jueves, 10 de noviembre de 2011

Mañana

Entre el espanto y el silencio,
se cuece la suerte del antifaz,
mascarada de falsas vanidades.

¿No escuchaste las sirenas?

Le hacen burla a Dios y a los ausentes,
elijen el desarraigo y la insolencia,
haciendo polvo de añicos los espejos,
purpurina que desangra los fantasmas.

Al final del crepúsculo el sol será un muerto mas,
que alumbrará los cadáveres de todos los anteriores;
en la oscuridad de la noche las estrellas me darán el norte,
y mis huellas mostrarán otras pisadas con la primera luz del día.

No guardaré meses ni años ni horas,
solo instantes fugaces desordenados,
un entramado de vidas y ocasos,
tierra fértil para tu semilla.

3 comentarios:

  1. La luz del día purifica. Y cada día es nuevo, afortunadamente. Porque ya se sabe, hay días en que valdría más no salir de la cama...

    Saludos!

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  2. De tanto en tanto escucho las sirenas y corro a mirarme al espejo.

    Ando estos días entre el espanto y el silencio.
    Tus versos propios se agradecen.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Esto viene al dedillo con mi post de hoy,cariños.

    ResponderEliminar

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