domingo, 30 de septiembre de 2012

Final V (Septiembre)

Para los que quieran saber, hoy es un día precioso, primaveral por completo, y a la sensación de haberlo empezado con el pie derecho encontrando un texto que será el primero del mes de octubre la acompañan las ganas de anteponerle algo más que quiero decir ahora, en lo que sería una pre cuela del anterior.

Llegar manejando sin ninguna complicación hasta un lugar más o menos lejos y decir tengo un rato, vamos a pasear, vamos a mirar algo, vamos a caminar, y en ese ínterin encuentro un lugar con algún signo de abandono, propio de su falta de uso, esperando que alguien se adueñe de él y decida darle lustre nuevamente, donde alguien vive, porque hay algunas macetas y algunas plantas cultivadas, hay un disco de arado con señales de uso reciente. Bajo la entre sombra hay un par de decks –que tienen esa particularidad tan especial de levantarnos quince centímetros del piso y darnos una nueva referencia- y en el caso de estos una empalizada muy liviana alrededor, marcando el límite, mostrando lo que hay afuera y mostrando claramente por donde se entra y se sale. Una hiedra que ha cubierto el piso y ya oficia de pasto en algún rincón, una araucaria, que es un árbol por el cual tengo una predilección especial, en la cual distingo un clavel del aire, de los que dan una flor azul y roja, que es otra planta por la cual también tengo una predilección especial, a tal punto de coleccionar todas las que encuentro, y entre todo eso que miraba sin otro propósito que registrarlo para mí mismo y sin hablar en voz alta le presto atención al camino de entrada, desde la calle hasta este lugar, un piso de cemento con unos dibujos hechos con ladrillos, que procedo a contar: un inicial, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, y un final, número trece. Este camino lo vi y pensé nuevamente en Rayuela, pero la vida tiene sorpresas y que esta rayuela tenga doce pasos y un decimotercero distinto de los anteriores, el que vendría a ser su cielo, es otra curiosa coincidencia si queremos insistir en asignarle todo el mérito al azar.

No sabía la cantidad de círculos que iba a encontrar en este camino, que podría asimilar a un Vía Crucis, en una comparación pagana. Cuando se acabe el mes número doce y empiece el mes número trece dejaremos de sufrir para disfrutar todo lo que tenemos prometido: el cielo, el paraíso, el infierno, la vida eterna, como lo quieran entender.

Esto ha sido todo por hoy, esto ha sido todo por septiembre, esto es el momento de ebullición final de mi cocción personal. Se me acaba el tiempo para redondear mejor la frase. Ya lo haré.

Delviso, 30.9.12, 11:22hs

sábado, 29 de septiembre de 2012

Final IV

La inminencia
del momento,
la certeza de ascender,
trascender
a un espacio paralelo
carente de lápidas,
las referencias caídas,
sin espejos
ni reflejos,
sin eco alguno,
desenvueltos
de máscaras y mortajas,
relojes sin horas,
corazones desbocados.

Trazos furtivos

Te sorprenderá
mi capacidad de esconderme
detrás de estos versos
mirando de reojo, desde lejos,
el pliegue de tu escote.

Entre trazo y trazo
me imagino en tu cuaderno
tallando poesías,
buscando una metáfora
con olor a piel y piel,
buscando palabras
que gritar ahogadas entre los cuerpos
hasta que todo este dicho,
hasta agotar los renglones
usando voces que rimen
con muslo y vientre y boca y mano.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Yom Kippur

Nada, nada,
nada de esto fue un error.

Si errar es humano, errar es de hombres,
Si errar es de hombres, ¿hacerse cargo de quien será?


Vivo cometiendo errores, tantos y tan distintos, de tan distinto calibre, que pensar en una clasificación, por el concepto que fuera, es una tarea que puede ser otro error mas, o la génesis de otros dos, necesarios para la tarea anterior, como requisitos o prerrequisitos. Aparece en escena el dilema del huevo y la gallina: ¿debo hacer primero la lista de mis errores o la lista de sus clasificaciones?, ambos errores a los que antepongo lo que ya es un error sistémico y sistemático en mí: las listas.

Dejando de lado las voluntades taxonomista y enciclopédica, que en otro contexto pueden ser herramientas útiles para canalizar una pasión desbordante por las estampillas o las mariposas, quería enfocar (algunos dirán que ya era hora) (de enfocar) este texto dirán algunos y el destinatario implícito de la disculpa tácita dirá que en el error y su reparo.

Una aproximación parcial, como para encuadrar la imagen, es separar mis errores en los que me afectan a mí y los que afectan a otros. Un segundo paso es entender al otro en relación conmigo. Sea cual sea la relación, al error advertido le sigue una disculpa, sea por un pisotón casual en un tren atestado o por un exabrupto, una reacción equivocada o cualquier otro motivo, pero aquí es donde talla la naturaleza del vinculo con la persona ofendida (palabra que no debe ser entendida necesariamente en un sentido dramático).

Cuando salpiqué a un peatón anónimo pisando un charco en el cordón de la vereda, a mi genuina disculpa le sigue una cierta indiferencia por el resultado: ojalá me disculpe, ojalá mi error no tenga mas consecuencias que las inmediatas, que mi sorpresa o distracción no le cause otro inconveniente, pero no iré mas allá en la reparación de lo infortuito ante una persona cuya existencia en mi vida es tan fugaz como ese episodio.

¡Que distinto es cuando lastimamos a un ser querido!. Aquí la reparación se convierte en un fin y en un medio, un fin para recuperar la armonía y un medio para seguir cimentando un afecto..

Jamás he dudado en reconocer un error, aunque hay algo de cierto en que he cometido errores sin tomar nota de mi paternidad. ¿Cómo reconocerlos?. ¿Debo darle mi apellido a criaturas cuya forma no discierno?.

El fin no justifica los medios. ¿O si?. Si convierto en un fin preservar un afecto ¿está bien reconocer un error que juzgo no haber cometido?. Si convierto en un fin declararme inocente de un error al que no veo como tal ¿está bien sacrificar una amistad?. Llego, por ambos caminos, a lugares indeseables, pero me queda claro que el fundamentalismo y los afectos son combinaciones en el mejor de los casos difíciles.

Lo cierto es que ofendí, desde mi acierto o de mi error, ofendí a quienes no quería. Ya no importa lo que hice ni porqué, el significado del mensaje lo decide el receptor, y si el entiende mal, hacerse cargo es asumir que no supimos expresar lo que quisimos expresar.

Parte de la reparación consiste en explicar y explicar tantas veces como sea necesario y el afecto lo valga, exponer desnudos nuestros silogismos y contradicciones, y confiar en que el sentimiento del otro le permita ponerse esas gafas con las que no ve todos los detalles.

Y otra parte, aunque no sepamos porqué, aunque creamos en nosotros mismos, aunque nuestro orgullo nos quiera distraer, es posible porque tenemos fuerzas mas fuertes que esa:

¡Por favor!, ¡Perdón!, ¡Gracias!

jueves, 27 de septiembre de 2012

Unplugged

(Pensando en vivir sin vivir pensando)

Demasiados, demasiados años de mi vida los pasé intentando seguir un plan, intentando encontrar un motivo y una razón, una relación causa-efecto-causa-efecto que, como los pliegues de una escalera que se suceden rítmicamente en forma de alzadas y pedadas, le de un resultado práctico al propósito, y al encontrar una cierta insatisfacción con el resultado del método, aplicado con esmero y desprolijidad, pero método aplicado al fin, no cabe más que preguntarse por la validez y pertinencia del intento, y a esa pregunta ante la que cabe la presumible respuesta positivista de que el intento es válido y pertinente porque ha sido realizado, siendo suficiente esa condicion de camino recorrido para asignarle esta evaluación le sigue la certeza de que, seamos o no indulgentes al juzgar nuestro pasado, capitalizar lo aprendido requiere el inmediato cambio de paradigma.

¿Se puede vivir sin pensar?. No, definitivamente no, no envidio la suerte de una ameba, en modo alguno, pero más allá de que algún escritor admiradisimo (¿curiosidad?) haya afirmado que Se puede vivir sin pensar y yo a pesar de mi admiración disienta con la frase citada, encuentro una manera parecida de decir algo distinto, que si defiendo: No se puede vivir pensando.

Me he propuesto dejar de pensar. No es facil, porque a cada una de las partes de mi mismo le gusta polemizar con las demás, pero de tanto en tanto me saturan y las mando a todas de paseo, o aprovecho su distracción para obrar, y luego, si no les gusta, que elijan si llorar sobre la leche derramada o pasarme la cuenta de los platos rotos. Quizás escuche los reclamos, pero lo más probable es que les preste la cara mientras dormito pensando en otro escape.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Felicidad y nada más

Viernes, temprano,
volviendo o yendo,
no sé, ¿que más da?,
si siempre es ir.

Felicidad y nada más,
pero el amor es parte
o miente la palabra nada.

Se me hace urgente
el cuerpo que preciso
se me hace omnipresente
la ausencia de sus ojos.

Y de pronto un espejismo
golpea en la puerta,
voces amigas que se leen
palabras disociadas de la carne.

Entender la búsqueda
como un atajo falso,
entender que la flecha
deja una herida,
y la espera duele
y la ausencia mata.

martes, 25 de septiembre de 2012

Gratitud

¿Nos sorprenden acaso
las consecuencias?

No tengo
del amor que temés
para darte,
tengo el amor agradecido
de los ojos abiertos,
de los oídos útiles,
tengo la suerte del sostén,
la referencia, el refugio,
la complicidad del propósito,
el mutuo entendimiento,

Ni ella ni él,
la persona y el alma,
el aura y la luz,
tanto por aprender,
tanto por recibir,
y la tierra girando
nos roba los días.

No conozco la envidia,
ni la codicia,
no mido la parte que me toque,
prefiero el pupitre al pizarrón.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Poema imposible

Hay un poema que no puedo escribir
y yo se que después de ese vienen todos,
pero mientras lo negro sea negro
el silencio será oscuro.

Hay un poema que no puedo escribir
porque no puedo,
porque la mano se niega a la palabra
para escuchar fantasmas aplaudiendo,
para negarle la luz a la semilla.

Hay un poema que no puedo escribir,
y no puedo, no puedo,
y entonces copio poemas parecidos,
encuentro voces que suenan como mías
y hablo en el nombre de los otros.

Hay un poema que no puedo escribir
y aun no puedo,
y me encuentro obligando a las falanges
a escribir la voz que se me impone
a desoír al coro que acompaña.

Hay un poema que aun no pude escribir
será el que sigue,
tal vez el otro,
tal vez mañana.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Final III

Estoy terminando
de romper todo,
despidiéndome
de lo que fui.

Es difícil entender el silencio,
el invierno duró hasta ayer, y
se acerca el final de la batalla,
ya casi no quedan puentes,
ya casi no quedan hombros,

Ante la alfombra roja
el verdugo derrama sangre
vestido de novia,
de viuda negra.

Sigo pensando la palabra
y tambien la palabra se termina.

Final II


Dagas,
versos puñales,
harakiris.

Cruzar,
dar el paso
necesario.

Irse
sin retorno,
irse sin más.

Saber
de que nos cuidamos
cuando dormimos.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Final

Algún día
no habrá palabras,
ni música
ni voces.

Algún día
no tendré ojos para verme,
completamente solo
dejaré de correr
y comenzaré a bailar
sobre los espejos rotos.

Haré una hoguera
con todos los papeles,
los versos, menos este,
o quizás también.

Quemaré
todos mis trajes,
todas las fotos,
todo lo que tenga mi nombre.

Festejaré San Juan
como lo hacía de niño,
aspiraré el humo
por última vez
y luego
caminaré sobre las brasas.

Ojos vendados

Intentaré ahora que estoy solo poner por escrito lo que estoy viendo. Tengo como un deja-vu, la sensación de que yo ya estuve contigo en otra oportunidad. No sé si creer en las reencarnaciones pero verás el día que estemos juntos que yo ya te conozco, que ya conozco tu cuerpo y que sé cómo tratarlo.

Lo primero que haré es lo que más te gusta, vendarte los ojos, para que te sientas desprotegida y vulnerable, y mientras estés de pie me dedicaré a desvestirte hasta que sólo quedes con una camisa que apenas alcance a cubrir los confines de tu vientre. Te daré algo de beber para que te confundas un poco y pierdas ese resto de rigidez que te causan los nervios, y recién después comenzaré a tocarte.


Te haré algunas cosquillas en la nuca. Me arrodillaré a tu costado y dejaré que mis yemas jueguen en tus muslos. Me agradará percibir de cerca tu olor y poner a prueba tus pezones jugando con ellos hasta ver cual se pone más turgente debajo de la tela. Te dejaré desvestirme, pero no te dejaré tocarme hasta que me lo pidas dos veces.

Encontraremos la manera de ponerle poesía a la pasión. Me dedicaré a mi mejor oficio hasta que tus uñas me lastimen, me dedicaré goloso a complacerte, sin ninguna urgencia más que la tuya. Calmaré mi sed contigo y calmaré mi sed con hielo y alternaré ese contraste hasta tu primera pequeña muerte.

De ahí en más soltaré al lobo, y el lobo te hará su presa.

jueves, 20 de septiembre de 2012

El rating del writing


Anteayer lunes me hicieron notar algo que más o menos sabia pero que no tenía muy claro cuando iba a pasar: el primer aniversario de este proyecto expresivo, este depósito de ideas y palabras y retazos de mi vida, este diario íntimo, esta almohada con la que hablo, este lugar, precisamente este donde está esto que estás leyendo ahora. No me tomé el trabajo de verificar si era un año exacto, capaz que si, capaz que no, capaz que falta un poco.

He pasado por todas las emociones, o casi todas, o seamos más honestos, he pasado por unas cuantas diferentes, no todas y probablemente no muchas. La evolución de un proyecto matrimonial, un despertar hacia mí mismo, algunos sobresaltos laborales, la aparición de nuevas personas en mi vida, algunas de una importancia que hoy juzgo mayúscula (que el tiempo pondrá en su lugar y probablemente ese lugar sea el mismo). Apareció el amor, y desapareció y apareció y desapareció y apareció y desapareció y está aparecido ahora aunque sea un proyecto que tiene un ritmo que no puedo mayormente modificar.

Y por otro lado corren algunas sensaciones que tienen que ver con la repercusión de mi palabra en el espacio. Recuerdo la emoción de encontrar un día que tenía un seguidor y luego dos, tres, cuatro, hasta estas escasas docenas que miro con cierto halago y cierta desconfianza. Me halaga que alguien haya encontrado en mi voz algo que le genere interés, y si es cierto el concepto de seguidor, gente que está atenta y pendiente de lo que digo. Con cierta desconfianza porque desde mi propia experiencia se que uno no lee todos los blogs que sigue: me he declarado seguidor de muchos blogs y no tengo tiempo material de seguirlos todos, y en muchos casos he perdido el interés en seguirlos de cerca, cada tanto vuelvo a ver en que está esta persona o ver que paso por acá, y a algunos he dejado de volver por encontrar una cierta repetición o por no encontrar algo que pague mi interés.

En algún momento quise ser famoso e hice ruido, como quien llega a una fiesta y saluda a todos y habla a todos y se presenta a todos. Perdí con el tiempo esa conducta, me siguen los que me siguen, me leen los que me leen. Me gusta que me lean, estoy pendiente de que me lean, pero soy consciente de que el rating no me acompaña. Tengo la vanidosa pretensión de creer que lo que digo es más interesante o tiene más valor que algunas otras cosas que tienen más éxito y más repercusión. Sé que podría hacer algunas concesiones con el propósito de ser más popular, pero no me sale.

La televisión ha derramado un par de costumbres nefastas sobre nosotros. Una es el elogio de lo banal, no importa si es estúpido mientras sea divertido o sea morboso o tenga sexo, y la otra es el zapping, la urgencia por entender si esto me interesa o no me interesa. Hay tantos canales en los que estoy a tiempo de ver un gol o una teta o un chiste o una noticia macabra que -por poner un ejemplo que se entiende en Argentina- para que voy a mirar el canal Encuentro donde puede haber alguien hablando, pero entender lo que dice requiere sentarse, bajar un par de cambios y prestar atención.

No sé muy bien a que llamarle éxito, pero si el éxito es que mi voz sea conocida, quizás no lo esté logrando de la manera que quiero. Me gustaría ser muy leído y muy comentado, pero no se sientan obligados, si llegaron hasta acá, a decir presente. De alguna forma me importa saber que voy por un buen camino, pero paradójicamente, yendo por el buen camino, no debiera importarme lo que piensen ustedes de él.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La vida y la palabra

Fue una lástima lo que pasó ayer a la mañana. Por cierta pereza no hice espacio, por pensar que lo que iba a decir iba a ser breve no hice espacio, y luego me puse a hablar durante unos veinte minutos de los que quedaron grabados los primeros quince. Hay varias lecturas posibles de esta anécdota (no me gusta la palabra moraleja, porque no me gusta la palabra moral: todo lo que suena a regla me genera una inmediata curiosidad de comprender que nos están queriendo ocultar, de que nos están queriendo proteger, o de que no quieren que nos demos cuenta).

Hace un tiempo le decía no sé si a una amiga en particular o si era una palabra destinada a un auditorio más general que uno debe evitar hablar de lo que ya sabe; si nos vamos a encontrar a conversar y nos vamos a decir lo que ya sabemos de la manera en que lo decimos siempre terminamos convertidos en una especie de tira cómica televisiva, en un programa de sketches y por ahí ni siquiera se genera la gracia en ese trato. Hay que hablar de lo que no se sabe.

Esta idea que siento como propia, de generación propia, de gestión propia, una idea que pienso que yo tuve, me llega ayer o anteayer en una postal electrónica acompañada de un texto atribuido a Marguerite Duras -de quien ha sido la primera cosa que leo- reflexionando sobre el acto de escribir, sobre el acto liberador de la escritura, liberador en el sentido de revelador. Escribimos y al escribir de pronto nos encontramos frente a algo que no sabíamos, o que sabíamos pero no sabíamos que sabíamos. Hay que tener cuidado, o mejor dicho hay que tener previsto cuando abrimos la boca que es muy difícil cuando la usamos no para servir una porción de palabras sino para descargar las que haya saber a priori el tamaño del recipiente que vamos a precisar.

La palabra expresada tiene que ver con una mezcla de ovillos desaliñados, de los que vamos a tomar una punta y vamos a tirar a ver cuánto sale, con por ahí una posible comparación también con esos juegos de revistas de pasatiempos donde hay varias entradas a unos caminos laberínticos de las cuales una llega a destino y otras terminan en ningún lado. Pensaba mientras decía, mientras describía el ejemplo, en qué orden debemos entender la comparación, si de un lugar en el cual empezamos un camino sin saber a dónde vamos a aparecer, si llegaremos a destino o a ningún lado, o el caso inverso, con la certeza de que vamos a salir empezamos desde abajo y andamos el camino marcando el trazo sin tener muy claro por dónde apareceremos cuando termine el juego.

Y este último ejemplo y sus dos maneras de recorrerlo lo encontré pensando en la palabra y pensándolo encontré la vida, como un lugar que uno sabe de dónde sale y no sabe adonde llega, y al mismo tiempo, un lugar donde uno entra pensando en que va a llegar a un destino que tiene al pie de la página y a veces llega y a veces no, y lo bueno es -si nos encontramos en el camino que no era- que nos quede un poco de tinta para empezar otro, y mientras tanto vamos escribiendo, la vida y la palabra, y de eso se trata todo esto.

martes, 18 de septiembre de 2012

S.O.S.

Escondida
en la trinchera,
disparando salvas
a espaldas del sargento,
parezco
un blanco fácil
pero ¡cuidado!,
no dispares al espejo.

Pides y pides,
quieres saberlo todo,
quieres conocer,
¿y que harás
con tantas verdades
cuando termines la tesis?

¿Guardarás todo
prolijamente en un archivo?,
¿seré el capítulo de un libro?,
¿tema de conversación
entre tazas de té
o cervezas femeninas?

Apuesto sin prudencia
como aquel samurai,
no tenía nada antes
y muy poco he ganado aun,
quizás curiosidad,
quizás intriga,
¿como será
el final del carnaval?
(si acaso es una máscara).

El juego
del buen samaritano,
la línea
de ayuda a los suicidas,
y aun no sabemos
quien es quien
ni quien está más solo.

Las horas del regreso
¿son estas o las otras?
¿hacia adonde es adelante
cuando el universo crece?
una piedra en el camino
¿es piedra o es camino?
¿y una luz?, ¿y una voz?
son demasiadas preguntas
para mantenerse sobrio.

lunes, 17 de septiembre de 2012

A veces pienso

A veces pienso
en como borrar tanto pasado,
como evitar
que creas que recuerdo
más atrás de un zaguán,
de un beso en el cuello,
de la mano que hice mía
cuando descanso del café,
de la medialuna
y de las palabras preparadas.

A veces pienso,
a veces siento,
y a veces coincido
en la sospecha de lograrlo.

Sé que había otros versos
donde lo explicaba mejor,
sé,
sé muchas cosas,
sé que la ceniza no ha vencido,
sé que ya lo he dicho todo,
sé que te gusta escucharlo
- aunque no sé porque -
y me resisto
a decir no,
a decir basta.

No sé si la voz es una voz
o un eco, o un reflejo,
de pronto no sé nada, excepto algo.

domingo, 16 de septiembre de 2012

La palabra

Me enamoro
cuando escribo
cuando escribo
me enamoro
de mujeres
que cortejo,
amo,
poseo,
dejo,
tacho,
como buscando
la última,
la definitiva.



NdA:
Buscando una imagen ... encontré que un tal Pablo Neruda, dentro de un "Confieso que he vivido" y refiriéndose a "La Palabra" escribió en algún lado: ... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito…,  lo que me coloca al borde de la copia barata y mal lograda, si se me permite y se me perdona la pretensión, próxima a la fanfarronería.

Podría además justificar lo disimil del resultado con un "y que querés, son todas iguales", pero está a la vista que la raíz de todo es que ellas no perciben mi amor con el mismo convencimiento con que recibieron otros.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Días blancos

No tengo muy claro donde están
un montón de noches que me faltan.












Cuando esfuerzo mi memoria
tengo desiertos entre mis oasis,
épocas perdidas
que me obligan a pensar
en que habré hecho,
donde habré estado,
que habré sido.

Podría simplificar,
culpar a los excesos,
pero es mucho más probable
que haya estado ausente de mí mismo
espectando en vez de vivir,
mirando la función de afuera,
como si no fuera yo,
como si no fuera mi hora.

Años y meses silenciosos,
vacíos y vestigios de recuerdos,
y algunas honrosas excepciones
donde las partituras son completas,
donde la amnesia ha fracasado,
espacios … donde la vida.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Oye Dios!

Propaganda,
consumo,
dinero,
poco quedó de aquel amor y paz.
Debajo de las garras del mercado
del sexo con tarifa y el televisor
boquea moribunda nuestra paloma.

Falsos gurúes venden,
falsos profetas diezman del evangelio,
y los serios multiplican a los santos
y recaudan lo que pueden donde pueden.


Dólar nuestro que estás en otro bolsillo
venga a nosotros tu Washington,
reserva el banquete celestial para mañana
y danos hoy nuestra orgía diaria
de monaguillos y mejillas pares,
permítenos contemplar todo tu oro
y perdónanos nuestras inquisiciones
como si hubiera sido tu idea.

Creo que el ejemplo de tu hijo
es más todopoderoso que la culpa,
que los cardenales predican la hipocresía,
que Santa María madre de Dios
merece aprender la virtud de Magdalena,
que el milagro del agua y el vino se deshace
convirtiendo las arcadas del Espiritu Santo
en las palabras y el asco que vomita
tu Papa desde su germanidad temprana.

Y pésame Dios mio
que duermas tan tranquilo
mientras tu ejército de oficiales mercaderes
batalla contra otros impostores
por la reventa a la puerta de los templos.


Entre la escoria y la pólvora
los corderos buscan pasto.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La espera

No falta casi nada
para tenerte frente a mí
develando el misterio.

Llegarás
como entre sombras,
con el aplomo del verdugo,
como si no supieras
cuanto mata la palabra.

No sé
si morirá un sueño
o un secreto.

¿Sabrás decirme
que se siente al final
y por que es necesario?

martes, 11 de septiembre de 2012

Madurez

La vida
nos hace frágiles
pero sabios.

Ya aprendimos
cuanto duele
cada cosa
cuanto vale.

No sabía
si quería
si hubiera querido
habría sabido.

Corre

Corre
al crepúsculo nocturno
de la sombra de los árboles.

Ningún lugar es seguro.

Cuando se cierra la noche
cada estrella es una duda
y en la penumbra
los ojos son estériles.

Corre
y los lobos aúllan,
entiendo lo que dicen,
piden carne y piden sangre.

Corro


Corro
al crepúsculo nocturno
de la sombra de los árboles.

Ningún lugar es seguro.

Cuando se cierra la noche
cada estrella es una duda
y en la penumbra
los ojos son estériles.

Corro
y los lobos aúllan,
entiendo lo que dicen,
piden carne y piden sangre.

Empiezo
a cambiarme la piel.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Cosas claras

Cuando comienzo a serenarme, a pasar en limpio el día, y dejo que el vacío vaya tapando mi conciencia trayendo figuras suaves, oníricas y unos colores dulces que prologan el sueño, noto que me ha quedado como en el olvido cierta crispación del ánimo que tuve hasta más temprano, de cuando me encontré con mi cuerpo diciendo tu voluntad no me gusta y con que el ahogo de una vida de oficina presupone una incomodidad convertida en un gancho que te sostiene colgado y te obliga a tensar los músculos, a estar en guardia, a vivir pendiente.

Hay pocas cosas que van quedando claras. Una es que lo que ha sido mi trabajo hoy no me gusta, y otra, es que quiero poder hacer lo que me gusta y no tener que hacer lo que no me gusta. Y para esto se impone pagar un precio. Algunas de las cosas que me gustan son posibles o son más fácilmente posibles al precio de hacer una que no me gusta. Entonces tengo que evaluar opciones, una es hacer eso que no me gusta, dedicándole la menor cantidad de tiempo posible, como trabajar menos horas o poder prescindir del viaje hasta el trabajo y recuperar ese tiempo para otros fines. Y la otra posibilidad, y creo que es la posibilidad de la hora, es evaluar seriamente que tanto me gusta lo que me gusta para aceptar pagarlo viviendo una vida que no me gusta.

Este interés reiterado en las letras es una respuesta a mí mismo que me debo cuando la pregunta es ¿qué quiero hacer de mi vida?, ¿qué quiero hacer de la vida que me queda?. Hoy más temprano leía una historieta –de Quino- donde un hombre y su propia vida aparecen sentados en bancos enfrentados echándose mutuamente las culpas de un pasado. Es terrible la lucidez de Quino. No hay tiempo de hacer la cuenta de lo que gastamos. No es un ejercicio conveniente.

Cuando pienso que otras cosas me van quedando claras aparece otra frase, otra postal vista hoy, de una escritora de renombre, explicando o planteando que nadie soporta vivir con una persona completamente libre, y que entonces "el precio de la libertad es la soledad", y en el momento en que considero cierta esta afirmación primero suena una señal de alerta porque me he dicho a mi mismo en mi juventud y me lo he recordado recientemente que "quiero ser libre, absolutamente"; pero también sé que la soledad puede no gustarme, y para decirlo de una manera completamente clara, mi problema no es estar solo, mi problema es estar solo cuando amo a una persona, porque entonces la soledad deja de ser una libertad y se convierte en un tormento. Si yo no amara, no tendría ningún problema en estar solo. Pero yo amo, y esto es el conflicto.

Con respecto a que "el precio de la libertad es la soledad" y "quiero ser libre, absolutamente" rescato lo que hace un tiempo me esmeré en explicarle a una amiga. Uno es libre y feliz, y en algún momento decide perder parte de su libertad para ganar una felicidad mayor. Entonces ¿como resolver este rompecabezas?, ¿como balancear estas contraposiciones entre libertad y amor y entre libertad y soledad?, y pareciera que uno debe elegir entre la libertad y el amor. Esta contradicción es fácilmente resolvible o resoluble o resoluta. Creo que se le atribuía a Gandhi una expresión donde decía que si alguien cree encontrar una contradicción entre dos ideas, quizás deba verlas con mas perspectiva, desde una distancia mayor, y en caso de duda, si hubiera una contradicción, en principio la última opinión es la que vale. En esta afirmación voy a defender lo que sigue: entre la libertad y el amor, elijo el amor. Quien dijo “quiero ser libre, absolutamente” era un joven, y más allá del respeto que de grande se ganaron en mi los absolutos esta persona conoció la libertad, está reconociendo la libertad, conoció el amor, conoció el amor después de haber conocido la libertad, entonces con toda autoridad me atrevo a afirmar esto que digo: "entre la libertad y el amor, elijo el amor".

Y recuerdo ahora alguna expresión que dice algo así como “Solo el amor nos hará libres” y quizás eso también sea cierto, y quizás yo haya querido ser libre absolutamente y haya llegado a la conclusión de que debo elegir entre la libertad y el amor, y quizás logre el amor, y quizás en ese lograr reconozca cual era el verdadero camino a la libertad.

Y si fuera cierto que "no hay mayor libertad que la renuncia", en nombre del amor renuncio a la libertad.
Esa es otra de las cosas que veo claras..

domingo, 9 de septiembre de 2012

Carne de bosque

Es un poco tarde quizás y no estoy en la mejor situación para ponerme a hablar sobre la noche que está terminando pero como mi amnesia y mi memoria juegan una pulseada permanente tengo mucho miedo de mañana no acordarme de algunas cosas que en este momento se me ocurren importantes.


Es un problema mío que deberé aprender a solucionar, el de tener cierta preocupación al llegar a la casa de unos amigos sobre si estoy llegando en un momento, en una situación y en un contexto adecuado, o por ahí, conocedores de mi interés, me reciben a pesar de que la hora puede ser tarde y de que llegar con dos niños dormidos o casi puede ser poco oportuno. Lo que me gusta es darme cuenta del gran error, y es de esos errores que uno preferiría no cometer, pero que no se entienda mal, preferiría no cometer no porque el temor sea cierto sino preferiría no partir de esa posibilidad, no tenerla tan presente. El correr de la noche lo dejó claro, ver a los chicos jugando amenísimamente, entrar un poquito en su mundo, ese tipo de cosas son las que hacen la diferencia. 

Yo no tuve la sensación -sino la certeza- de que pasaron tantas cosas que no tuve tiempo de darme cuenta de todas, y sé que no soy el único. En algún momento seguí a mi amiga con el libro en la mano intentando apoderarme de un poco de su atención y leerle las primeras palabras, el primer párrafo del capítulo 12 de Rayuela porque se estaba produciendo en ese momento, se estaba materializando la imagen que yo tengo de ese libro y de ese conjunto de capítulos en los que transcurre la reunión del club: nosotros tres turnándonos para elegir música y atendiendo a nuestros Rocamadoures. Yo sé que quizás se dio cuenta de que estaba con el libro y quizás se dio cuenta del interés en leerle unas hojas, de lo que no se dio cuenta es de la enmienda en la dedicatoria, o si se dio cuenta yo no me di cuenta de que se hubiera dado cuenta. Corregí aquel permiso para no devolver el libro en una orden. Los regalos no se devuelven, así que ahora se lo va a tener que quedar. Me alegra muchísimo hacerle el obsequio, me alegra muchísimo que se lo tenga que quedar, y hasta me alegraría más saber que ya había decidido quedárselo.

Que montaña de lentejas que hicieron. Que extraña coincidencia que ambas familias hayan decidido cocinar lentejas en una cantidad que sobrepasa el límite de lo razonable y me consolaba hace un rato pensando en que seguramente nos puede resultar ventajoso un intercambio de lentejas en algún de la semana siguiente para no comer tantas veces seguidas las mismas.

Pensé en un momento algunos versos, me los olvidé, pensaba para mí mismo como uno podría (uno soy yo) escribir algunos versos ahora y como yo podría casi conocer el significado que en esos versos van a encontrar las personas que compartieron la noche conmigo y cualquier otro que los lea podrá entender pero nunca podrá entender de qué manera me refiero a las cosas que solo nosotros vimos pasar. Encontrarme a los 48 años de mi vida un sábado a la noche haciendo algo que nunca jamás en mi vida había hecho y que nunca pensé que podría hacer un sábado a la noche. No viene al caso y voy a resistir la tentación de dejar por escrito de que estoy hablando para que pase lo mismo que hubiera pasado con esos versos, solo tres personas sabemos de qué estoy hablando y el resto es libre de entender lo que quiera. De lo que más gracia podría decir me hace es saber que probablemente nadie más en el mundo jamás pueda saberlo. Una actividad insólita, pero la sensación de estar haciendo algo por primera vez en la vida es incomparable. Sé que es un algo trivial, nadie debe ponerse a pensar en grandes logros, quizás el gran logro haya sido convertir en importantísimo algo que pocas personas entendemos por qué podría serlo.

Me quedé con ganas de haber llegado un poco más temprano para disfrutar un rato más. Voy a lamentar más de una vez mi torpeza al querer grabar la primera improvisación de Mía con la armónica. ¡Ay! ese botón mal apretado no solo perdió el registro sino que también me distraje en pos de la memoria de lo que estaba ocurriendo, no lo suficiente como para no darme cuenta de que tiene un don pero repartí la atención entre el acto y su registro, y algún detalle es irrecuperable.

Quizás no deba sorprenderme tanto el microclima que se genera, ver a los niños después de la hora del descanso, cuando es habitual que el cansancio los ponga incómodos o fastidiosos, verlos tan compenetrados en sus intereses -infantiles o no-, jugando plácidos sin disputas ni desacuerdos, contagiándonos y todos contagiados de un clima festivo y de alegría.

Recuerdo un verso, carne de bosque, y recuerdo que en un momento llovían versos.

Me distraje, un rato largo. Eso quería.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Ando necesitando



Ando necesitando escribir un poema que refleje una mentira. ¿Cómo poder escribir alegría de una forma convincente?, cosa de leerme y creérmelo. No hago más que negarme lo que me duele en estos días. Trato de no darme cuenta a la hora del descanso de que grande puede ser una cama, de que larga puede ser una noche y de cuanto ruido hace el silencio de tu respiración ausente. No encuentro la salida. Voy de espejismo en espejismo y de ilusión en ilusión, confiando en encontrar un escape. No sé estar solo. Tampoco sé atraer lo que preciso, tengo un talento natural para asustar. Como si fuera una maldición, soy mi propio caballo de Troya, porque me falta el valor para tener éxito, porque destruyo lo que quiero ver crecer, traicionándome a mí mismo.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Devenir

Por favor
no seas cruel,
no me obligues,
no preguntes.

Palabras que no sé
o no quiero saber,
intento olvidar,
ocultarlas
bajo un montón de día a día
y de rutinas.

Las cosas
van como van,
siguen su ritmo,
su derrotero

Juego a ser el capitán
de un barco sin timón
ansiando
una corriente cálida
que me aleje de los hielos
y me lleve
a aguas tranquilas.

Entre todo esto
que me pasa
está lo que no me pasa,
ausencias
dolorosamente insoportables,
deseos
diametralmente insostenibles,
y un centro
que me elude,
que me evade,
que se resiste
a coincidir conmigo


A la vida que soñé,
-la que me prometí-,
aun no llego,
a esa promesa de refugio
cuya llave fue ofrecida.

Aun estoy solo,
aun espero,
aun respiro.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Recuerdos

A veces me equivoco al responder desde cuando escribo y digo que escribo hace un poco más de un año o un poco menos. Este error no es en un intento de mentir o de contar algo distinto de lo que es, sino debido a que muy recientemente me tomé esto de escribir con algo que no sé si es adecuado identificar con la palabra seriedad pero que al menos me permite pensar en la palabra constancia.


De joven -de joven en años- escribí algunas cosas de las que me quedan recuerdos, sobre los que se dibuja una mancha de tinta dantesca, que es haber convalidado la opinión de otra persona -celosa quizás de un pasado del que no fue parte- a la cual no me supe oponer respecto a que no tenía sentido conservar algunas cosas de aquella época. No es que tuviera mucho escrito y no es tampoco que tuviera un gran valor literario pero me gustaría hoy poder releer las cosas que escribía hace treinta años o alguno más.

Recuerdo tres poemas de los cuales solo atesoro algunos versos y la intención o el hecho que me llevaron a escribir. No sé si es el primero en orden cronológico, un poema llamado Elegía, que tiene que ver con la perdida de un amigo fundacional de mi vida, un amigo de la juventud, un amigo de esos que no sólo por su ausencia prematura e inesperada se incrusta en mi historia sino por todo lo que ocurrió en mi vida a partir de la amistad con él, entre muchas otras cosas conocer otros amigos. En este poema me lamentaba de su muerte, absurda como toda muerte a destiempo, capricho del azar, una trampa tendida por un ánimo alegre y un  traicionero segundo tren. Todo lo que recuerdo es que decía en algún lado:
     Rueda que ruedas avanza,
     Vas trayendo vida nueva,
     Rueda que ruedas detente, 
     Vas dejando vida yerma,
     Rueda, maldita rueda, porque
     Llamaste hoy a mi puerta

El segundo recuerdo es de una poesía larga, de versos cortos, con un intento de rima y un trasfondo de queja sobre la suerte de muchos niños anónimos y pobres en el interior del país. Empezaba (esta parte recuerdo):
     Su nombre tal vez sea Juan,
     Tal vez Pérez su apellido,
     Quizás sea rubio y pecoso,
     Más probable morochito,
     Con los ojos oscuros
     Y la piel color de limo.
Y de como terminaba recuerdo el antepenúltimo verso La suerte de haber nacido y el último En este suelo argentino y tratando de completar, de reconstruir este remate, el penúltimo verso se resiste a regresar, y la  memoria y la amnesia me hacen juegos de luces, como queriéndome decir que su final era simplemente ese:
     La suerte de haber nacido
     En este suelo argentino.
Mis neuronas bibliotecarias tienen vida propia y estados de ánimo variables, a veces son voluntariosas, a veces desganadas, se empecinan en archivar sin mayor orden ni adecuado registro, de lo que resultan estas confusas situaciones de no saber si están recuperando fielmente los originales o están haciendo una puesta en escena confiando en volver pronto a sus quehaceres y deshaceres.

Y el tercer poema tenía que ver con la llegada a Buenos Aires de una jovencita entrerriana que venía a estudiar, a quien me iban a presentar y me presentaron, una chica con la que no pasó nada, como era de suponer (un joven entre tímido y miedoso no pudo decirle lo que le quería decir). Se llamaba Elogio (a fulana de tal)(1)  recuerdo partes sueltas, era también una poesía larga de versitos cortos y estrofas cortas, son pocas las partes que más o menos voy recordando, hablaba de ella, de su apariencia física, una chica menuda, bonita, y arrancaba:
     Has venido de lejos
     y pude ya verte, 
     que suerte la mía,
Tendría que hacer un esfuerzo mejor por recordar y presentar un relato más llevadero, esfuerzo que quizás haga en la fase de desgrabación de esto que estoy escribiendo ahora (2). Hablaba de su sonrisa, sus pechos pequeños, y sus mejillas, sus ojos claros, sus pupilas, y su cintura y su … y su … , era todo así, un catálogo de méritos estéticos, de lugares comunes o de piropos, habría que ver como se considera todo eso. Cerraba algo así como:
     … mi fantasía,
     musa celeste
     que no sea en vano
     mi poesía.
Tenía un ritmo muy llevadero, muy de poder leerse ágilmente. Me hace acordar al Dejeuner du matin de Prevert por su manera de leerse, aunque este último poema sugiere una lectura más lenta y menos alegre. Mis versitos eran más de tararán, tararán, tararán, tararán, aptos inclusive para acompañar una marcha forzada a pie.

Estos son los tres primeros que recordé. El Juan Perez murió en una carpeta, el Elegía no tuve el valor de dárselo a la mamá de este amigo, y el Elogio a FDT tampoco tuve el valor, que vamos a hacer. Escribir era algo que ya hacía en aquel momento, estoy hablando de Elegía que es del año 83, el Elogio es también de esa época y el Juan Perez es anterior, un par de años menos.

Recuerdo también a una compañera de Inglés, con la cual teníamos una capacidad de charla y comunicación impresionante, y a la que alguna noche debí besar en la boca y no lo hice, a quien sí recuerdo haberle regalado (sin explicarle el gesto) un poemita:
     Abres la puerta
     Y sonríes, 
     Me recibes
     Y sonríes,
     Cierras la puerta
     Y corres a tu cuarto
     A llorar tu tristeza
Con 95 % de probabilidades estos eran los versos. Si a mi me escriben algo así me hago pipí encima, con 95% de probabilidades, fue su respuesta. Si hay un premio nobel de timoratez lo reclamo para mí.

Estas cosas hacia en mi adolescencia, no recuerdo mucho haber escrito después, no tenía ni método ni constancia, en aquel momento era tengo ganas de escribir y escribo algo, pero eran cosas puntuales, así que, ¿desde cuando escribo?. Creo que hasta podría responder que escribo desde que hablo, pero tiene mucho que ver lo hecho este último año con este reencontrarme conmigo mismo que comentaba en otro artículo.


(1) Fulana de Tal era un nombre real de iniciales BG que prefiero omitir aquì.
(2) Confieso que no lo hice

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Amén

Las manos
como clavos en las muñecas,
dos brazos extendidos,
tu cuerpo crucificado,
y el otro
sosteniéndolo todo.

Por favor no traigas puesto
el talismán naranja en el que crees,
o que ya no te importe
si sus ojos son necios,
porque no tendré paciencia
cuando aceptes la hora
y tus labios se permitan.

Saltarán o no botones,
desnudaré rehenes,
y aquí terminan
los planes que conozco.


martes, 4 de septiembre de 2012

Club Atlético de Poetas

La noche que está en vías de terminar fue para mí una noche destinada a permanecer en la memoria, una noche que me ha enriquecido de varias maneras, y que me permite ratificar que mi vida está apuntando hacia el lugar que tiene más que ver con mi propio eje. No ha sido en vano nada de lo vivido pero en particular este proceso reciente y quizás inconcluso a resultas del cual me rebelo contra una situación que de alguna manera me oprimía y me revelo a mí mismo como una persona que ha estado meando fuera del tarro (es la manera en la que el exceso de cerveza me hace hablar, puesto en términos literarios he estado contrariando mi esencia) sin estar demasiado consciente de esta contradicción hasta hace poco más de un año, viviendo una vida que no entendía porque no me conformaba si tenía prácticamente todo lo que se puede creer necesario: una buena mujer, una buena casa, una buena familia, un buen trabajo. Desde el punto de vista de los otros tenía una buena vida pero en esa vida había algo que no estaba y es el verdadero Juan.

Me encantó ponerle cara a una voz que escuché por radio y a una palabra que leí muchas veces. Me encantó el contacto con escritores de carne y hueso, Nicolás Correa -el autor de este libro- y Julián no-recuerdo-qué el escritor que lo comentó (¿O Julián era el editor y el escritor que lo comentó era otra persona?, con el tiempo aprenderé los nombres quizás). Pero ver escritores no sólo de cerca, de verlos a pocos metros de distancia, sino verlos de cerca en cuanto gente digámosle normal, haciendo un uso amplio del concepto de normalidad, gente normal, gente como yo, gente de jean y zapatillas y la barba de algunos días, gente que toma la palabra y se sube a caballo y se va de paseo sobre ella con más o menos un camino predecible, gente diciendo cosas que cuando las escuchamos nos damos cuenta de que ya las sabíamos pero no teníamos presente saberlas hasta ese momento.

Lo de Hugo Martinez me dolió. Hizo que me duela una noticia periodística que uno ha seguido de lejos, con cierta curiosidad amarillenta, de un amarillo propuesto por esta gente que se dice periodista tendiéndonos una trampa de la que tardamos en escapar, porque en algún momento estamos hablando y evaluando si la madre sabía o no sabía quienes eran o quienes no eran los secuestradores (bueno chicos ya está); -Y claro no?; - Si esta gente...; - Mirá...; - Pero a que se dedicarían no...; - Y estaban en la pesada...; y de pronto es una nena de once años y es un espanto el hecho, son un espanto los padres, son un espanto los periódicos y la prensa televisiva y los comentaristas y los opinólogos y somos un espanto nosotros también.

Todo ha sido interesantísimo. La voz de esta chica que cantaba, los músicos, y los que leímos algo -la parte donde me incluyo-, todo ha sido para mi una larga sucesión de peces fosforescentes en escena, me he sentido completamente idiota en el mejor sentido de la palabra, el sentido en el cual Cortazar la empleó y lo he contemplado todo con estos ojos de niño, de estar viendo algo por primera vez, maravillado por cada uno de los nimios detalles que pude percibir.

Me complace sentirme bienvenido en un lugar, y me complace dejar entrar a mi vida a este club.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Señales de humo

Estoy atento a muchas voces
y podrías preguntarme
si distingo la tuya entre todas;
no sé si coincidimos
en cuestionarnos esto
y quizás te pase lo mismo:
la duda no descansa ni perdona.

Somos humo hecho señales
disfrazadas de ecos y respuestas,
deseosos de compartir la orilla
el tiempo se nos va río abajo
mientras buscamos la seguridad del vado.

Ignoro muchas cosas que tu no,
conozco pocas canciones
y envidio los dones de artillera
con que atacas mi refugio,
de la duermevela al sobresalto
y de vuelta a la quietud,
pero ni mucha ni bastante,
apenas la necesaria
para que el péndulo extrañe..
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