma,
comienzo y fin de todas nuestras metas y principios.

Objeto

Elijo específicamente la palabra OBJETO, en singular.

En general, buscamos el significado de las palabras por sus iguales, y en algunos casos, por sus opuestos. Si debiera usar otras voces para la palabra objeto, llamaría a un objeto cosa, artículo, ítem. Ninguna de estas palabras me resulta cálida, las siento todas como desalmadas. También podría decir que un objeto es un bien, que es casi lo mismo, pero sugiere que hay un dueño del bien, un propietario de la cosa en cuestión.

Y si quisiera definirlo por lo opuesto, la primer palabra que me surge es sujeto, pero más que opuesto es complemento. No se me ocurre una palabra enteramente opuesta a la palabra objeto. Objeto y sujeto entonces. Objeto dijimos que puede ser un bien, el opuesto del bien es el mal, pero este juego de palabras parece inconducente. Como el ying y el yang, que parecen contradecirse, pero en realidad se complementan, veo la relación entre sujeto y objeto, una relación armónica e integrable, donde ninguno de los dos términos puede comprenderse sin el otro.

Creo que la diferencia entre un objeto y un sujeto es el alma. La existencia del alma es lo que permite que algo sea sujeto en vez de objeto. No veo otra diferencia. Podría mencionar la vida, la propiedad de la vida como diferencia entre un objeto y un sujeto, lo que sería cierto si entendemos que es igual tener alma y tener vida. Descreo de esta equivalencia, y defiendo el alma como distinción entre estos conceptos. Quizás por esta idea, que recién ahora se me hace explícita, me anticipé a considerar como desalmadas las distintas formas de decir objeto.

Rodamos por el mundo, con los sentidos alerta, percibiendo algo que llamamos realidad. Una realidad que para cada uno es diferente, una experiencia de percepción e integración personal e intransferible, alimentada desde el exterior por nuestros sentidos y desde el interior por nosotros mismos, nuestros temores, ilusiones, deseos e historias. Vamos por ahí, cruzándonos con objetos y sujetos, rodeados de ellos, clasificando sin cesar. Aplicamos nuestro punto de vista, lo que en ese momento y lugar es para nosotros nuestro punto de vista, separando sujetos y objetos, objetos queridos y cosas, sujetos apreciados y despreciados, y la mayor cantidad de veces, objetos y sujetos ignorados.

Objetos o sujetos. Hay un proceso de metamorfosis entre ellos, que intentaré explicar a continuación, con argumentos que confío alcancen a comprender como algo más que un juego de palabras.

¿Que nos pasa con los seres que no ignoramos?. A los seres queribles, los tenemos con nosotros, nos acompañan, de algún modo nos sujetamos a ellos, y al mismo tiempo, los hacemos objeto de un querer. Estos seres, estos afectos, a los que hacemos objeto de una relación, son sujetados como dije, y a partir de ahí, adquieren plenamente su condición de sujetos, sujetos sujetos.

Con un razonamiento análogo, a otros seres los hacemos objeto de otros sentimientos, de distinto signo, sentires que podríamos agrupar aceptando la simplificación en el paraguas de los afectos negativos. En general y por fortuna, estos seres son menos que los apreciados, y en general tendemos a liberarnos de ellos, tendemos a olvidar, salvo alguna ofensa superior, en cuyo caso podríamos analizar si vale la pena el recuerdo o es mejor el olvido. Y tan pronto como el sentimiento y el olvido nos liberan de su presencia, dejamos de estar sujetos a estos seres, que pierden ahora su condición de sujetos, dejan (para nosotros) de ser sujetos plenos. A estos seres, cuya condición de sujeto objetamos, los hacemos objeto de esta objeción, y en última instancia, objetos.

La existencia de alma, en un ser o una persona que no conocemos, es un preconcepto pendiente de verificación. Es difícil afirmarlo, pero en estos casos la condición de sujeto u objeto es enteramente relativa.

Como en la simetría de un juego de espejos, tenemos entre sujetos y objetos las variantes del opuesto y del reciproco, y así como tenemos los sujetos sujetos y los sujetos objetados, tenemos los objetos objetos y los objetos sujetados. No voy a detenerme en los objetos objetos, que es el lugar de todo lo que no tuvo otra suerte, una especie de osario común, donde las cosas se amontonan sin propósito. Un objeto objeto es lo descartable, lo perecedero por condición, lo predestinado al anonimato, al olvido y el pasado. Cada uno sabe que pone en este saco. Quizás, en una perspectiva más general, la condición de objeto objeto es la matriz de la cual todo nace, y todo lo que deja de ser objeto objeto es por mérito, por el mérito del alma que lo hace sujeto, alma que puede ser propia del objeto, o puede ser el alma nuestra, un poco de nuestra alma que elegimos implantar en algo, o un poco del alma de algún sujeto conocido que lo hizo en su momento.

Tengo, en este ultimo cuadrante, infinidad de ejemplos. Donde muchos ven cosas, yo veo algo más. Donde hay un sujeto, quizás no puedas verlo, quizás no te haya sido dado el poder, o quizás no hayas sido testigo del momento en que ascendió de categoría, y veas un objeto.

Tengo una hermosa casa, con muchos muebles. De todos ellos, solo dos llegaron nuevos, y de estos dos, solo uno queda. Entonces, todos mis muebles tienen nombre y apellido, tienen historia, tienen la capacidad de dar testimonio de otra época y otro tiempo; el sillón Morris no es un sillón, es el lugar del mundo que mi padre elegía para irse, perdido entre páginas y vasos; la mesa donde comemos no es una mesa, y celebro la reiteración, fue el centro de reunión de la familia, una especie de televisor al revés, mejor dicho un televidente privilegiado de las novelas de las cenas en vivo, el anfiteatro de los fines de semana, donde ante los testigos del caso nos entregábamos a los rituales del almuerzo principal y continuado y del té colmado del arsenal de artillería comestible.

Tenemos las cosas necesarias, como todos, un montón de necesidades satisfechas con objetos, y tenemos otros varios montones de necesidades satisfechas, con objetos ascendidos de categoría. Hay varios floreros, algunos heredados, ninguno valioso, pero el florerito verde de porcelana de Tilín es único en el mundo, como el cuadro de Susana, la mesa ratona de tía Dora que primero fue de tía Queco, la camita de Cecilia, el sillón de correo, el rinconero de Irma, el espejo de Ingrid, el aparadorcito del abuelo, y aunque la tentación es grande, dejo aquí la lista antes de convertirla en inventario.

Así como debo reconocer que tengo satisfechas muchas necesidades, debo reconocer también que muchas de estas necesidades son indemostrables. Si expongo razones permito la discusión, así que disimularé la intolerancia apelando al dogma, que se acepta o se rechaza, pero no se cuestiona. Para mí, todos los objetos que poseo son prescindibles y accesorios, y todos mis sujetos me son existencialmente necesarios, en tanto los conserve sujetos, sujetados.

Algún día, hace muchos años, estrenamos en la casa de O’Higgins la cafetera roja. Grande, enlozada en bermellón, sirvió majestuosamente y sirvió café en innumerables ocasiones; nos acompañó en largas sobremesas, nos despertó en mil desayunos, fue testigo de las fuentes de bocaditos de dulce de leche en tira que comíamos terapéuticamente por kilómetro, fiel a nosotros, hasta el día que el óxido la perforó y dejó de cumplir el propósito con el cual fue bautizada. También de esto, pasaron algunos años. Hoy anda por ahí, convertida en maceta, alterna su suerte entre hospedar o no alguna planta y descansar apoyada en una maceta más grande o colgada de una rama por medio de un alambre.

Méritos igual de valiosos han hecho otras cosas. La baldosa calcárea que encontramos ya no recuerdo donde podría ser escombro hoy, pero alguien quiso que me resulte virtuosa en algún sentido, no me animo a decir bonita, y no porque hoy esté apoyada sobre un tronco ubicado debajo de la escalera que sube al tanque de agua, sin ninguna función convencional, significa que haya recuperado su condición de objeto, como la cabeza de gaucho de madera que la vigila desde cerca.

No recuerdo si fui yo, o mi hijo, o alguno de mis sobrinos o mi hermano quien bautizó al pez de madera. Es un misterio para muchos, como un pedazo de varilla de alambrado, quizás quebracho, algo carcomido por el tiempo y por el agua de la laguna de Monte donde hicimos campamento, tuviera forma de pescado y un ojal convertible en ojo. Este palo sobrevivió a esa instancia y se hizo nuestro pez, venció al olvido, al innecesario extravío en un garaje y hoy nada y hace nada, entre otras macetas y recuerdos, cerca de la tinaja que los tíos Tacho y Kela trajeron del norte ni sé cuando, en la que planté después de pensar durante años que uno de los retoños de los helechos espárragos que mi madre regaba en Núñez, un poco más cerca de la jarra floreada del clericó, del cenicero de hierro fundido propaganda de los cruceros línea C que no recuerdo a cuento de que vino a casa desde la casa del tano Battisti y hoy es el plato en el que dejamos las migas de las galletitas para que coman los pajaritos, dentro de la lámpara de hierro negra que incorporamos en la casa de Beccar antes de mudarnos para acá, la que hace poco dejo de dar luz para aparecer reconvertida en comedor de aves, colgada de una rama del acer, ese acer que no es el árbol ni los arbustos conocidos de vivero, sino el nuestro, que precisamente ahora miro desde el otro costado del jardín, con sus hojas verdes recientes y el sol a contraluz tiñendo de amarillo sus semillas.

Alzo la vista y la distraigo desde el acer, y veo los sillones de hierro que hizo tío Aldo en su taller, copiando el modelo del crucero en el que hizo su luna de miel con la tía de toda la familia, ese modelo por el cual el tío le saco fotos en todos los ángulos, veo a mis menores sentados ahí con un amigo, y me veo a mi mismo hace 40 años en las tardes de verano y de pileta en la casa de ellos, y veo a la tía joven otros 40 años mas atrás, disfrutando del aire del mar o del rio, ya no importa eso, y al tío infatigable haciendo y haciendo hasta el final, y todo lo que dejo hecho, veo a este tío, que hizo todo cuanto quiso menos hijos, y a esta tía que dio todo cuanto tuvo menos vida, veo los sillones viejos, pesados, deslucidos, en rigor de verdad incómodos, pero me gusta verlos, y los conservo sujetos porque si.

Del otro costado, al frente del depósito luce colgada y sin ningún propósito formal la colección de ganchos de hierro que decoraban la escalera de servicio hacia el sótano y el garaje, una pequeña colección a la que la familia en pleno le confiaba paraguas, abrigos, bolsos y demases, y veo también dos asientos de tractor de los que el tío Aldo convertía en bancos, que yo terminé de desarmar, cuyas bases se perdieron y hoy ocupan el alfeizar de la ventana, la que hicimos con el cerramiento de la escalera en el garaje, y esa espumadera gigante que no sé cuando se sumo a la familia, y las tres letras de Lancome que rescaté de un volquete hace un cuarto de siglo y por ahí los restos de una regadera de chapa y el ladrillo de hierro ese que iba en la punta de un palo, con el que hacíamos trabajos forzados sacándole lustre a los pisos encerados.

Y podría seguir comentando como mis objetos sujetos tienen un apellido y una historia, pero prefiero dejar librado a su imaginación a que le llamamos el jardín de piedras o el banco verde o las hamacas, la loca y la reloca, en la que inventamos el movimiento triple, o el bosque peligroso o la pileta de hojas o las pelotas de madera o el carretel que era mesa o la maceta de Colombia o la del sol, todas cosas que dejaron de ser cosas y se convirtieron en sujetos, y así, esta costumbre que heredé y que ejerzo, de ir por ahí fecundando con mi alma lo que podría haber sido cualquier objeto pero no lo fue o no lo será más, porque acaba de sujetarse, espero que sea vista y valuada como ejemplo, y que mis hijos sepan cuando deban repetirme llevar el testimonio de mi modo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Pintar con las palabras

Como a muchos de los que he decidido leer, me impulsa a escribir la necesidad de expresar algo, exteriorizar, de hacer cátarsis de algunas cosas y de autoexorcisarme, si se me permite acuñar la expresión.

¿Por qué elijo la palabra?

Tengo, en primera instancia, un problema con mis manos. No es un problema de salud ni un tema serio, solo cierta torpeza al mover los dedos. Las pocas veces que intenté la construcción física de algo, terminé desilusionado, por mi incapacidad en llevar a la práctica la teoría suscribiendo el nivel de auto exigencia que me impongo.

Logré hacer algunas cosas con madera. Me gusta decir que la geometría es una ciencia exacta, pero la carpintería no. Así resulto que todos los estantes de 90 centímetros tienen algún milímetro de mas o de menos, que los tornillos nunca quedan equidistantes, que los banquitos con los que ayudé a mis hijos menores a sentarse a la mesa (unas construcciones que se apoyan sobre la silla y les permiten ganar los centímetros necesarios) hechos a partir del mismo plano son dudosamente parecidos entre sí, y dudosamente simétricos.

No hice muchos intentos con materiales físicos, pero me reconozco y asumo desprolijo. Nunca un redondel es redondo, ni un ángulo recto perpendicular, entonces, mi capacidad de crear en estos rubros está limitada por mi incapacidad técnica. Veo, imagino, diseño, pero a la hora de plasmar, mi voluntad es tergiversada por mis manos.

Hay alguna diferencia entre ser y simular. He visto por ahí unos cuadros de Miró, muy bonitos, fondos azules con lunares rojos, y pienso "yo podría haber pintado eso"; claro que no se me ocurrió, tampoco se si lograría ese azul y ese rojo, y aunque así hubiera sido, que yo lo invente y encuentre los colores, me consta que Miró además sabía dibujar en forma realista una cara o un caballo, es decir, no solo tenía el ojo y la sensibilidad y la inspiración para dejarnos las obras que nos dejó, sino que además tenía la capacidad técnica de hacer las otras cosas.

A partir del arte moderno, abstracto, no figurativo, muchas personas tienen la posibilidad de poner pintura sobre una tela y llamarse artistas, pretensión que no me adjudico. No tengo ni la pericia técnica, ni el nivel de inspiración trascendente, ni la constancia, ni el método. Aprendí a hablar bien, y trato de escribir de buena forma, y disfruto tanto escribiendo como releyendo lo que escribí. Pero de ahí, a decirme escritor o poeta, hay un salto de distancia que considero digno de un impostor.

La palabra, especialmente la palabra escrita, me da la posibilidad de escribir y reescribir. Mi caligrafía es horrible, nunca tuve buena letra, por lo que prescindo del papel, salvo para apuntar alguna idea que no quiero perder de vista. Los años de teclear y teclear me anquilosaron los dedos, y agradezco al inventor del teclado haber puesto la tecla BackSpace, sin las cuales esto sería un mamarracho imposible o difícil de entender. (seruia un mamarrqacho imposiblke o difícil de entenrer; no siempre me sale tan mal como esta parte que dejo de ejemplo).

Entonces, el don de la palabra, y las ventajas de la técnica, me ayudan en la decisión de cómo sacar mis demonios afuera. Además es gratis, además es universal, además es inmediato.

Volviendo un poco atrás, a lo de las imposturas. Aquellos que hayan leído alguno de mis versos, verán que hay un lenguaje y un modo de decir que se mantiene. ¿Podríamos llamarlo "estilo"?. He leído por ahí algunas cosas que me han gustado más y me han gustado menos, y he visto rumores de aprobación a cosas dignas de olvido.

Hace unos días, pensé en escribir un poema en otro estilo, como ejercicio, con un lenguaje más cerrado. Cuando lo leo como si fuera ajeno, me gusta, pero debo reconocer que no estoy seguro de que quiere decir, si es que quiere decir algo, solo dejé caer palabras y versos como pinceladas, sin mayor intención. Parece algo surrealista.

Sacrilegio

La sangre y tus lágrimas,
y las esquirlas del lecho derramado,
evidencian un discurso inasible,
disimulan las carencias a la razón,
y desvisten el agua y el aceite.

Cercenar la carne del crepúsculo del día,
ver su singular color amarronado,
con tus ojos cerrados y vacíos,
escuchando el eco de canciones terminadas,
diligencias de otras voluntades.

Por fortuna o por razón o por capricho,
tensar el músculo y gritar verdades,
disfrazadas de acertijos y poesías,
salar el vino y rebajar la carne,
festejar lo necio y la vergüenza.

Dudé, en algún momento, en publicarlo sin avisar. Ahora, unos días después de haberlo escrito, lo que pergeñé como un mamarracho burlón casi me gusta. Quizás algún día cambié mi estilo por este. Y lo sigo leyendo, y creo que hay alguna idea no lo suficientemente escondida, pero que sin esta última advertencia probablemente pase desapercibida.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿De quién son los días?

Recién,
cruzando el Parque Los Andes,
provisto de un almuerzo de manzanas y pomelos,
se me dio por pensar en este asunto.

¿Que méritos han hecho,
los señores Estos y Aquellos,
si es que acaso son señores,
para repartirse entre ellos el botín,
de los días memorables.

Llegué hasta aqui pensando,
en cuanto deseo tener
un día de estos,
uno de aquellos,
y en por que nos gustan mas,
los aquellos que los estos.

No me haré demasiado caso igual,
estas cuestiones evidencian,
que esto que alguien llama el día de hoy,
este que aún no es ni de Estos ni de Aquellos,
es tan solo uno más, y quizás otro, de mis días.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El SEXO oculto del dinero

Un titulo prometedor.
Lamento.
Una desilusion, pero que quizas sea provechosa.

Mi padre fue un infatigable lector. Perdi la cuenta de la cantidad de bibliotecas que hubo en su casa. En algun momento conte nueve, cuando yo aun vivia con el, pero luego siguio juntando y leyendo libros.

Menuda tarea, la de vaciar la casa de mis padres cuando murieron. En el reparto de cosas, entraron los libros, cada uno de los hermanos tomo los que quiso y encontro, yo hice lo mio. Entre los libros que me guarde, estaba este, llamado "El SEXO oculto del dinero", con la palabra SEXO escrita bien grande en la tapa. No recuerdo con que expectativa lo guarde, pero si recuerdo en que pensaba cuando hace poco le dije "libro, te llego la hora", y lo lleve a mi mesa de luz con otros varios de contenido parasexual, algo de humor tematico para alimentar la hoguera.

Sorpresa. Es un libro de psicologia, escrito por Clara Coria, que desarrollo en varias obras y con distintos enfoques la tematica del sexo y el dinero.

Recomiendo el libro, abiertamente. Creo que todas las mujeres debieran leerlo, a fin de descubrir la trampa que la cultura occidental ha construido en su perjuicio. Los hombres tambien deberian leerlo. Algunos hombres, para saber como ¿aprovechar? y perpetuar la perversidad del modelo, los hombres que coincidan conmigo, para entender como romper el maleficio, que no solo condena a las mujeres.

Desde tiempos inmemoriales, y hasta no hace mucho, el hombre fue el responsable de proveer el dinero y la mujer de administrarlo; el trabajo domestico no se considero trabajo sino lugar natural; liberacion femenina de por medio, la mujer salio a trabajar y ganar dinero (en general, menos dinero que el hombre por la misma tarea), pero reservandose el lugar preasignado, entonces los dos ganan dinero pero el hombre decide mas (no digo gana, digo decide) y los trabajamos pero la mujer trabaja mas, porque los hombres "colaboramos" en las tareas del hogar, que no son nuestras.

La relacion de dependencia de la mujer hacia el hombre, proveedor del dinero, no se rompio con la posibilidad de ganar dinero por parte de las mujeres. Las mujeres ganan dinero, pero los hombres lo administran. Les dejamos el derecho de decidir como gastar lo de todos los dias, y nos reservamos la decision de que hacer con los ahorros, con la plata accesoria.

Estos y otros conceptos estan desarrollados en este libro, que insisto en recomendar.
Hay en internet algunos resumenes, para quienes quieran evitar el libro.

Les recomiendo este link en 4shared

o este otro

martes, 1 de noviembre de 2011

Entrevero

Me subyugan las construcciones inviables,
como esas escaleras que ascienden al subsuelo,
o las viviendas que solo tienen un afuera,
o esos geniales dibujos de Picasso,
esos que tan bien imitamos ciertas noches.

Me causa una especial fascinación nuestra capacidad,
de desarmarnos en piezas y rearmarnos de otro modo,
no se como nace una mano mia de entre tus hombros,
ni como tus pechos ahora acompañan mi ombligo,
ni hablar de las piernas y los brazos que sostengo,
cuya autoría y procedencia no merecen el análisis;
entiendo que esta oreja de mi cara es toda tuya,
y me encanta que te hagas obscenas amenazas al oído.

Debo reconocerte que fue una perfecta idea,
tomar prestado tu ojo derecho en el intercambio,
y disfrutar de tu punto de vista sin precisar espejos,
del mismo modo que te dije esta boca es mia,
antes de vaciarla de todas nuestras humedades,
y comerla entre finos bocados y dentelladas crueles.

Sostengo tu cabeza y tu rostro ahora es mio,
la sostengo con mis tres manos y mi pierna,
muerdo mi nuca mientras rasguñas tus hombros,
anudamos mis cinturas y arqueamos tus espaldas,
estalla el tiempo y la osamenta cruje,
y crepita la carne y volamos en pedazos por el aire.

Y despertamos del sueño algo maltrechos,
contemplando el maravilloso trabajo de los ángeles,
que han repuesto nuestros ojos en su sitio,
para mirarnos tontamente como antes.

Piedras de Cali

Piedras de Cali

Conoci Colombia, o mejor dicho, conoci Cali, a fines de 1990.

Para esa época, mi vida parecía haber dejado de dar tumbos, no sin esfuerzo. Despues de hacer no todas, pero mas de las que recomendaría a otros, logre controlar ciertos impulsos que me jugaban muy en contra, y comencé mi vida laboral actual, un año antes. Por cosas del destino, consegui un trabajo de una cosa, que termino siendo de otra, y termine el año 89 cobrando una fortuna, para esa época, para ese Juan, soltero, con vicios licitos, sin cargas de familia ni de hogar ni de novias para esa época.

Recuerdo que se venia el fin del mundo, y había que terminar un trabajo antes de que se acabe, y me plantè: 250 dolares por mes, ni uno menos, y me los pagaron. Cuanta plata era esa en ese momento, quien sabe, quien puede saberlo. Se venia la hiper, todos los lunes el viejo bar La Bolsa actualizaba el precio del café, a un riguroso cuarto de dólar. Mi vida era en ese momento trabajar, tomar café con manzanitas, almorzar un especial de crudo queso y tomate con un jugo de pomelo exprimido, mucho parliament box, bastantes taxis y muchas, muchas noches de bridge, juego que luego abandone y aun tengo pendiente retomar.

Aquel trabajo termino, y envalentonado por mis ingresos, me presente en Gruslin, o Gruslin Martines y Asociados, o GMA. Una software house nacional donde mucho aprendi y mucho creci, pero especialmente, donde mucho me divertí. Creo que fue el ultimo trabajo en el cual hice amigos reales, no compañeros, no colegas, sino amigos de verdad, de los que uno quiere, de los que uno atesora. Recuerdo, tras las entrevistas iniciales, la evaluación técnica, la hora de sentarme a negociar. Se trataba de una empresa dedicada al software bancario, lo que en ese momento era lo mejor que le podía pasar a un programador, trabajar en una empresa cuyos clientes fueran ricos. Que si, que no, que cuanto queres ganar, me apretó, me apretò el muy jodido que tenia enfrente, hasta que le dije cuanto era lo menos que estaba dispuesto a aceptar. 250.000 Australes. Me cai del asombro cuando me dijo que “lo tenia que consultar”, no entendía nada, hasta que volvió y me explico que la empresa tenia una política de remuneraciones, sarasa sarasa sarasa, yo ya me iba preparando a saludar, cuando escucho lo que no tarde en entender pero si en digerir: “… aca la remuneración minima son 750.000”. Plop!.

Pocos días después, el 2 de abril del 90,exactamente, ingrese. No me costo acomodarme. A las dos semanas, caras largas entre mis compañeros, ¿Qué paso? ¿En serio?. Resulta que como el mes anterior habían dado un aumento superior a la inflación, en abril no nos darían entero el índice de marzo. En mi caso si me correspondió, porque era nuevo nuevo. Para los que no recuerden, el índice de inflación de marzo del 90 fue casi del 100%, una locura demencial, y fue asi como a fin de abril cobre mi primer sueldo en GMA, casi 6 veces lo que había pedido.

inconcluso ....

Mar del Plata

Mar del Plata es una de las mejores muestras de la estupidez argentina.
En un país que decidió que el edificio en el que comenzó su historia bien podía ser recortado para que pasaran algunos autos, lo que se hizo en esa ciudad no debe sorprendernos.

Villas veraniegas, casas de lujo, a todo trapo. Mas alla de la legitimidad del proceso de obtención de las fortunas con que se pagaron, mas alla de todos los cuestionamientos sociales, de lo frívolos que eran los nuevos ricos de las pampas, una caterva de advenedizos podridos en plata, un tropel de recién llegados a la mesa principal, que patento en las noches de Paris el arrojar pedazos de manteca al techo de los salones, para que al caer las aspas de los ventiladores rocien a los habitues, mas alla de que véndame la chimenea que me gusta-la chimenea no la vendo porque calefacciona mi restaurante-bueno entonces le compro el restaurante, solo porque la plata me alcanza y no me costo nada ganarla y ahora viste cabron, me traigo la chimenea que quería y el resto lo clausuro por que no me importa, (asi que no pensemos si el hijo del chocolatero es mejor o peor, sencillamente es mas obsceno en su exhibición), mas alla de todo eso, el patrimonio debió ser conservado, todo esa expresión de arquitectura mereció mejor suerte.

De esa Mar del Plata, poco conoci. Algun par de casas hechas restaurante, alguna otra en la que no pudimos quedarnos a dormir en un enero porque tanto yo como mi amigo Pablo, si bien teníamos trato con nuestro amigo Fabian , no dabamos el pignet para ser aceptados mas que un par de horas en su magnifica residencia de la costa, quiso la suerte que si pudiéramos pasar al baño, pero a dormir a la playa, y a comer ya ni recuerdo ni donde ni si si, no era una preocupación vital entonces. Tengo por ahí una postal, de un bisabuelo o abuelo o tio bisabuelo, con algunos amigos, paseando por la rambla, con la rigurosa elegancia de la época.

La ciudad que yo conoci era bien distinta entonces, a la que fue. No era lo que es hoy, pero una por una las villas se habían ido yendo, para dar lugar a los edificios, colmenas de turistas llamados Panal 1, Panal 2, Panal 3745, el nombre real probablemente sea otro, que disimula un poco el espiritu, la cuestión es que en vez de hacer una ciudad popular al costado decidieron hacerla arriba; y si hoy me da melancolía cada casa o casona que se reemplaza por un edificio o algunos dúplex en Buenos Aires, donde el espacio escasea, lo que han hecho en Mar del Plata sencillamente indigna y causa lagrimas.

Por suerte, Mar del Plata no fue nuestro destino turístico.

En mis primeros veraneos, de aquella época, el recuerdo es Mar del Sur. Para un niño, la playa era una enormidad, había un arroyo o dos, el Gran Hotel, que aun funcionaba, obligatoria cita de las tardes de lluvia, donde veíamos, entre goteras y algun murciélago según escuche pero no vi, pero las goteras si, doy fe, me toco cambiar de asiento alguna vez, veíamos esta película del circo con Gaby y Fofo y Miliki y esa música de banda de circo y la niña promesa de la actuación argentina, Andreita del Boca, todos los años daban esa y la otra, una de mis favoritas, Melody, que me gustaba, me encantaba, no se si la niña fue mi primer amor pero la película era una ocasión especial, y si bien cada año era unos minutos mas corta, la fiesta se repetía, año a año, y nos encantaba entonces que lloviera en enero.

Poco tiempo después, cambiamos Mar del Sur por Sierra de los Padres, y dimos por terminados los veraneos de mi infancia.

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