lunes, 14 de noviembre de 2011

El boxeador

Me fueron dados algunos dones, como a todos. Uno de los que recibì es el de la palabra, pero cuando me enfrento a una hoja en blanco a escribir algo, suelo terminar frustrado por no poder desarrollar, cuando lo intento, un ejercicio que no tenga que ver conmigo mismo. Siempre escribo a partir de mi, mi entorno, mi situacion, mis miedos, mis fantasmas. Los intentos de encarar la ficcion me resultan cuesta arriba. Esta incapacidad de no poder escribir algo que no tenga que ver conmigo me molesta.

En muchas de las cosas que leo se aprecia el talento y el trabajo, la aplicacion del metodo al servicio de una buena idea. Se que las vidas de Garcia Marquez y de Vargas Llosa no tienen que ver con sus prosas, como tampoco las de Neruda y Benedetti con sus versos; mas alla de que la comparacion que planteo es una insolencia, esta gente ademas de tener la bienmerecida suerte para ellos de haber sido editada (suerte que a nosotros nos queda solo agradecer y disfrutar), ademas y antes de la suerte recibieron el don y el talento, y le sumaron el proceso y la practica, para encontrar una idea (mejor dicho, cientos o miles) y dejarnos lo que nos dejaron.

Me consta que, muchas de las cosas que leo por aca, también son invento. Desde las andanzas mas o menos creibles de Rosita y las poco creibles pero memorables desventuras de nuestro quijote del siglo 21, Terremoto, hasta algunas que no vienen en forma de saga, muchas de estas cosas que leo son ficción, de mejor o menor calidad, pero ficción.

El caso es que a mi esa posibilidad me resulta esquiva, pero siempre hay una primera vez. Hace pocos dias, algun espiritu dejo caer en mi la historia de “El boxeador”, lo que constituye hoy mi primer cuento. Esta terminado, en etapa de revisión y ajuste fino, viendo si cambiamos algun verbo por otro, o rearmamos una frase, o le cambiamos el nombre a algun personaje. Se que hay algo de herejía, ya que lo poco que se de boxeo se lo debo a Million Dollar Baby, película que quizás todos conocemos, y a Por un bistec, libro cuya popularidad seguramente es menor que la del film, un cuento de Jack London que conocí probablemente gracias a Menem y Cavallo, cuando en la época del 1 a 1 se conseguían buenas obras en pequeños libros de bolsillo, a la modica suma de $1.

El boxeador

Por fin llegó el día. Llevaba un par de años esperando, al principio paciente, al final ya no. Don Cosme me venía reservando, entreteniéndome con promesas y postergaciones, amagues de que ahora si, ahora no, mejor el mes que viene, mejor contra este otro. Y lo cierto es que algo de razón tenía.

Continuará ...

6 comentarios:

  1. Empieza bien. Veremos más, ¿no?

    Tomar anécdotas ajenas, vidas de otros, ocurrencias contadas, parece mucho más fácil cuando no es una/uno el que tiene en la mano el lápiz. Los escritores con talento, efectivamente, absorben todo lo de alrededor, "chupan" vidas ajenas (en el buen sentido, claro), palabras de una conversación, ideas sueltas... y les dan otra vida. Es fácil verlo, y muy complicado hacerlo.
    Suerte con la revisión de tu relato, que es también una etapa engorrosa de la creación :)

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  2. Pues seguiremos leyendo tus relatos en tu nuevo intento de "historias ajenas", aunque siempre algo tuyo se te escapará.

    Y que esos dones, que se te fueron dados, nos sorprendan.
    A mí me gustan tus eaxtos y tus poemas.

    Un abrazo.

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  3. Quiero la continuación.. y el final, si es en una entrega mejor! beso tio!!

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  4. Juan espero poder leer ese libro. Los primeros cuatro renglones de este blog crean un clima que despierta ansiedad por ver que sigue.

    Suerte!!!

    Oscar

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  5. Talento, don divino que le atribuís a algunos escritores, no son tales. Para domar la palabra hay que estar en contacto permanente con ella. Jugar, explorar, atreverse y borrar borrar. En algún momento, de las cataratas de palabras que caen en la pantalla, algunas forman el paisaje que estábamos tratando de recrear.
    Para tu cuento, si lo estás terminando ( aunque la escritura nunca termina) dejálo enfriar. No lo releas por un tiempo. Si pasan dos meses y todavía te gusta, bien. La escritura, a veces, te juega esa pasada, algo que en el momento te pareció genial, luego no lo es. Bello es cuando las palabras se acomodan y las miramos y decís: así, esto es lo que quiero expresar.
    Durante muchos años, demasiados, mi escritura estuvo en un lugar esperando, prometiendo más adelante por temor su concreción. Con menos pretensiones, menos miedo y mucha más práctica, mejora.Y leer,siempre leer mucho. En cuanto a las inspiraciones en otras obras, busca sobre intertextualidad de Kristeva y/o Bajtin y la muerte del autor de Barthes. Interesantes.

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