jueves, 19 de junio de 2014

Tinta Roja

Aturdido,
ensordecido,
en carne propia,
el juego
de descifrar las contraseñas,
la banda musical
del gran sueño americano
del sol y de las tablas,
el ronroneo
del piso que nos traslada
desde un éxodo hasta el otro,
colecciones
de maniquíes de repuesto
con la cinta roja al cuello,
ante los ojos inundados del espejo
los acordes finales de la canción,
sentado sobre el hielo que cala
tambores y silencio y otra vez otra voz
adivina lo que percibo,
todo es una escala dentro de otra dentro de otra
destinada a consumirse
siguiendo sus propios ciclos naturales.

Nada que no pueda solucionarse
con cuatro de algo
o un final abierto
donde podamos elegir de nuevo,
dos veces y afuera
y la primera que no termina
de conversarse con su sombra
a la salida de las estaciones.
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