jueves, 5 de diciembre de 2013

Mares pares

aceptar el cuerpo
no lo convierte en alimento
nos reiteramos
entretenidos en un error
que nos sumerge a gritos,
que nos consume
como un océano
de burbujas estrelladas

mares y pares
nos circunvalan
sin mejores ni mejores
para aislarnos
de las sirenas
y las canciones,
nadamos
entre cenizas de volcanes
y ataúdes de pescados,
la garganta nos pide,
callada,
la carne piensa basta
en una lengua que no habitamos

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Mareamar

Cada cual sabe
por donde anhela ir,
el suave cauce
dulce y definitivo,
redondo
como todo lo perfecto
que se precie.

Son épocas bravas,
de olas picadas,
de ir por ahí
con el esternón hecho piedra.


domingo, 17 de noviembre de 2013

No Me Olvides

I

No te voy a decir
que me puse a escribir
sólo para no mirarte
en brazos de otro varón.

Respeto como un código
tus pasos de baile
del color del arcoíris
en brazos de otro varón.

A veces me veo como extraño
frente a la pista pisada
mirando un tango en el ring
en brazos de otro varón.

El dueño de casa es el dueño de todo
y yo te veo, sola y en sus brazos.

II

Yo podria ser tu modelo, siempre que no me imites.

Sos el arte hecho obra.

El dueño de la mesa parece un boxeador completo,
la dueña del escote esta orgullosa de sí,
el calvo toma ventaja,
el otro calvo pasa al ataque.

III

El terciopelo rojo como la sangre borgoña,
tengo al alcance todo cuanto preciso
excepto mis ojos para ver
mi vida en un espejo,
voy a hacer uso de todas mis prótesis,
a asumir la virtud de mis defectos,
a mirarte sorprendido convertir tu mano en mariposa.

A veces siento en mi espalda
la sombra de una mirada
que me pide que voltee,
a veces me despierto

Como si fueran recreos
descanso la vista en mujeres de perfil,
saco a pasear mi dentadura y mis falanges
para que sean testigas
de falencias y falacias.

Cada tanto me acuerdo
de todas y cada una
de las almas que recuerdo.

Te escucho conversar sin oír,
leo tus labios hablar cualquier dialecto
de los que ignoro.


IV

Algunos bailan,
otros son bailarines,
me gusta observar tu mano
y escribir sobre eso,
flota
como anestesia
dejando una estela,
como un reguero
de sombras sanas,
no sé si te daré un beso
pero te daré un poema
las noches de los números primos.

Esa gente
que es loca de lo que hace
baila en la pista
o se deleita en el extasie
de las velocidades lánguidas,
se florea
a la hora de los dibujos,
las palabras,
o las fotografías,
conversaciones adolescentes
describiendo las ideas como si fueran colibries.

V

Los abanicos
rojinegros
yacen sobre la mesa
y la medusa a franjas
decora el arrecife
entre siluetas
de luces y sombras
ateridas por la noche
orgullosas
del agua en el que nadan
como un tiburón
o un delfín,
oteo la seña
del jefe del cardumen,
un dedo ejecutor de la sentencia,
los cuerpos
unidos en la distancia
de un baile que es una cópula
sincronizada o estéril
que obliga a adivinar
o ceder las fichas blancas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Ella

Ella está moribunda
después de sernos tan infieles,
de tantos días de cara y ceca y cruz,
de amores convencidos a destiempo
entre deseos satisfechos y negados,
la renuncié tantas veces
por respetar la quimera del futuro
o sencillamente
por el temor de tomar una estaca,
una ristra de ajo y una maza
para matarla y darle muerte
a plena luz del día.

Cuando la olvido
logro trascenderla
hasta una vida color rosa
y yo me siento la Piaf
en el beso del micrófono,
me estoy volviendo
una forma rara de persona,
un Juan impuntual
pagador de la pulseada perdida
ante la apuesta diferente
contra mi contradicción,
la palabra derecho rima con revés
y la palabra revés rima conmigo,
un NN, un capicúa
montado sobre dos piernas bizcas
que caminan de reojo.

martes, 12 de noviembre de 2013

Quiero

Quiero que mastiques como vidrio molido
los platos rotos donde serviste las promesas,
que te tragues las lágrimas que vomitamos
y te desangres entre todos tus laureles.

Quiero que se infle tu abdomen fermentado,
que la nausea te acompañe,
que tu comida solo tenga olor a bilis
y que olvides la palabra orgasmo.

Quiero que te desveles por las noches
y que las horas te resulten largas, espesas
travesías entre hastíos y rutinas
de sabanas pegajosas y calientes,
de colchones tercos y almohadas rancias.

Quiero que pierdas las llaves de la casa,
que te duelan tus dientes y anteojos,
que te falte una moneda y un billete
y apagarte el calefón durante el baño.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Piruja

Me gustó la sorpresa,
me gustó la sonrisa
débil
tan celeste
como una isla de nubes
donde esa palabra se exhuma
como la más impar de las alhajas.

Ya conocemos
las reglas de un juego
que no las tiene,
que cada vez es distinto
como las millas
y los misterios.

Dentro de nosotros
hay un quásar
impenetrable
perdido en la galaxia
donde latimos
como burbujas,
un blanco imposible,
escurridizo
del que vemos la estela
de piel de oveja
que se desprende
y llueve
como en un caos
o iglúes distraídos.

sábado, 12 de octubre de 2013

Luci in the Sci with monos

Junté el resto de mis venenos,
me lo inyecté en la sien
y salí de paseo,
una sucesión de obstáculos
desenfocados
o con mala puntería
pasa cerca
sin arañarme,
no hay nada detrás de la línea de prohibido que me importe,
sigo caminando
pasándole revista a los restos del incendio,
inmune a todo mal,
no hay nada que más se celebre que el amor
o el amor propio,
el de nosotros y para nosotros mismos,
el águila usa anteojos,
vuelvo sobre mis pasos
para recordar la otra verdad inolvidable,
desvanecida
en alguna espiral incandescente.

jueves, 3 de octubre de 2013

No estoy loco

Soy tan distraído que a veces me olvido de distraerme y aterrizo como el meteorito que extinguió los dinosaurios en un almizcle amniótico llamado realidad, que también es cautivante.

El presente real se me ofrece como un continuo que me llega del exterior a través de los sentidos, pero cuando estoy distraído o intraído o extraído o atraído (o cualquier otro traído menos el de los pelos por este plasma universal que insiste en congregarnos) abandono la pecera y por un rato no soy más “one of the two lost souls swimming in a fish bowl" de uno de los poemas favoritos de un favorito y soy cualquier otra cosa, como un gordo farsante que despunta sus vicios en la cama velando el sueño de sus hijos, o un actor o un escritor o un pintor o uno cualquier otro de los sayos a los que soy candidato.

Chalecos de fuerza debe haber de todos los talles, pero no por eso aceptaré usar uno. Tengo derecho a estar suelto y lo ejerzo, y además no estoy loco, sólo me hago con el válido propósito de usar a mi favor las prebendas que le hacen honor a ese elogio.

No estoy loco.
Ya me curé de eso.



martes, 17 de septiembre de 2013

Chiquilín te amo

Chiquilín te amo, leo agradecido.

Todos tuvimos un amor, que fue el más grande: ningún amor posterior puede ser menos que el que se ha perdido. Eso es lo que hace que nos consolemos creyendo con un poco más de derecho haber encontrado el amor de nuestra vida, inocente de todo nuestro pasado hasta que se demuestre lo contrario y deje de ser amor.

Cuantas veces nos escudamos; como cada vez que nos enamoramos encontramos que hay amores de talles más grandes.

Un amigo
de vez en cuando
decía
la vida
se nos entrega,
celebramos la fe
en la fe de erratas
cuando los sistemas cartesianos
restituyen el orden,
al final la lógica se impone
confirmando que somos una tautología,
verdaderos
en ambas tabas,
somos si y también,
vuelta y vuelta,
viceversa,
esferas,
cuerpos perfectos
de una única cara
rodeada de soles.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Ruleta rusa

Voy a ir a buscar una caja con poemas escritos solo por vicio, voy a agarrar el primero que no recuerde haber mostrado, y lo voy a copiar aquí a continuación:

Deje un par en el camino, porque no quiero hablar aquí de ciertas cosas.

Tomé un tercero, lo leí, me dije "este sí", y vi la fecha después.

Hace un año y un día, el 14/9 del año del fin del mundo, el 2012.




Y de pronto un espejismo
golpea en la puerta,
voces amigas que se leen,
palabras disociadas de su carne.

Entender la búsqueda

como un atajo falso,
entender que la flecha
deja una herida,
y la espera duele,
y la ausencia mata.

Así que ,,, al poema resucitado: ¡feliz aniversario!


PD:
Hice trampa en la ruleta rusa.
Rechacé las dos primeras balas.

viernes, 23 de agosto de 2013

CARA FELICIDAD

Todos los días, desde el alba
vivimos un día que está empezado
y yo no puedo prometerte nada
que dure después del próximo anochecer,
ese puñado de horas
son las que pienso
sin temor a equivocarme
que pueden ser tuyas,
por todo lo que me pasa cuando estoy contigo,
por todo lo que me ha pasado
desde que te conocí,
en cada una de esas veces
hubo un encuentro
y de cada una de esas veces
salí mejor.

No tengo manera de disimular esto,
no tengo manera de olvidar
una colección de casualidades en las que creo
como hechos y como colección
y de las que tengo una duda razonable
sobre su carácter de fortuitas:
si hay situaciones determinantes,
si una persona nos hace encontrar
adentro de nosotros una versión mejor de nosotros mismos
¡que tentación la de ponerle un nombre a todo esto!.

Le temo a algunas palabras
y no las pronuncio
pero las huelo, están ahí, cercanas,
hay algo en el aire,
hay un rumor como de piedras sacudidas en el lecho de un río caudaloso,
como a veces hay olor
a pasto humedecido por el rocío en el campo,
es algo así
como el olor a pan tostado en una cuadra de panadería,
hay una fuerte, fuerte convicción de amanecer en el ambiente.

martes, 6 de agosto de 2013

Que será de mí


Que será de mí
cuando de mí nada quede,
cuando se haga cierta la amenaza.

A veces sueño en cantar hasta morir
dejando algo que me testimonie
además de hijos y recuerdos,
del pasto pisado en ambos jardines
y del agua y el aire removidos.

Que será de mis libros,
de mis canciones favoritas,
que pasará con las letras que no dije,
con todos mis temores, que será de ellos
huérfanos de mí, que será de mi sombra
cuando mi alma la descarte
como a tantos huesos débiles
y a las tumbas visitadas y olvidadas luego
de aquellos que hoy me esperan del otro lado
para pasar revista a las consignas,
para saber si les creímos el ejemplo
o seguimos buscando el dado que dice siete,
el logaritmo de uno mismo,
ese número semilla del que descendió todo.

Que será de las puertas ajenas de mí,
de todo lo que no he conocido,
de mis ahorros y mi colección de proyectos,
de todo cuanto he pospuesto,
quien usará mis perfumes reservados,
quien se hará cargo de todos mis fracasos
(y peor aun, quien guardará consigo mis frustraciones),
quien leerá sobre mi ausencia estas palabras
cuando de mí sólo quede un pasado
hecho tierra y alimento de gusanos.

Pobre de aquel que repita mi discurso
sin darse cuenta de que le hablo a un espejo
en forma de papel, donde clavo una mirada
que emerge para lastimar mis ojos;
no hay una respuesta y no hay una pregunta,
ruido, ruido de sirenas y despertadores,
una alarma cuyo nombre es cuenta regresiva,
la vida es un camino de regreso hacia la noche,
al silencio de las nadas y los nadies
y mi voz es un acorde más, quizás con suerte
de ser algo que atesores
en el esfuerzo inútil
de no sentirte parte de la marcha fúnebre.

viernes, 2 de agosto de 2013

Estar

Estar de novio,
empiezo diciendo
como haciéndome el distraído
de lo que callo:
hablando
de viajes y países
se nos fue la noche.

Son los versos
que rescato
de nuestra orgía,
escribo
mirándote a los ojos
nadando entre tus voces
tibias
y redondas.

Después
de ser calvo
quiero ser pelirrojo
y seguir diciendo
las geometrías.

viernes, 19 de julio de 2013

Arthur Cravan

Otro ejemplo ilustrado de lo fortuito.

Desde que Arthur Cravan nació y murió hasta que yo supe de él pasó un siglo y varias generaciones, entre las que incluyo varias transcurridas sobre mí mismo.

No sé que hacían estos amigos míos en Lomas de Zamora esa mañana o esa tarde, antes de ser mis amigos. Apenas me llegó una película absurda y delirante que -de casualidad, cuando no- me llamó la atención. Un tipo pintón y un tipo pintoresco, y esos versos recitados que me causaron algo que me trajo hasta aquí, donde enhebro esto en la confianza de ser una cuenta más en una carrera de postas que hoy te alcanza.

haganme el favor de tirar a la basura toda esa dignidad,
vayan a correr por el campo,
atraviesen las planicies a galope tendido como un caballo,
salten la cuerda, y cuando tengan seis años de vuelta
ya no sabrán nada, y verán cosas extraordinarias



¡Hie! 

¿Qué alma disputará mi cuerpo?
Oigo la música:
¿me arrastrará?
Me gusta tanto el baile
y las locuras físicas
que siento con evidencia
que, de haber sido jovencita,
habría acabado mal.
Pero desde que estoy sumergido
en la lectura de esta revista ilustrada
juraría no haber visto en mi vida
fotografías tan maravillosas:
el océano perezoso meneando las chimeneas,
veo en el puerto, sobre el puente de los vapores,
entre mercancías imprecisas,
mezclarse los chóferes con los marineros;
cuerpos lisos como máquinas,
mil objetos de la China,
las modas y los inventos;
luego, dispuestos a atravesar la ciudad,
en la suavidad de los automóviles,
los poetas y los boxeadores.
¿Cuál es esta noche mi error?
¿Qué entre tanta tristeza
todo me parece bello?
El dinero que es real,
la paz, las vastas empresas,
los autobuses y las tumbas;
los campos, el deporte, las queridas,
hasta la vida inimitable de los hoteles.
Quisiera estar en Viena y en Calcuta.
Tomar todos los trenes y todos lo navíos,
fornicar con todas las mujeres y engullir todos los platos.
Mundano, químico, puta, borracho, músico, obrero, pintor, acróbata, actor;
viejo, niño, estafador, granuja, ángel y juerguista; millonario, burgués, cactus, jirafa o cuervo;
cobarde, héroe, negro, mono, Don Juan, rufián, lord, campesino, cazador, industrial,
fauna y flora:
¡soy todas las cosas, todos lo hombres y todos los animales!
¿Qué hacer?
Probaré con el aire libre,
¡quizás ahí podría prescindir
de mi funesta pluralidad!
Y mientras la luna
más allá de los castaños,
 unce sus lebreles,
e, igual que un caleidoscopio
mis abstracciones
elaboran las variaciones
de los acordes
de mi cuerpo,
que mis dedos pegados
a la delicia de mis llaves
absorben frescos síncopes,
bajo mociones inmortales
mis tirantes vibran;
y, peatón ideal
del Palacio Real,
me embriago de candor
incluso con los malos olores.
Repleto de una mezcla
de elefante y de ángel,
lector mío, paseo bajo la luna
tu futura no fortuna,
armada con tanta álgebra
que, sin deseos sensuales,
entreveo, fumadero del beso
coño, mamada, agua, África y descanso fúnebre,
detrás de los estores ya tranquilos,
la calma de los burdeles.
Bálsamo, ¡oh mi razón!
Todo París es atroz y yo odio mi casa.
Los cafés ya están oscuros.
Sólo queda, ¡oh mis histerias!
Los claros establos
de los urinarios.
Ya no puedo seguir quedándome fuera.
Esta es tu cama; sé tonto y duerme.
Pero, último inquilino
que se rasca tristemente los pies,
y, aunque cayendo a medias,
si yo oyese sobre la tierra
retumbar las locomotoras,
¡cuán atentas podrían volverse mis almas!

martes, 16 de julio de 2013

Elecciones

Elecciones,
y aparecen todos
los vivos y los fantasmas
a llenarnos de promesas,
a volvernos a mentir
un pasado o un futuro
mejor o peor pero distinto,
votemos el cambio,
el cambio seguro,
el cambio que hace falta,
el cambio que viene,
el cambio de la hora,
el cambio del juego.

Algunos se instalan en locales
y otros pasean pancartas luminosas
por las avenidas principales
haciendo sonar la bocina,
lo que sea por un voto,
vale todo
hasta la hipocresía perfecta
de la mentira
conocida
y los rumores de rumores
de que nuestra vida depende
de un nuevo poder
o del equilibrio
siempre inestable
de lo que somos,
lo que decimos
y lo que hacemos.

viernes, 12 de julio de 2013

anónimo de mí

Después
de hacer lo que hicimos
jugar a no decirlo,
somos perfectos, pensé en algún momento,
generosos,
olvidados y abandonados,
recordaba versos al azar,
ratificaba
desde la evidencia plena,
hablamos de tantas cosas tan lindas,
nos llevamos sin darnos tiempo a dejarnos llevar,
mil frenesíes,
tan anónimos de nosotros
agricultores de poemas y memorias.

lunes, 8 de julio de 2013

Jack Kerouac

La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas

JK

viernes, 5 de julio de 2013

¿Cuánto dura el amor?

¿Cuánto dura el amor?

Cuanto debe durar el amor es una pregunta lícita aunque los puristas ensayen una mueca de desagrado ante la posibilidad de que no sea eterno. El amor es un estado de ánimo, es una luz que se proyecta desde nosotros mismos. Cada uno de nosotros es un farol en un desierto, en un mar de sombras, y si no vemos la oscuridad es sólo por ser lo que somos o por estar rodeados de los que estamos rodeados, o por ambas cosas en el que es casi -casi- el mejor de los casos. Hay un caso mejor que se nos niega con frecuencia que es el de sumar nuestras luces a las de otra persona, en una operación mucho más compleja que la adición matemática.

Un amor puede durar horas o una vida.
De las muchas maneras de medirlo, la duración es la más desacertada.

sábado, 22 de junio de 2013

En compañia


Despertar
con la ilusión de hallarte
al otro lado de mi cama,
saciar
 la sed de mi boca
en la tuya
y la sed de mi cuerpo
viceversa.

Comenzar
las primeras horas del futuro
habiendo amado en segunda persona,
después de hablarnos o no
procacidades y noctilucas
bajo la sombra de los sinónimos.


miércoles, 19 de junio de 2013

Gringo Viejo

Tres vertebras hilvanadas
forman la cerviz de un árbol,
una luz mortecina chorrea y se derrama
sobre el lomo galáctico de espinas
del paisaje de dinosaurio corteza
en la piel de un palo borracho,
el paraíso del fotógrafo inspirado
se guarda en la matriz de unas plantas,
una gruesa inquisición
de palos con espinas, medievales,
un cactus que es un falo
de seis aristas
y el racimo de saludos desde un tronco
de una cantera de personas verdes
en un metro cuadrado de multitud.

Un farol de hierro desdentado
pare y abandona resortes por ahí,
las macetas montan guardia
a la sombra del camino del exilio,
al flanco del poste dormitado
por la fanfarria del porro horizontal,
encerrado en pentagramas de colores,
hay un piano de bancos a cubierto
y una Mafalda de lunares
que me desafía al juego
de sembrar adivinanzas infinitas.

La foto del cartón de lotería
entre tanta coincidencia coincidida,
cara casualidad de personas,
el capitán al timón en su puente de su arca,
los actores impúdicos posando
o protegidos en japonés
detrás de una bandera,
gente sin filtro,
oportunistas de la existencia,
dueños perseguidos por valijas,
un par de padres en su día
y algún simulacro de impostor
sobreviviendo a su propia letra.

sábado, 8 de junio de 2013

La Vez Prima

Es bueno saberlo
porque así me lo llevo,
en todos los años que convivimos
nunca fuimos tan amigos
como recién esta noche,
¿como pudimos saber
toda una vida sin sabernos?
cuando fuimos niños al mismo tiempo
y en ese tiempo nos conocimos.

Cuando salto de mi corazón a mi cerebro,
cuando pienso,
cuando escucho lo que digo,
me complazco
como Onán
de mi propia voz,
me siento importante,
me siento poeta,
no puedo no pensar
en tu amiga la famosa,
una casualidad divina
(en la que no creo).

Yo sé que estoy ebrio
y algo más,
yo sé que no es mía esta palabra
o es más mía que de costumbre
y eso es casi lo mismo,
pienso en cuan impúdicamente me desvisto,
con cuanta impudicia
sería mejor dicho
según los libros,
una vez en calzoncillos
pienso en salir a la terraza
al mismo tiempo que pienso
si distinguirás la realidad de una metáfora.

Sentía urgencia de ser mi mismo
delante de ti,
de olvidarnos de antepasados comunes
para mirarnos a los ojos,
hoy juego con un corcho
en el alfeizar de mi ventana,
me siento como un dios
dictando ahora,
me cuesta comprender cuanto nos contamos,
me cuesta comprender a la razón.

Bajo la voz
para no levantar sospechas,
cierro la puerta,
levanto la tapa,
apunto al centro del corazón,
me dejo caer,
apunto al centro de mi vida,
asumo el error como una opción
pero no le temo a esa palabra,
me siento como si diera consejos,
no logro salir de mí mismo,
vacío una mochila sobre esta mesa
y no encuentro lo que busco
hasta que pienso en el lugar menos pensado,
el más insólito,
el que nadie diría,
escribo otra vez en primera persona
como cepillándome los dientes
con ganas de tener la boca limpia,
la vida dice cosas que yo digo metáforas,
sé que estoy escribiendo,
¿y qué si las dos cosas pasan al mismo tiempo?,
¿quién podrá decirnos qué no?,
¿si lo que nos dicen castigo resulta ser un premio?
aunque el escalón cruja bajo nuestros pies.

La opción es dormir
o pagar otra vuelta,
en el momento de apagar la luz
no puedo ni cerrar los ojos,
quizás un vaso de vino no hacía falta
-supimos después de tomarlo-
lo que hacía falta era este rato.

La maldición del escritor
es estar ausente en lo que escribe,
siempre en otro lugar,
siempre testigo
de mi mismo, de mi vida,
a veces temo no ser claro
y a veces estar más allá del silencio,
no puedo no pensar en tu cara mientras leas,
no puedo no pensar en tu amiga cuando opine
o cuando lea
o cuando ignore,
no puedo no pensar, el tema es ese,
lo imposible de pedir silencio
a uno mismo,
tenía tantas ideas hasta hoy,
tengo tantas ideas desde ahora,
esta necesidad de caminar,
de hablar en voz alta.

jueves, 6 de junio de 2013

Por ganar una discusión

Hechos reales.

Tren de Glew a Constitucion, 
5/6/13, 
9:10am

Por ganar una discusión, la gente es capaz de sostener mentiras. Esto lo sabemos todos, pero no todos coincidimos en el desvalor del método.

Por aprovechar una oferta de azúcar y harina, limitada a dos unidades por grupo familiar, una pareja deja de hablarse y pide cuentas separadas en la caja de un supermercado. Ante la evidente treta la cajera, celosa defensora de consignas ajenas, le llama la atención. Entrenada en el arte de la mentira, la mujer plantea una batería de opciones, poniéndole sin saber precio a su alma. Por la satisfacción de ahorrar un dinero que no precisa ahorrar, por el gusto de su triunfo miserable, negó al esposo, negó al hijo, negó todo, levantó la voz, pidió el libro de quejas, destrató a la empleada delante del supervisor, luego al supervisor, luego a la cadena de supermercados, y agotada la instancia, luego de consumar su proeza, se hizo confidente de testigos ocasionales e involuntarios, en los que buscó complicidad para enjuagar su apestosa conciencia.

Yo no tuve la suerte de estar ahí. Si hubiera estado, en uno de esos días en que me siento defensor de pobres y ausentes o con ganas de ser inoportuno, hubiera desenmascarado a esta persona que presume de astucia, en el preciso momento en que creía sorprender a la cajera argumentando ¿cómo sabe que somos pareja?. La hubiera expuesto: es su marido – se fue con su hijo – la espera en el auto – está presenciando el desenlace desde allí - ¡Señor, venga! – se olvida a su mujer. ¿Tanto necesita una familia con auto mal ganarse diez pesos?

Me tocó presenciar el relato público de la mentirosa a la persona que compartía con ella el asiento del tren. Primero me molestó el tono de voz, impúdicamente alto, luego la historia en sí, mas tarde la combinación de orgullo y alegría con que narraba su epopeya y por último (por ahora) la risa que le causaba a ella y a su oyente este acto que, estoy seguro, desnuda ante el espejo le daría vergüenza.

Antes que todo eso me molestó su descarada voluntad de no ceder el asiento, ni ella ni su oyente, cuando tenían frente a sí mismas a una mujer con un niño en brazos. Seguramente tendría una batería de justificaciones para no hacerlo, porque en ese oficio dio suficientes muestras de experiencia durante el relato de su compra, pero no llegamos a conocerla porque otra pasajera le entregó su asiento a la joven madre. ¿Qué nos habremos perdido?. Seguramente la recomendación de esperar el próximo tren aprovechando la condición de cabecera de la estación Glew, la conveniencia de viajar a otra hora, la ventaja de los métodos anticonceptivos o –ya la imagino capaz de eso también- la grosera admonición ¡volvé a Bolivia a ver si te dan el asiento!

Nos pasamos el viaje mirándonos de reojo o furtivamente. No sé si sospechó que escribía sobre ella, ni si se percató del momento en el que le robé una foto. Creo que no.

Llegando a Constitución, demoré mi descenso sólo por tenerla a tiro de pregunta. No quería terminar esta crónica sin dejar completamente expuesta la verdad. Venciendo algún prejuicio le toqué el hombro izquierdo y sostuvimos el siguiente diálogo.
- ¿En serio hiciste una queja en el supermercado?
- Si.
- ¿Pero era tu pareja?
- Si.

No tenía caso extender la situación. Los ateos son ateos, los creyentes creen, los escépticos dudan y sospechan. Poco podría agregar en esa conversación: ¿Comentarle que estaba escribiendo y sobre ella?. Temí desatar alguna fuerza maligna y terminar dando explicaciones ante alguna otra persona distinta de mis lectores, y temí más, mucho más, que el hecho de haber alimentado a un escritor engrandezca su absurdo orgullo.

martes, 4 de junio de 2013

Mi hermana mayor

Mi hermana mayor es un enigma, una vida compartida a la que no tuvimos acceso. La suerte o el destino o la voluntad de alguno de todos los dioses quiso que así fuera. Me lleva un poco más de cuatro años, le siguen mis otras dos hermanas mayores antes de mí y delante de mi casal de hermanos menores, que no fueron los peques en su infancia tan solo porque no existía esa palabra. Tengo en mi hermana mayor una sensación plena de injusticia. Tengo una curiosidad mayúscula por todas las cosas que hubieran sido diferentes si hubiera sido una persona capaz de hablar. Aun es, ella aun es: el azar quiso ganarle a la estadística, dándole una longevidad que no califico por su duración. La presencia de mi hermana Cecilia es de algún modo una ausencia. Siempre estuvo para no estar, para habitar en un mundo inaccesible, un sarcófago intelectual que no le permitió nada. Muchos otros padres se hubieran desanimado, los míos no, y entre todas las sucesiones infinitas de casualidades bajo las que existo, esta fue una. Nada menos que la vida de uno mismo dependió de una casualidad adversa. No quiero hablar de mí, quiero hablar de mi hermana, y de mi hermana es tan poco lo que puedo decir. Es mucho más lo que puedo no decir, de una persona que jamás dijo una palabra, y cuando digo una es literalmente una. Tenía –hasta la última vez que la vi- la capacidad de hacer algunos sonidos, y tengo el recuerdo lejano de haber escuchado alguna vez una canción gutural, y no sé pensándolo bien si tengo el recuerdo o el recuerdo de las ganas de tener ese recuerdo. Jamás supimos que escuchaba cuando oía. Percibía la onda sonora y no sabemos más. Aprendió muy pocas cosas hasta la última vez que la vi (un última vez del que tomo conciencia de su capacidad de convertirse en el última vez definitivo), hasta esa última vez la vi aprender un camino dentro de la casa que la llevaba de su dormitorio a su balcón, el balcón principal del living. Se le daba de comer en la boca. No recuerdo que se le diera agua (esto es una segura omisión de mi memoria). De las incontables tertulias familiares jamás participó. Cuantos novios no tuvo. Cuantas opiniones se llevó. Y cuantos abrazos, y cuantos besos, y cuantas caricias, y cuantos sobrinos, o cuantas revoluciones, o cuantas bombas. Tengo de momento una tristeza, y mi único consuelo hoy es un recuerdo, o una próxima visita, que hace tiempo medito, un hace tiempo a partir de hechos más o menos recientes en mi vida. Es una hermana que no tuve. Es un pariente. Un afecto infructuoso, unilateral, ciento por ciento unilateral. Tengo mucho miedo de llorar en público si alguna vez leo ante testigos este homenaje. Podria dejar de hablar acá, que me ha ganado la tristeza.

jueves, 30 de mayo de 2013

Una noche de marzo

En un cambio de táctica, comienzo a escribir -literalmente hablando- sobre un teclado, a una hora imprecisa de la noche, cuando creo que es aun temprano y en esa anomalía del orden diario, terminó todo lo demás que se hizo hoy y sólo me quedo yo con parte de mi elenco de fantasmas interiores y una hoja en blanco. No se aun quienes dijeron presente y quienes faltaron a la cita conmigo. A un par trate de perderlos de vista, por conocidos, por no querer escucharlos a esta hora.

Sin saber aun hacia donde poner proa -me refiero a este texto ahora, o mejor dicho me refería a este texto, o creí estar refiriéndome a este texto hasta pronunciar la palabra proa, momento en el que sentí la inmediata curiosidad enciclopédica de repensar la intención, y ver en cuantos otros significados podría traducir las primeras siete palabras de este segundo párrafo. Releo y confirmo.

Por alguna imprecisa también cantidad de causas, hace mucho tiempo que no enfrentaba esta situación en esta misma situación, me refiero al acto de escribir sobre la notebook en primera instancia, y a la voluntad expresa de prosear en vez de escribir poemas. Por algún motivo estoy muy cerca de los versos últimamente, por algún motivo estoy acostumbrado a hacerme dictados que luego desgrabo (en su gran mayoría, y no todos básicamente por falta de tiempo) o escribir en mi cuaderno de hojas lisas cuando intuyo que voy a expresar algo mejor, dentro de la calidad de buen aficionado de mis versos, o en una hoja cualquiera de papel cuando no tengo el cuaderno a mano o esa intuición. Es una invalorable ayuda poder releer lo que uno está diciendo antes de seguir diciendo, asegurándole al conjunto de lo expresado un hilo invisible pero firme y un cauce armonioso en sus meandros. Como ejemplo de lo que esta posibilidad permite, reconozco que en algún momento de este párrafo salí a recibir la ayuda de mi vecino a fin de solucionar un detalle menor de mi automóvil, tras lo cual di un par de vueltas a la manzana y ahora heme aquí re enhebrando mi voz.

Varias veces pensé en escribir hoy -recién ahora puedo- sobre otro tema, del que ni siquiera hablé aun. Presencié anoche un número de varieté, "incomunicados", donde la actriz desarrolla una conversación frustrada entre un hombre y una mujer, que se desean y precisan pero se desencuentran, entre conversaciones cortadas, teléfonos ocupados, teléfonos mudos; y va creciendo la urgencia recíproca y va al mismo tiempo haciéndose estadísticamente adverso el resultado, dos personas que quieren encontrarse y que no pueden.

Al terminar alguna de las secciones de la noche me encontré y saludé a la actriz, con quien coincidimos en la duda respecto del próximo intento, aquel que aun no se hizo y que, por esa misma condición, es de dudosa factura. Se hará, no se hará, repetirá, no repetirá. Lo que en un momento es deseo en otro momento se hace voluntad, y en otro momento se hace inercia, y vamos con el mensaje adonde ya nos dijeron que no vayamos, y mantenemos la duda sobre la autenticidad de la inercia y sobre el fin de la voluntad. ¿Porqué no olvidar y ya?. ¿Porque ese retorno al mostrador, a intentar lo que no intentamos además de reintentar lo ya intentado? ¿Nos estarán llevando la cuenta de las mejillas presentadas?

Los síntomas van y vienen. De algo no estoy curado. Hay un poema, quizás no sea tan perfecto.

jueves, 23 de mayo de 2013

Hada Madrina


Mi primera vez
en un escenario,
la de ella fue un tren,
unidos en un mismo color
cuyo nombre es un pasaje lejano
a una infancia maravillosa
a la que vuelvo cada tanto
y en la que aun habito
cuando olvido mi edad.

Donde algunos miden
el tamaño del gesto
yo peso el efecto,
en varias bisagras de mi vida
encuentro su notable coincidencia,
testigo, fiscal, juez y defensor,
la misma cara en los cuatro retratos,
ideas, sociedades,
nuestra pequeña logia privada,
ese lugar en que nos encontramos
del otro lado del otro lado.

La tercera pata de la mesa
apunta al norte,
al centro del futuro,
hacia el polo positivo de la tierra,
la apuesta es la máxima
permitida
por la irresponsable certeza
de que no existe lo que no conozco,
demasiada seguridad
para la punta de una aguja.

domingo, 19 de mayo de 2013

La vida a los Cuatro Vientos




Un turrón vale oro
a las dos de la mañana
hay una función
la venta de discos a la gorra
todos somos actores
un poco ácidos y un poco cítricos
con garras creciendo en los ojos
sube y baja la presión
la invitación resuena
quizás nunca vuelva a ver al borracho
con el que compartí una conversación
quizás no vuelva a ver a nadie
o amanezca con dos Alephs en los ojos
conociendo todo.




Rastreo la señal
sigo la música
me bajo del tren
y me encuentro con mis nuevos amigos
igual de bien que anoche
el saludo fue algo así como un nos vemos.
gente que vive una pasión
al borde de la cordura
del otro lado
estamos llegando
ese fugaz momento
en el que dejamos de avanzar
escuchar un poco a Los Redondos
acelerar el paso
vaciar el verbo confesión de contenido
convertir en bendición la maldición profética
hacer silencio y respirar hondo
poner un pie y la cabeza.

viernes, 17 de mayo de 2013

VIDELA. La punta del iceberg.



Mi primera reacción ...fue mi primera reacción.

Una sensación rara, una mezcla de sentimientos ante la muerte entre los que estaba incluida la alegría junto con una cierta nostalgia, de la peor, la nostalgia de lo que no pasó.

Cuando pienso en la historia del país que habito (para bien o para mal, y elijo pensar que para bien, nací argentino), tengo muchas de esas nostalgias. ¿Que hubiera pasado si no echábamos a los ingleses en 1806?. ¿Y si la batalla de Caseros hubiera tenido otro resultado?. De esas dudas tengo muchas, pero son tan lejanas hacia atrás, tienen una escala temporal tan distinta de la mía, que poco gano en esa elucubración. Voy a mirarlo mas de cerca. 1976. Que hubiera pasado si no hubiera pasado lo que pasó.

A riesgo de ser insultado, voy a pasar por alto el precio en muertes directas que pagamos como nación, y voy a poner el ojo en el precio económico que pagamos, que hemos estado pagando y que seguiremos pagando, que a la postre terminará siendo una condena eterna (en la escala temporal de mi propia vida y la de mis contemporáneos). A aquellos muertos los lloramos, a los que se encontraron los enterramos, los recordamos, los honramos, los sobre vivimos. Al mismo tiempo que pasaba eso, pasamos de tener una deuda externa de 5.000 millones de dolares a una deuda externa de 50.000 millones de dolares, un imposible, un pagaré a perpetuidad, en nombre del cual se nos impuso primero el ponernos de rodillas, después el deber de agradecer al recibir cuando de los platos ajenos nos permitieron lamer las sobras de nuestra propia comida, más las desiguales relaciones carnales, más las hiper inflaciones, más las privatizaciones, más los ajustes, más el sacrificio del bienestar nacional de -por lo menos- un manojo de generaciones.

El germen de esta situación actual, en la que gran parte del patrimonio de la nación ya no es nacional, en la que el precio de las cosas y la calidad de vida de la gente se resuelve en escritorios fuera de nuestro país o de nuestro continente, si bien amanece con la historia de la patria se hace manifiestamente previsible en todo su esplendor en esos años negros.




¿QUIEN FUE VIDELA?.

Fue un hijo de puta completo, con todas las letras. No encuentro manera de defenderlo ni justificarlo. Pero. Hay un pero. Videla actúo convencido de hacer el bien. Su cerebro fue prolijamente lavado en academias militares extranjeras y fue profusamente felicitado por una clase social que lo aplaudió y lo alentó: altas jerarquías "nacionales", lo más granado de la curia católica, los grandes banqueros, los capitanes de la industria, todos lo saludaron, aprobaron y le agradecieron el valor de sus servicios.

Videla (y otros a la vista) fueron la punta del iceberg. Los que operaron desde abajo de la linea de flotación permanecen a salvo, excepto contadísimas excepciones, no han sido ni siquiera nombrados. Videla, Massera, Agosti, etc, etc, etc, no son más que accidentes, no fueron más que la mano de obra barata de una organización mucho más compleja. Muchos de esos apellidos permanecen a salvo, se han ido muriendo, se han ido incorporando al club de los elegantes y paquetes argentinos afortunados, y hoy ellos y sus descendencias viven y disfrutan, desde su pseudo anonimato, dineros y situaciones mal habidas, regadas por la sangre de 30.000 personas y abonadas sobre la base de la postergación nacional.

VIDELA fue todo lo que fue.
Pero además fue una herramienta de otros, que ni siquiera tienen el valor de reconocer que fue un sicario, convencido, pero no por eso menos sicario.

martes, 14 de mayo de 2013

Ama

Cuando me pongo cerebral
recito recuerdos.

Me saqué la cabeza,
la sostengo en las manos,
juego Hamlet,
uno habla,
el otro actúa
y el otro mira,
sostenemos conversaciones
conferencias,
cónclaves,
dejamos que nos lleven los pies
o la cabeza
o el culo
o las rodillas,
pensamos con el ombligo,
conversamos con los codos,
de pronto soy yo
y de pronto mi testigo.

Por un momento pensamos
en todo lo que significa
la palabra flores,
el anuncio del amor
o de la muerte
o la locura.

Me empeño en hablar
desde adentro de los renglones,
en recitar mi voz desde el papel,
en coleccionar versos
digo y soy al tiempo
la línea que dibuja las letras.

Me hago concesiones
sin darme cuenta
me apropio del nombre de mi hijo
concedido por Dios,
Desiderio, Desiderata,
y recuerdo la oración
que más me gusta,
paso revista
para ver como se cumple
desde la recomendación
de andar plácidamente
hasta la recomendación final
de poner el esfuerzo
al servicio de la felicidad,
una enciclopedia vital,
la suma del conocimiento,
creo que contiene
todo lo que se necesita saber,
creo que es
uno de los perfectos resúmenes
de la sabiduría,
hay más breves,
ama
y haz lo que quieras
es más corto aun,
ama
es el más corto de todos.

domingo, 12 de mayo de 2013

A las tres

La gente fuma en la vereda,
corre el aire
de una noche que termina,
vuelvo a ser lo que soy en mi espacio,
un Juancito que camina,
que habla sólo consigo mismo,
solo, como con un viejo amigo,
sellando una amistad definitiva.

Dejar de decir palabras pensadas,
dejar de decirnos en palabras pensadas,
romper el cascarón,
revelar el engaño,
ser sin saber qué somos
tres palabras destinadas a los muros,
nombro la cábala que enseña la memoria,
tres como veces,
tres como opciones,
tres el número señal
de la danza de las agujas,
igual de eterna que de predecible,
igual de eterna que de impredecible.

Sentir en profundidad
que somos
nuestro propio doble de riesgo,
que un día la vida se vuelve literal,
que hay un equilibrio
en la punta de una aguja
entre escribir en público,
improvisar en el escenario,
y pararse a decir verdades
a diestra y siniestra.

Decidir
que no existe el más allá,
que todo está de nuestro lado,
dedicar estas palabras
a las personas pequeñas,
a las tres que nos ayudaron
a escribir este poema.

viernes, 10 de mayo de 2013

Actuar, Escribir, Amar

Mis tres deseos

Hace un tiempo reformulé mis tres deseos históricos, aquellos que –resultados a la vista- fueron pedidos en vano, ya que el devenir de los acontecimientos de mi vida demostró no sólo su incumplimiento sino lo equivocado de confiar a esos tres pilares mi realización personal.

Aquellas ideas (el llegar a viejo con alguien en particular, el nunca perder mi casa y el ver mis muertos en el orden debido) se revelaron obsoletas durante los últimos meses.  No voy a abundar aquí en detalles de que fue lo que paso, sencillamente no pudieron ser. Sobre el tercero de ellos si cabe una aclaración: en algún momento del año pasado descubrí que el próximo muerto en la lista debía ser yo, un yo que no era exactamente igual a mí, o –como decirlo con poesía- un yo del que me había alejado un poco, cuando el decidió mantenerse firme en un rumbo y una convicción que ya no me resultaban propias.

En la primera reformulación inteligida, pública, publicada, mencioné como mis nuevos tres deseos actuar, escribir y hacer el amor. Como la sabiduría a veces nos llega de golpe y a veces en cuotas, encuentro hoy necesario acomodar esta expresión de deseos, que por más cierta que sea no deja de colocarme en una situación de debilidad. Como en el caso anterior, voy a explicar (reformular seria mas fidedigno) mi tercer deseo, que pasa de “Hacer el amor” a “Amar”.

Queda claro que una de las formas de amar es hacer el amor, y –a quien le interese saberlo- no renuncio a ese placer como a ningún otro, pero no quiero confiar mi porvenir a la aparición de futuras parejas o  compañías, que andarán por ahí siguiendo su propia órbita y –acá si confío- se cruzarán en algún momento con la mía. Condicionar mi buenaventura a ese encuentro me coloca en una situación de desventaja de la que voluntariamente me corro: mi felicidad debe nacer de mí, debo –y lo soy- ser una persona íntegra y completa, un individuo capaz de realizarse en sí mismo, y a partir de ahí atender mi propio camino y disfrutar lo que el futuro me departa.

Entonces los dejo ahí: Actuar, Escribir, Amar.
Tres acciones en las que me realizo en forma completa, como paso previo e indispensable a la perfección: actuar en público, ser leído, compartir el amor.

PD: Este post guarda relación con este otro, anterior:

martes, 7 de mayo de 2013

Personaje Alumbrado

Twinkle, twinkle, little star,
How I wonder what you are!
Up above the world so high,
Like a diamond in the sky!

The girl with the kaleidoscope eyes
Lucy in the sky with diamonds

You reached for the secret too soon,
you cried for the moon.
Shine on you crazy diamond.


Un personaje
de risa fácil,
de tristeza clara,
que se libera, sonámbulo
camina con los brazos vacíos
extendidos en abrazos,
con la piel seca
de lluvias ausentadas,
el futuro intacto
y una colección de miserias
de las que día a día
se caen hojas del catálogo.

Sólo falta un beso, ese,
el de la princesa
que libera el sapo
para que croe en los jardines
sin pensar
en las garras de las aves.

Haciendo camino
a convertirse en estrella,
el recuerdo del sueño americano,
un dulce
twinkle twinkle little star
do you ever wonder
who you are?,

sin apuro por llegar,
calibrando la perspectiva
desde un canal de parto dilatado
esta naciendo un niño mas
con todo lo que eso implica:
el oficio de aprender
tan eterno como la propia vida.

domingo, 5 de mayo de 2013

Cenicienta


Y me dije ¿por qué no?
capaz que estás ahí, aun,
en ese lugar que es frontera
entre lo que somos
y lo que merecemos.

Traje conmigo algo más que olor a humo,
una sensación rara,
un frío que me cala donde no están tus brazos,
un silencio dulce con forma de guitarra,
algo muy parecido a la magia
esa cuyo nombre pronunciamos tantas veces.

Aquí y allá ahora están tan lejos,
despierto en la orilla de una playa,
de una playa tan desconocidamente playa.

No creo en nada, salvo en todo,
creo en la sal de mis hombros
que me duele como si la herida fuera propia.

-.-

Este fue el instante donde me vencí anoche
para abrir los ojos del otro lado,
del lado de la isla y de los náufragos,
del lado en el que sólo somos méritos,
y aun te veo como jugando a Cenicienta,
te veo caminar, y te veo de espaldas,
buscando en la arena, donde lavan las olas
la huella de un zapato de cristal
que a mí, aun, me queda grande.

sábado, 4 de mayo de 2013

Temperley Revertido

No es fácil ser un caníbal
y no es fácil ser un actor,
la inquietud permanente del aplauso,
la espera de la carne de la carne,
la tentación de dar en función del otro,
el telón que nos protege y nos separa,
la posibilidad de actuar a mi costado.

Comenzar el viaje en las mejores condiciones,
sin apostar lo que no se debe,
clamar un punto final para esta noche,
tengo una ausencia que me duele, y algunos resultados
que desaparecen como el silencio cuando se lo nombra.

Me falta penetrar,
hundir el diente,
olvidar la geometría y los sistemas de ecuaciones,
renunciar al burgués titiritero
dueño de los hilos del que cuelga todo
menos mi cuello.

La tensión es como un dique,
algo queda confinado, preso, demorado,
los amigos son sinceros,
por algo es la distancia,
llego a donde llego y sólo a mi me importa cómo,
la vanidad es cara,
con el vuelto no compro el resto,
no estoy mirando hacia donde estoy mirando,
me empeño en mirar hacia otro lado
desesperantemente solo.


jueves, 25 de abril de 2013

Coincidencias MU

De la noche de anoche
no voy a decir ni Mú,
tan sólo gracias
que quizás explique.

El lugar que yo quiero existe,
es este lugar
sano
-a salvo no está nadie-,
tengo dos cosas para ofrecerle
a una misma persona,
no todos tienen dos opciones,
para muchos hay una
y para todos hay por lo menos una

La historia del teléfono
la conozco de memoria,
con algunas personas la sigo viviendo
incapaz de encontrar la letra en común,
de darle nombre, de darle vida propia
afuera de nosotros mismos.

Aplaudo a una actriz
que es igual a como era
cuando tenía esa edad
una de las personas
con que me distrae mi conciencia
y creo que a veces
también mi inconsciente
repite coincidencias.

El vestido amarillo
me recordó a Cali,
una de las ciudades
de las que suelo recordar
los recuerdos de los recuerdos
de cuando tenía
la edad de la actriz
que me recuerda
a otra edad de otra persona
que me gustaba
de una manera otra.

Recibir un regalo
y un regalo de cumpleaños
aunque no sea creíble
la coincidencia.

Una figura inquietante
disfrazada de oscuro,
gentes conversadoras
y personas que no reconozco,
muchas ganas de escribir
que renuncié
para meterme adentro,
estar adentro,
la responsabilidad
y el pudor
por la imagen ajena.
conocidos y ausentes,
una gesta colectiva
que no me deja inmune
a la belleza en portugués,
al desgranar de uñas y cuerdas,
a un moño de regalo,
al dibujo premonitorio
de un hombre solo
con el corazón herido.

Aparece en escena
el fantasma de la madre
de la nueva generación,
desenfoca,
cambia el clima,
coincide con la niebla en el camino
en la que me muevo con cierta imprudencia,
la necesaria.

La mano
mide lo que puede,
se hacen transacciones,
se registran caras
cuyo nombre y contenido olvidaremos,
por lo menos
hasta la próxima coincidencia.

Y de repente
una hemorragia,
una sangría,
una calle cortada
desde hace un siglo
y el orgullo
colgado en las paredes,
un epílogo
digno del prólogo
es lo que queda
cuando es tarde
la hora de la noche.

viernes, 19 de abril de 2013

Abrazo

La palabra abrazo
lleva unos días conmigo,
molestando,
queriendo decirme algo
con un gesto
entrelíneas,
engañándome
desde un mapa del tesoro
que me promete
el mapa verdadero
del tesoro de verdad.

Y yo le creo,
claro que sí,
y por que no
encontrar en tu abrazo ese tesoro,
una verdad tautológica,
el tesoro del abrazo del tesoro.

jueves, 18 de abril de 2013

Amor Moebius


Un racimo de balas
altivas y verdes,
un cadáver incierto.

La medianoche 
cenicienta y el grito
 error tenaz del orgullo,
tantos nortes cardinales 
y el olvido tan vacío,
luz por odio en el espejo,
el lamento se seca
en la arena como lluvia.

El silencio o el sendero
hacia el amo de la piedra,
el laberinto escribe 
en la hoja sin final
deseo,
 no,
deseo,
no deseo.


lunes, 15 de abril de 2013

Estar

Olvidarme
lo que estaba por decir
sobre un escenario y una noche,
recordar palabras sueltas,
la idea de escribir,
el verso recurrente
que nos visita
y se retira.

Memoria de la noche que no fue,
la conversión del momento en otra cosa,
lo imposible de nombrar el origen
o la ventaja de olvidarlo,
un viaje de ida que recuerdo
desde antes de partir,
la satisfacción de lo eterno
puesto a prueba
y derrotado,
de un paso más,
y de otro más
después del último,
el drama griego,
el ser o estar,
ese viaje interior
tantas veces caminado,
la alegría desenfrenada,
la pasión puesta en escena,
el porqué si y el porqué no
tan jubilados.

Paso al ser del estar
y deshago el andén
con la duda del destino,
me subo al tren que me devuelve,
tomo contacto con lo real,
con un reloj que acusa
como la abuela bondadosa
que simula retar al niño
que pellizca golosinas.

Querer levantar vuelo una vez más,
que la noche no termine,
que la función siga,
y siga,
y siga siguiendo
cuando se cierren las puertas
y se haga la cuenta de las opciones,
cuando se pase revista
a los fantasmas y a los muertos,
cuando no queden testaferros,
mientras desangra la herida
cuyo parto no sabemos.

Presentarme con aplomo,
tomar nota
de que soy alguien más,
de que me escuchan,
la noche
tiene mucho de desierto
con sus oasis,
la verdad
es que nada ha sucedido,
todas estas medidas
son una cara de mi pasado
fresco y reciente
desde hace apenas,
sobrevivientes de un sueño
que aun no he conciliado,
distracciones en el aire,
espuma,
una colección
completa de sorpresas,
lo inesperado
puesto a la vista,
un designio,
un nuevo olvido
en la estéril búsqueda
de lo que no trajimos.

Pendiente de la cuenta regresiva
hasta el final de los colapsos,
la espera se hace tedio,
la noche se apaga,
suena la bocina
del barco sobre los rieles,
en una estación de trenes
que numera los muelles
se huele hasta el silencio
y mi voz retumba
en el plástico, el vidrio y el metal,
no temo a nada,
ni siquiera a la promiscuidad
de una oreja
que se peina desatenta
y acerca su espalda
hasta la mía.

No quiero recordar
la conjugación del verbo estar
mientras escribo un poema
pero el ser
tira y afloja
en la pulseada
y ahora pienso
en cuando lea esto,
quizás en unas horas
o mañana,
estoy o soy
es la pregunta
que me hace
el padre de la lengua inglesa
con una calavera en la mano,
o con un globo terráqueo,
o un pollo muerto,
o una ristra de ajo,
la pregunta traducida
en todos los idiomas,
hasta el de los peces y las plantas.

Camperas negras
del color del miedo,
ganas de callar los ojos
y asegurar dos cosas,
o tres, o cuatro,
la tentación de mantenerme en pie
cuando lo diferente se impone,
cierro la puerta,
cruje la quilla
al abrirse paso
y el agua se permite
como Salomón y Moisés,
me esmero en hacerme
la crítica de hoy,
en conocer los detalles
pero la opción es fluir, fluir
viento en popa,
máscaras a proa.

Contar la primera de las cuatro estaciones
y saber que faltan tantas
o una menos,
sin necesidad
interrumpo el silencio necesario
en la tercera respuesta a la pregunta,
un sitio donde no sé
si soy o estoy,
el recuerdo de algunos nombres
y algunas intenciones,
la certeza de una cama vacía
en todos los lugares que no ocupo,
pasajeros que suben y que bajan,
gente que circula por su espacio
como los pavos reales en invierno.

sábado, 13 de abril de 2013

Estupidez y orgullo

Una vez más me olvido el monólogo que quería dar. Algo empecé a escribir, y me acuerdo retazos. Hablaba del orgullo y la estupidez, pensando en nosotros, pensando que me cabe más la estupidez que el orgullo. No quiero cambiar la palabra estupidez, me parece muy fuerte, muy poco literaria; podría decir timoratez, tibieza, pero a esta altura esas palabras se quedan cortas. Siempre creo que nos hablamos, sin mirarnos, nos mandamos mensajes, nos cruzamos canciones. Lo que dice Girondo lo sentí como munición gruesa. Me tienta hacer una especie de alquimia entre el álgebra y la memoria, como si tuviera alguna utilidad poder argumentar haber hecho intentos antes de justificar mi deserción, de la que estaba más o menos seguro. No hay mucha distancia entre el odio y el amor, y respirar ese enojo logra cualquier cosa menos convencerme de haber estado equivocado. No soy la misma persona de hace tantos años, no soy la misma persona de la de hace unos meses o unas semanas o unos días. No soy la misma persona de hace tres horas y tampoco soy la misma persona de mañana. Muchas veces le tuve temor al no. Hace un tiempo le tuve temor al sí. Sentir que yo quiero y vos querés, y dudar de si merezco. Sigo acumulando palabras y frustraciones, errores, omisiones. A la estupidez de no decirte lo que siento le sumo la estupidez de pensar que tu orgullo te impide hacer un gesto, como si tuviera prohibido hacerlo yo, como si no pudiera tomar el teléfono sin ninguna otra excusa. Me demoro pensando en la ocasión, el momento adecuado, el pertinente, hoy no porque no, si mañana, y mañana porque si, porque no, porque otro día. Me resulta tan difícil ser cobarde, y decir basta para siempre, y a otra cosa, y no me importa, y ya no quiero, y mejor así, y si no fue no fue, porque no tuvo que ser, porque no era, no correspondía. Escribir cien veces en la pared no debo, no debo, no debo, no debo. ¿Y porque no? creérmelo, darlo por cierto, emborracharme, olvidarte veinte años otra vez. Al fin y al cabo, nadie nos obliga a ser felices.


jueves, 11 de abril de 2013

Bicicleta Nocturna

Hay una hora,
un momento del día en la noche
en que Buenos Aires se vacía
cuando la gente normal desaparece
y sólo quedan los restos,
lo que sobra,
lo que se esconde mal,
lo que no debemos desear ver,
una oferta de sexo dudoso,
corrillos de drogones por Constitución
buscando la manera
de conseguir otro porro
o una bolsa de merca
o quien sabe que, o una cerveza
y algunos homosexuales
que nadan esperanzados
conocedores
de que se acaba la baraja
y aun no completaron juego.

Me siento impune e inmune
como si mi bicicleta me volviera invisible
de la gente que se baja de los taxis
y los taxistas que peregrinan
buscando un pasajero trasnochado,
algún borracho con plata
o una puta particular
con servicio a domicilio.

Mis piernas
en piloto automático
disfrutan
la falsa como todas las promesas
y falsa como todas las seguridades
promesa de seguridad
de una senda reservada
en la que sólo me crucé
con una persona mujer
en quien mi voz y mi pose de poeta
no hacen blanco ni sombra.

Un giro de noventa grados
sugerido
por una marca en el pavimento,
una plaza vacía y enrejada
por un cinturón de castidad municipal
que la preserva
del ultraje
de la gente que vive a las estrellas.

Aprovecho la cuesta
pedaleo y acelero
la bicicleta y yo barranca abajo
favorecidos por el azar de los semáforos,
alcanzo a ver una rata valiente
peregrinar
de un escondite a otro.

Cerca del Once
aparecen más personas,
padres con niños, parejas
y más hombres,
se ve el miedo
en los ojos asustados
de la gente cuyo refugio
está en las oficinas
al cruzarse
con los revolvedores de basura,
con los seres que desprecian
su lugar en el sistema,
más travestis, más ebrios,
mas drogados, desahuciados
de una ciudad oculta que no duerme,
gente inmóvil que mira
con los ojos del águila
buscando un provecho
que algunos llaman injusto
y para otros es apenas
un plato de comida.

Buenos Aires de noche
por las calles escondidas,
por los lugares
que recomiendan evitar,
donde anida
lo sucio y lo malo,
la escoria y el descarte,
las almas
cuyo cartón de lotería
es un abecedario de ceros,
condenadas al desprecio,
a vivir entre la mugre,
a comer de la basura,
a dormir en los rincones,
a vestirse con las sobras
y a exigirnos la moneda.

Ya dejo atrás
la primera mitad del Once,
pedaleo, pedaleo
por una calle flanqueada
de edificios apagados
donde se evita la luz
y se arrugan las sábanas
y se duerme pensando
en las obligaciones de un mañana
de comercio, de oficina, de colegio
o de otras formas del engaño,
o en salir de putas a premiarse
o en salir a pagar premios
chupando vergas y negando besos.

Le pregunto
por la calle a la que voy
a un extranjero
que atiende un quiosco
en su propio país,
le pregunto de nuevo
a una mujer sola
que exhibe impúdica su miedo
previsor de un ataque
al que teme
como excepción y como norma.

Esquivo gentes en las veredas
paseadores de perros
que buscan complicidades,
proyectos de burgueses
que hacen fila en un Mc Donalds
para agradecer
un redondel de mierda o carne,
unas papas fritas
y un vaso de gaseosa, hielo y agua
con las burbujas perfectas,
esféricas y cronometradas.

La calle Gascón
es una promesa cierta,
llego al lugar
donde yo y mi insomnio y mi conciencia
nos refugiamos de nosotros mismos.
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