jueves, 29 de marzo de 2012

Fidel Castro

Estas viejo, Fidel.

Vi la foto de Fidel Castro hoy, tapa de los diarios. Mal que le pese a la CIA, aun esta vivo, salvo que querramos creer en que la conspiracion mundial para negar su muerte cuenta con no solo con el testimonio de Hugo Chavez, que ya sabemos que miente, sino con el de Benedicto XVI, que como todos sabemos, no solo no miente, sino que ademas es infalible en cuestiones de la fe.

Dos ancianos. 85 y 86 años de edad, no se cuantos cada uno. Con esa impunidad que da saber que queda poco resto, y cierta chochera a la vista, la desatinada e importuna pregunta de Fidel: ¿que hace un Papa?, como si la pregunta hiciera falta, como si no estuviera claro y fuera de discusion que es lo que hace y lo necesario que es lo que hace. ¿O alguien tiene dudas?. Ojo, que viene la inquisicion y los excomulga, o en su defecto viene inmigracion y los deporta, o viene el cuco y los asusta, o el hombre de la bolsa y se los lleva.

Hasta ahi fue la primera reaccion. Despues, segui pensando, que cosa la edad, como cuando la Chiqui-Mirta Legrand-la señora de los almuerzos le pregunto a la ex-amigovia o ex-follamiga relativamente joven de un multimillonario si el costosisimo anillo regalado por el señor al que acompaño y que lucia con orgullo "lo habia ganado con dignidad". Hay preguntas que no se deben hacer, porque el preguntado no las puede responder, y no es cuestion de incomodarlo.

Segun el diario La Nacion, que tampoco miente, el vocero vaticano dio la siguiente version:"El Santo Padre le explicó que está al servicio de los pueblos que visita en los diversos viajes y al servicio de la Iglesia Universal".


Claro, ahora me cierra todo. Benedicto esta al servicio de la Iglesia Universal, sobre la cual ya hable y seguire hablando, un multimedios, un conglomerado de empresas con origen en Brasil (¿querran ser la iglesia mais grande do mundo quizas?), propiedad de un multimillonario que ya paró de sufrir, que ha reconvertido todos los cines de barrio en cenaculos, que tiene una liturgia rotativa como los juguetes de la cajita feliz de Mc Donalds, que de todas las partes de la biblia rescata especialmente la del diezmo, un shopping de la fe, con soluciones para todos los gustos.

Esta es la "Iglesia Universal del Reino de Dios" al servicio de la cual nos acaba de sincerar el vaticano se encuentra el Papa, y entonces uno entiende todo, el pasado filo nazi, la proteccion a los abusadores sexuales, la condena al condón y su consecuencia, el destierro de los portadores de HIV al leprosario o al reino de la castidad, el estigma sobre los divorciados, la reinvindicacion del lavarropas como el mayor aporte de la historia a la liberacion femenina, y otras opiniones asi de explicitas sobre el amor a dios por sobre todas las cosas y al projimo como a si mismo.

Me corrijo, Fidel, no estas viejo, estas grande.

martes, 20 de marzo de 2012

Las flechas

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.


Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.


Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.


La de la vida,

Allá, en algún momento del invierno de 1963, me convertí en flecha. Desde un casal que parecía una fuente inagotable, salieron millones de saetas –me gusta la palabra- entre las que estuve yo. No sé si fui la mejor o la más fuerte o la más hábil o la más rápida o la más longeva, pero ahí estaba yo atravesando el aire, en un vuelo que supo ser triunfal, inconscientemente confiado a la suerte de encontrar la hendija por donde vencer al escudo y tomar la fortaleza. Quiso el azar o el destino vestirme de peón coronado y regalarme el mundo, incluyendo una fugaz estadía en el paraíso, bajo la luz de un ombligo que hacía de sol.

La del amor,

Más adelante, comenzó un ejercicio que presagiaba la metamorfosis, aunque no fue tampoco en ese momento que entendí el peligro permanente en el que vivo. En aquel tiempo, en la era de Cupido, creía en la ilusión de que el cambio de forma era decisión mía, y respondiendo a un mandato que excede en mucho la combinación de instintos y necesidades con el que la zoología lo confunde, me hice blanco y cerré los ojos y abrí mis brazos cuanto pude, ofreciendo mi corazón vulnerable, y me hice flecha y tensé la cuerda del arco una y mil veces hasta lograr hacer centro, y jugué a ese juego de roles por el cual todos somos causa y casualidad hasta que la intuición de Dios se hace manifiesta en forma de amor reciproco.

La de la muerte,

Nacemos, vemos nacer a otros, nos casamos, tenemos hijos nosotros y nuestros hermanos y nuestros amigos y todo marcha bien. Cada tanto suena por ahí un ¿supiste lo de …? pero son cosas que nos llegan de lejos, y nos distraemos en la alegría de atender y compartir con los vivos, hasta que un día aparece una segunda generación por debajo, y alguien sale a festejar voceando “voy a ser abuelo” y claro si ya tiene cuantos años, o como si es tan joven, y en un momento como ese alzamos la vista, y vemos que San Pedro ha seguido trabajando, y hacia arriba tenemos una generación menos que hacia abajo, y ya no tenemos abuelos y tíos abuelos, y se va diezmando la fila de nuestros padres, y vamos entendiendo que, queramos o no, siguen lloviendo las flechas, y en cualquier momento nos toca a nosotros poner cara de valientes y jugar a ser soldados de infantería -si tenemos suerte en la primera fila-, cumpliendo nuestra función de blancos descartables para proteger a los de atrás, porque llegamos después de nuestros padres y debemos irnos antes de nuestros hijos.

Noche

Crepúsculos del descanso,
prólogo y epílogo,
donde la razón y la voluntad se callan,
y el músculo desobedece la inercia y la cordura.

Son esas horas,
entre sueños fugaces,
donde tu amor aun es posible.

Este es el momento,
en que mi voz se hace verso sobre ti,
y tu cuerpo se hace mar y se hace orilla,
y mis manos son jinetes en tus médanos,
y el pulpo y la medusa se cortejan,
y las olas impacientes y erráticas
se reiteran haciéndose espuma en tu arena,
indiferentes a lo que diga el universo
y atentas al capricho de la marea.

jueves, 15 de marzo de 2012

La cordura

Quise hablar de esto antes de que me olvide lo que quería decir -el proceso de evaporación de ideas es incesante e inclemente- y lo que degustaba anoche leyendo a Cortázar, más o menos digerido, vuelve en este regurgitar, que intento sentado en la mesa del comedor, acompañado de mis hijos menores que se han levantado hace un rato, con la inercia del horario del colegio al cual hoy no asisten por que el incansable San Pedro decidió apuntarle al corazón de Edith, la portera.

Mientras ellos dibujan o afilan lápices o alimentan al gato del que me tienta enviudar porque está calmando sus ansias infantiles lastimando con sus uñas algunos sillones maltrechos pero sin recambio a la vista, tomo un mate cada tanto, con cierto temor de que la vorágine del día me arranque de la silla antes de llegar a desagotar las ideas y palabras que merodean por ahí, sabiendo ellas que no hay lugar para todas en lo que dejo por escrito y entonces se arremolinan diciendo yo yo yo como -y es real la metáfora- la vida se les fuera en salir en esta foto.

Leí un rato largo anoche, especialmente atraído por el tema del capítulo en cuestión, donde Don Julio -ya casi me siento un conocido- habla de la cordura, de los locos, los piantados y los idos. Hace una disección del término, cuenta un par de anécdotas, plantea una distinción entre locos y piantados, y una crítica a los cuerdos con la que con perdón de la rima, concuerdo.

La cordura. Que virtud nefasta. Imaginemos un mundo poblado de gente cuerda. Todo en orden, todo a tiempo, todo como es debido. Ni muy frio ni muy caliente, justo de sal. Donde todo parezca predecible. El paraíso de la rutina. Plan, ejecución, resultado. En un mundo de cuerdos, Cristóbal Colón no hubiera venido a América. Las pirámides y la esfinge y el partenón y la acrópolis no hubieran sido construidas. Y de ahí para acá, anda y seguí tachando, que de la historia universal solo nos quedarían las grandes obras de los cuerdos: las guerras.

El arte en general, o la expresión creativa, para hacerlo más general y menos estricto, no son de los cuerdos. Los cuerdos pueden ver y mirar y oír y escuchar y leer y apreciar sinceramente, pero hace falta una pizca de locura al menos para hacer algo innecesario, o mejor dicho, convertir en necesario para el creador materializar y hacer existente algo que, de no haber, no sería echado de menos por nadie más que por él.

Aquí estoy yo, parte de este ecosistema virtual. Tómenlo como un elogio, el solo hecho de que estén por aquí, viendo y tratando de entender que bicho me pico hoy, los devalúa en "el cuerdómetro", y si de casualidad comparten la afición por escribir el autoelogio los abarca: la devaluación está descontada, como tituló Clarín citando a Duhalde, haciéndose el inocente que no sabe que se beneficiará en forma dramática de ese hecho.

Me resisto a creer que la vida sea nacer, crecer, reproducirse y morir. También me resisto a creer que la vida sea nacer, estudiar, trabajar, acumular, jubilarse, gastar y morir. Este mísero argumento me aterra. Por favor, necesito algo más que la combinación de esas dos listas de verbos.

No soy el primero en pensar así, ni el último. Milito en La Resistencia, por definición. Sea cual sea la corriente, la moda, la tendencia, tan pronto la detecto me resisto, solo por resistir. Quizás este siguiendo, sin saberlo, la moda de resistir, pero en este caso mas que un seguidor o un adherente soy un partícipe.

Hace miles y miles de años, ya existían el vino y la cerveza. Es indudable la necesidad del género humano de "descuerdarse", porque es demasiada casualidad que todas las etnias, desparramadas e inconexas en el globo terráqueo, coincidan en el hallazgo de fermentar vegetales para obtener alcohol y en la costumbre de celebrar fiestas y –usando una expresión de los cuerdos- cometer excesos.

Me viene a la cabeza Tiempos Modernos, de Chaplin. ¿Cine infantil?. Hay una escena ¿graciosa? en la que se ve a un grupo de gente que pugna afanosa por entrar (me permito distraerme comparando esa imagen con lo que decía sobre las ideas y las palabras y este texto y vuelvo) decía gente que se esfuerza por entrar en la boca del subterráneo para llegar a tiempo a un empleo y en un instante se convierten en ovejas y JA, JA, JA, ahora esta era la imagen graciosa, y aquí tenemos la vida de los cuerdos, o mejor dicho, la vida que los cuerdos que gobiernan nos proponen, y entonces que alguien ayer a la tarde haya decidido dejarse caer debajo de un tren en la estación Ángel Gallardo no es tan incomprensible, y me da mucha más lastima que la suerte de esta señora escuchar a un montón de gente cuerda renegar de la inoportunidad de los débiles, preguntando a qué hora se normaliza el servicio y refunfuñando porque ahora no saben cómo llegar a destino.

Tenía en algún tiempo un amigo de la calle, de quien aprendí la frase “Los niños y los locos son los únicos que dicen la verdad, por eso a los locos se los encierra y a los niños se los educa”. La repetía con cualquier pretexto, en esa época en que valorábamos la locura y la creatividad pero creíamos necesarios los atajos. Yo creo hoy que la locura infantil es la condición natural del género humano, el resto es lastre, y comienzo a sospechar o darme cuenta del porque de la especial conexión de los abuelos con los nietos, esa capacidad de postergar la cordura y sus urgencias y entregarse a los juegos y los dislates, y si nos lleva una vida descartar todo lo que nos explicaron y pusieron en la mochila los catequistas y los maestros y los jefes y los gurúes, que bueno es darse cuenta a tiempo, o por lo menos, antes de haberlo perdido del todo.

No creo que mis palabras tengan tanta repercusión como la frase que cité. Me gusta repetir y decirme a mí mismo también “El problema no es estar loco, el problema es que no te encierren”. Acuñé la expresión en honor a no-importa-quien y la difundo convencido, mientras miro por la ventana a “el terror del parrillero”, que no es otro que el garófalo, un animal con cuerpo de ballena y cinco millones de alas del tamaño de las de las abejas, que merodea las parrillas y con su cola que termina en punta roba carne cuando el asador se distrae, fábula que inicialmente creé para mi hijo varón y finalmente construí, porque si el movimiento se demuestra andando, la locura debe demostrarse de algún modo también.


Bueno, creo que lo logré. No sé cuál de las ideas previas quedó en el tintero, y alguna que otra se coló por ahí. Casi dos horas después terminó de hacer lo que quería, escribir, no me animo a decir escribir lo que quería por razones obvias que por las dudas aclaro: no recuerdo que quería escribir. Dos horas menos buscando un nuevo empleo (si me dicen irresponsable agradeceré el elogio), dos horas permitiendo que los peques hagan y deshagan sobre la mesa que compartimos que por suerte es grande, donde quedaron -corro la tapa de la notebook para empezar a dar la lista y me saluda el desánimo- aparte del mate y el termo, marcadores, plasticola, cinta scotch, dos tijeras, una caja de zapatos que guarda lápices, un tubo de papas Lays que guardará nuevamente los marcadores cuando los levante de la misma mesa y algún otro lugar de la casa, un pote con plastilinas, un juego de imanes mío con el que juegan ellos (hay alguna menos de las 216 esferas imantadas iniciales), un aparatito para perforar hojas con forma de pisada de perro, un cuaderno de uso múltiple, la caja de una película, el trapito que usa Mía para dormir, una tempera vacía, la caja de otra película que están viendo ahora, servilletas de papel, la lista de compras para el supermercado y una birome, otra tijera más, un par de libros de pintar (que ya no sé si los había nombrado) y creo que basta ya, si falta algo fue sin intención.

martes, 13 de marzo de 2012

10:34

10:38
Acabo de borrar lo poco que habia escrito.

Vuelvo a empezar.
Paso por acá para decirte que ¡Te amo!.

Lo demás,
que no me sale como quiero,
son palabras que sirven solo para decorar.

Te amo,
y no me importa mas nada,
y no quiero otra cosa mas que amarte.

Vendrán tiempos mejores,
saldrá de nuevo el sol,
y el dolor se hará ausencia,
y se volverá orgullo,
y los recuerdos alegres
anestesiaran las astillas,

y la vida,
la que sigue,
la que empieza hoy, ahora,
esa deberá ser mejor,
tiene todo lo que hace falta para eso,
incluyendo las dolorosas lecciones,
y estarè contigo para ayudarte,
y sacarle provecho.

Anoche,
con los peques en la cama,
escuchando sus chistes,
anoche fui feliz,
y vi la alegria en tu cara,
y fui mas feliz aun,
y me dolio tu dolor despues,
pero me hizo feliz,
sentirme necesario en tu vida,
haber estado a tu lado,
cuando precisaste consuelo.

Te amo,
estoy contigo,
nunca lo olvides.

lunes, 12 de marzo de 2012

Empezar

Empezar, y empezar,
y volver a empezar,
sin haber terminado aun,
dejo los intentos por la mitad,
tengo una idea aun mejor,
y la otra no avanzaba,
y quizas esta si, esta sea,
o tal vez no,
tal vez la proxima,
o esa otra que deje hace un tiempo,
hoy me parece mejor,
o el recuerdo era mejor,
por que no la encuentro,
traspapelada tras otras,
aparecerá algún dia.

De todos los rostros del amor,
de todas las maneras de entenderlo,
de decirlo y demostrarlo,
no encuentro un camino en las palabras.

Probaré los gestos,
en silencio,
acompañar tus horas,
atender tus necesidades,
espantar tus temores.

No hay caso,
las palabras no estan de mi lado hoy,
queria decirte lo que ya sabes,
de una manera mejor que la anterior,
pero no,
asi que solo dejaré un,
muy poco original,

¡Te amo!

Y ya volverá la poesía.

Me duele

Me duele
la paz de las encías,
memoriosas del arco iris.

Me duele
la garganta silenciosa,
agonizando seca de sangre.

Me duele,
la almohada cómplice,
de promesas y urgencias rotas.

Me duele,
que el amor sea una idea,
bañada en lágrimas de miel amarga.

viernes, 9 de marzo de 2012

No hay

No hay un lugar que no quiera ver contigo,
no hay una noche en que estés de más,
no hay un día en que no te precise,
ni hay un momento en que no te piense.

Conozco todos tus lugares,
y los repito,
y perdi un poco la capacidad,
de inventar una rutina.

Me gusta,
todo,
de vos.

martes, 6 de marzo de 2012

Febrero terminó

Febrero terminó.

Ningún día de la vida está de más, pero hay algunos de los que la justificación aparece escondida, encerrada bajo siete llaves. No sé, de ningún modo, cuantas son las noches que me tocaron en el reparto, pero cuando suena la retreta y me rindo ante la almohada, un fantasma personal pasa revista, y me mueve a preguntarme, a veces cómplice pero en general molestamente inquisidor, que obtuve a cambio de las veinticuatro horas que me debitaron del saldo.

No estoy del todo satisfecho con los últimos resultados. Tuvimos un mes bisiesto este año, pero aun escapa a mi entendimiento si el vigésimo noveno fue un día de yapa o un adicional imprevisto en la factura. En el esfuerzo del recuento no sé si la memoria no quiere ayudarme, o se contagio de la tarde oscura que sucedió a la tormenta de verano al mediodía, pero miro hacia atrás y veo lo que dejó el mes como lejanos restos fósiles en un televisor viejo, con lluvia y fantasmas, donde lo que no es gris es negro.

Un tipo de Tauro -no creo en estas cosas, pero tampoco reviento- amante de lo sólido y lo concreto, palabras puestas aquí como metáfora de obra y creación. Me gusta hacer, y tengo mala memoria, entonces hago listas de las cosas que me digo y me miento que tengo que hacer, porque al elegir el verbo tener le estoy dando un tinte de obligatoriedad que no es necesariamente cierto. Podría haber elegido decir quiero, o deseo, o preciso, o algún otro que en este momento no aparece, y ninguno sería exacto, creo que no hay un término tan versátil. ¿Que tiene que ver sacar unas sosas tradescantias verde liso que crecen e invaden y albergan mosquitos y ya me aburrieron con hacer la denuncia de venta de un auto que el comprador no transfiere o plastificar los pisos de los dormitorios de la planta baja o ... en total conté 80 "diligencias" pendientes si se me permite la palabra como expresión abarcadora del conjunto, en las que no incluyo la lista de detalles a reparar en mi fiel pero no confiable Renault 11 '87 ni tampoco algunos otros temas mayores que por ahora mantenemos en Say No More.

Me recuerdo a mi mismo haciendo listas poco menos que desde que vivo en esta casa, con la que a pesar de decirme su dueño tengo pendiente una discusión sobre quien le pertenece a quien, ya que a veces siento que ella tiene una vida independiente y la mía le pertenece. Allá por el lejano siglo XX, las listas eran en papel, lista tras lista, y como manda la ecuación, se traspapelaban. Cada tanto las rehacía, cada tanto encontraba alguna anterior y hacía el curioso ejercicio de ver como algunas cosas reencarnaron de lista en lista, con o sin mutaciones, otras se cumplieron, muchas, pero muchas, perdieron su oportunidad y cayeron en un olvido profundo, del que no las sacó ni siquiera el hallazgo de la hoja en el fondo de un cajón a la hora de mover un mueble. Hace no mucho tiempo, comencé a ponerle fecha a las listas, y a partir de entonces fue quedando más en evidencia la poca utilidad del método para la función: si hay algo que digamos que quiero hacer hace dos años y aun no lo hice, ... ¿de qué me sirve el recordatorio?.

Tema de discusión quizás, la costumbre de hacer listas para acordarme de las cosas pendientes. ¿Y si me olvido qué?. A la larga, si lo quería hacer y no lo hice, si lo tenía que hacer y no lo hice tampoco, debo dudar del deseo y de la obligación. ¿Realmente las quiero?. ¿Me estoy distrayendo detrás de ellas?. ¿Si no está en la lista, no es necesario?. ¿Es real que los deseos debo anotarlos para no olvidarlos?. Tomo esta costumbre de las listas sin tanto cuestionamiento. Me gusta hacer listas, y punto. Me gusta ver listas con cosas tachadas. A veces agrego en la lista cosas que estoy por hacer, y alguna vez agregué cosas ya hechas, solo por el gusto de tacharlas acto seguido, y ver que taché, y cuanto más taché más hice. Cuestión que pasó febrero, y me cuesta distinguir, entre las cosas tachadas, cuales taché cuando, pero taché pocas estas últimas semanas.

Hay millones de blogs. Hay millones de cosas para leer. Y para hacer. Y tan poco tiempo. Apenas tenemos una vida. Digamos que en este bingo virtual que es la blogósfera, estuvieron saliendo los números de mi cartón, durante un período en que estuve ausente o lejano. Sé que será difícil que recupere el atraso, mejor dicho imposible volver sobre las huellas de los pasos que haya dado cada una de las voces que escucho. No sé cuantas cosas me perdí. Entre cosas de relleno y otras quien sabe, seguro, pero seguro, que alguien habrá escrito algunos versos de esos que justifican la labor del buscador de pepitas de oro. Entre las ochenta diligencias, no incluí "leer los blogs que sigo". ¿Por qué será que me cuesta agarrar un blog y leerlo para atrás?. Salvo excepciones puntuales, nunca conoceré las palabras que me perdí, y si como decía antes soy las ideas y las voces que de algún modo sedimentaron en mi, bueno, seré distinto de lo que habría sido.

Me hace unos juegos de espejo la memoria, y de pronto me encuentro frente a mí mismo, cuestionándome esta sensación de no haber usado mi tiempo de un modo eficiente, de que me alcanzó para algunas cuantas cosas pero no para todas, y claro, queda claro que algunas cosas quedaron pospuestas por otras. Un relato imparcial dice que empezamos febrero despidiendo en Ezeiza a una hija adolescente afortunada, en el que hasta ahora fue el viaje más importante de su vida, busqué trabajo, planifiqué vacaciones, despedí a un ser querido hacia el otro viaje, nos fuimos de vacaciones –por los peques-, volvimos, volvió mi hija, nos aprontamos para el inicio de clases (primer grado y sala de tres), y entre todo eso, que no es poco, la noticia devastadora y el dolor de mi amada y los deseos y las urgencias a la mierda, que hay lágrimas cayendo y no puedo, de ningún modo, ausentarme de ella, y todo lo que parecía importante y todo lo que parecía urgente y todo lo que parecía necesario cobra una dimensión tan estúpidamente pequeña.

Me cuestiono más que nunca la costumbre. Erijo yo mismo la tarima a la cual subo la lista para que me mire como una margarita acusadora diciendo me tacha, no me tacha, me tacha, no me tacha, como si la vida se me fuera en hacer esto o lo otro, y me respondo sacando de contexto unos versos sencillos de Jorge Drexler:
Quien no lo sepa ya
lo aprenderá de prisa:
la vida no para,
no espera, no avisa.
Tantos planes, tantos planes
vueltos espuma...

viernes, 2 de marzo de 2012

Flores y puñales

Dejame esconder la mano,
y finge sorpresa cuando veas las flores.

El puñal no lo preciso,
puedo cortar venas con una rosa.

Eureka

Nota Bene:
Salvo grandes errores, no acostumbro retocar lo escrito, pero necesité esta excepción.
Releyendo el post original (Sedimentos) noté que estaba demasiado lejos de donde lo quería llevar.

-.-

Por un momento me pregunto: ¿que soy?.

La pregunta es mínima, vaga, imprecisa. No está muy claro que es lo que uno se pregunta, ni mucho menos la respuesta. No podría darla. Ninguna colección de sustantivos y adjetivos podría abarcar todo. Y probablemente, si respondo y enumero, caiga en la trampa de decir que soy mi pasado, porque lo que soy es ahora, ya, lo demás lo fui o lo seré.

Entonces, soy durante un segundo, un arsenal de recuerdos y vivencias, de conocimientos e ignorancias, y soy también uno o más planes, soy todos mis proyectos, no necesariamente congruentes entre sí.

Me está costando, por H o por B, hacerme este tiempo. Es mucho más el tiempo que paso deseando sentarme a escribir, queriendo disponer del rato necesario para dejar que las palabras se organicen de algún modo convencionalmente útil, porque no se trata de dejar un acertijo sino de expresar una opinión, o puesto en términos culinarios, no solo listar los ingredientes sino también adelantar un poco el método, y dejar un poco más en evidencia las sinapsis y los silogismos; pero cuando el tiempo apremia, como anoche, apenas me alcanzó para cerrar la idea y quedan textos con errores de sintaxis, o palabras repetidas sin intención, o cosas en el tintero.

Ando por ahí, distraído en lo de siempre, y cada tanto me asalta una idea, pienso que me gustaría desarrollar tal tema, y surgen conceptos, recuerdos, anécdotas, y malaya la hora de que eso no me pase cuando estoy al pie del cañón, y malaya la hora también, porque las ideas son ligeras, son como semillas de estación, hay un momento para plantarlas, y sino más tarde ... a esforzar la memoria.

Soy todo mi pasado, menos lo que dejé en el camino. Soy todos los libros que leí -que son menos de los posibles-, soy todas las charlas que tuve, soy todas las cosas que escuché. Sé que cada una de las ideas que anuncio tener, es algo que ya tenía desde antes de pensarla. Cuando una idea se abre camino, y llega a los codazos hasta el plano de la conciencia, decimos "tengo una idea", cuando en realidad tenemos miles (y dejo para Borges pensar si no será que las tenemos todas). Es decir, no producimos ideas, las ideas están ahí, esperando su cuarto de hora. Cuando decimos que elaboramos una idea, en realidad estamos haciendo un trabajo fino, como cuando los arqueólogos con el pincel u otra herramienta le quitan el polvo a los huesos a medio desenterrar. Entonces, de las ideas que se asomaron y se volvieron a refugiar dentro de mí, se que puedo esforzarme en recrearlas con resultado incierto pero diferente -uno no es uno, es uno y su circunstancia- o respetar su propio ciclo y esperar su regreso, apostando a que regresen reconocibles o mejores.

Algo de eso me pasa hoy. Encontré el momento para sentarme, justo aquel en el cual las ideas decidieron retirarse. Anoche hubiera sido mejor, es notable como un poco de vino alcanza para lubricar las dendritas. Un poco más de un poco en verdad, pero tampoco tanto. Una botella entre dos, acompañando la excepción que hicimos frente a una costumbre que no tenemos, y ya que el 2012 nos regala un bisiesto, enfrentemos el día bonus de febrero y cerremoslo con unos ñoquis aportados por un amigo de la casa.

Esto de ser todos los libros que leí (etc., etc.) venia en combinación con que también soy todo lo que comí y bebí y -omito algunos verbos comprometedores- en estas casi cuatro docenas de años. Sé que pensar en cual será la relación entre una célula cualquiera de mi cuerpo y algún plato de comida anterior parece una pregunta cannabácea, pero se me ocurrió estando sobrio en todos los sentidos posible, mal que le pese al estigma de Obélix que cargo conmigo.

Recordé entre la escritura original de este post y su primera revisión haber visto estos últimos días, en la cuadra del colegio de mis hijos, un pequeño negocio de ropa llamado "Eureka". A fuerza de relecturas y sinapsis, recordé por que pensé en la palabra Eureka antes de prestarle atención a la marquesina del local, fue en el momento en que me dije "de esto voy a escribir" por última vez antes de comenzar este post, aunque recuerdo eso pero no se si está presente hoy el tema que haya inspirado la expresión. Sé que pensaba titularlo Eureka, decisión que como verán abandoné antes y recupero hoy. Decia que no recuerdo cual fue el tema que me hizo pensar en decir eureka, pero sí recuerdo que me quedé pensando en la diferencia entre la intención de quien convirtió la expresión en onomatopeya, celebrando el alumbramiento de una idea, y cuanto más se popularizo la palabra petróleo como metáfora del hallazgo.

Cuando elegí el título anterior de este post (o el título del post anterior a este, como prefieran verlo), tenía que ver con una más de las ideas que saqué a tomar aire estos días. Sigo leyendo La vuelta al día en 80 mundos de Cortázar, libro que amerita una lectura que recomiendo y algún largo y extenso comentario que quizás algún día escriba. Promediando el libro, ya encontré en varias oportunidades la palabra cronopio, que creo recordar de haber leído por algún lado antes, siempre asociada a Cortázar. No conozco con precisión su significado, pero me da la sensación de que ser cronopio es bueno. En alguna de las últimas noches, encontré que mencionó la existencia de almas y esperanzas además de los cronopios. No entendí aun la clasificación que propone.

El libro me sigue gustando, pero reconozco que no lo estoy leyendo con la dedicación necesaria. Además de abocarme a él como última actividad del día, previo a quedarme dormido, lo que ocurre a las pocas hojas, lo leo en un estado de desconcentración, y el mecanismo de asimilación no funciona a nivel consciente. No se trata de una novela, donde hay una cronología, una historia, un personaje que seguir. Entonces yo sé que la vista pasó letra por letra, palabra por palabra, oración por oración, pero hay un funcionamiento defectuoso en el mecanismo triangular de la vista, el intelecto y la memoria, aplicado a las funciones de conocer, entender y memorizar. Leo sin entender ni capturar, o leo y entiendo pero me olvido como un pasatiempo, o como alguna película polaca que vi en el teatro San Martín, leo y recuerdo pero nunca aprendí nada. Hay en cada capítulo un tema tratado, pero no se cuanto de lo que leo se registra en forma individual, o va a parar a un repositorio de palabras y conceptos, una nube amorfa e indeterminada, de la que, cada tanto, algo precipita.

Entonces es como el aire, que siempre tiene polvo en suspensión, y de a poco va dejándolo caer. Uno no se da cuenta ni como ocurrió ni puede precisar cuando y probablemente tampoco decir de donde vino, pero ese polvo que no se percibe mientras flota va sedimentando, y tan pronto sedimenta, es polvo pero es tierra, y con el tiempo, algo nacerá de ahí. A esto venia, cuando decía al principio que soy un montón de ideas, y probablemente no sea más que eso, ideas de las que en una gran mayoría no recuerdo el origen, son conceptos que estaban en el aire, y por distintas causas sedimentaron en mí.

-.-

Y releyendo, llego a la conclusion de que no soy mas que lo que el tiempo hizo sedimentar, mis ideas, conocidas por mi o no, expuestas o no, no soy mas que todo ese gran repositorio neuronal. Lo demás, lease intentos de responder mencionando un rasgo físico, una ocupación, una conducta, son clasificaciones parciales e inconducentes, el que quiera saber quien soy, que conozca mis ideas más que mi persona.

¡Y despues que me lo explique!.

jueves, 1 de marzo de 2012

Sedimentos

Por un momento me pregunto: ¿que soy?.

La pregunta es mínima, vaga, imprecisa. No está muy claro que es lo que uno se pregunta, ni mucho menos la respuesta. No podría darla. Ninguna colección de sustantivos y adjetivos podría abarcar todo. Y probablemente, si respondo y enumero, caiga en la trampa de decir que soy mi pasado, porque lo que soy es ahora, ya, lo demás lo fui o lo seré.

Entonces, soy durante un segundo, un arsenal de recuerdos y vivencias, de conocimientos e ignorancias, y soy también uno o más planes, soy todos mis proyectos, no necesariamente congruentes entre sí.

Me está costando, por H o por B, hacerme este tiempo. Es mucho más el tiempo que paso deseando sentarme a escribir, queriendo disponer del rato necesario para dejar que las palabras vean la luz. Ando por ahí, distraído en lo de siempre, y cada tanto me asalta una idea, pienso que me gustaría desarrollar tal tema, y surgen conceptos, recuerdos, anécdotas, y malaya la hora de que eso no me pase cuando estoy al pie del cañón, y malaya la hora también, porque las ideas son ligeras, son como semillas de estación, hay un momento para plantarlas, y sino mas tarde ... a esforzar la memoria.

Soy todo mi pasado, menos lo que dejé en el camino. Soy todos los libros que leí -que son menos de los posibles-, soy todas las charlas que tuve, soy todas las cosas que escuché. Sé que cada una de las ideas que tengo,es algo que tengo desde antes de pensarla. Cuando una idea se abre camino, y llega a los codazos hasta el plano de la conciencia, decimos "tengo una idea", cuando en realidad tenemos miles (y dejo para Borges pensar si no será que las tenemos todas). Es decir, las ideas no se producen, las ideas están. Cuando decimos que elaboramos una idea, en realidad estamos haciendo un trabajo fino, como cuando los arqueólogos con el pincel u otra herramienta le quitan el polvo a los huesos a medio desenterrar. Entonces, de las ideas que se asomaron y se volvieron a refugiar dentro de mí, se que puedo esforzarme en recrearlas con resultado incierto pero diferente -uno no es uno, es uno y su circunstancia- o respetar su propio ciclo y esperar su regreso.

Algo de eso me pasa hoy. Encontré el momento para sentarme, justo aquel en el cual las ideas decidieron retirarse. Anoche hubiera sido mejor, es notable como un poco de vino alcanza para lubricar las dendritas. Un poco más de un poco en verdad.

Esto de ser todos los libros que leí etc. etc. también venia con que soy todo lo que comí y bebí -omito algunos verbos comprometedores- en estas casi cuatro docenas de años. Sé que pensar en cual será la relación entre una célula cualquiera de mi cuerpo y algún plato de comida anterior parece una pregunta cannabácea, pero se me ocurrió estando sobrio en todos los sentidos posibles, aunque el estigma de Obelix me persiga.

No recuerdo cual fue el tema que me hizo pensar en decir eureka, pero sí recuerdo que me quedé pensando en la diferencia entre la intención de quien convirtió la expresión en onomatopeya, celebrando el alumbramiento de una idea, y cuanto más se popularizo la palabra petróleo como metáfora del hallazgo.

Al ver el título que elegí para este post, recuerdo ahora una más de las ideas que saque a tomar aire estos días. Sigo leyendo La vuelta al día en 80 mundos de Cortázar, libro que amerita una lectura que recomiendo y algún largo y extenso comentario que quizás algún día escriba. Promediando el libro, ya encontré en varias oportunidades la palabra cronopio, que creo recordar de haber leído por algún lado antes, siempre asociada a Cortázar. No conozco con precisión su significado, pero me da la sensación de que ser cronopio es bueno. En algún capitulo reciente, menciono que además de los cronopios hay almas y esperanzas. No entendí aun la clasificación que propone.

El libro me sigue gustando, pero reconozco que no lo estoy leyendo con la dedicación necesaria. Además de dedicarle el último rato del día, previo a quedarme dormido, lo que ocurre a las pocas hojas, lo leo en un estado de desconcentración, y el mecanismo de asimilación no funciona a nivel consciente. No se trata de una novela, donde hay una cronología, una historia, un personaje que seguir. Entonces se que la vista paso letra por letra, palabra por palabra, oración por oración. Hay en cada capítulo un tema tratado, pero no se cuanto de lo que leo se registra en forma individual, o va a parar a una nube de palabras y conceptos, una nube amorfa e indeterminada, de la que, cada tanto, algo precipita.

Es como el aire, que siempre tiene polvo en suspensión, y de a poco va dejándolo caer. Uno no se da cuenta ni como ocurrió ni puede precisar cuando y probablemente tampoco decir de donde vino, pero ese polvo va sedimentando, y tan pronto sedimenta, es. A esto venia, decía que soy un montón de ideas, y probablemente no sea mas que eso, de las que en una gran mayoría no conozco el origen, son conceptos que estaban en el aire, y por distintas causas sedimentaron sobre mi.

-.-

Hoy viernes pulí un poco lo dicho anoche. Vi hoy de donde vino la palabra Eureka, de un pequeño negocio de ropa en la cuadra del colegio de mis hijos, al que estoy yendo a diario, asi llamado.

Y releyendo, llego a la conclusion de que no soy mas que lo que el tiempo hizo sedimentar, mis ideas, conocidas por mi o no, expuestas o no, no soy mas que todo ese gran repositorio neuronal. Lo demás, lease intentos de responder mencionando un rasgo físico, una ocupación, una conducta, son clasificaciones parciales e inconducentes, el que quiera saber quien soy, que conozca mis ideas.

¡Y despues que me lo explique!. Quizás deba corregir mi presentacion en el encabezado del blog.
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