domingo, 6 de noviembre de 2011

Mensaje

Recordaba ayer esa canción inglesa no tan joven,
la de las botellas y los anhelos,
y no pensaba en quien los apostó en cual costa,
ni en aquel que recorre la playa en bajamar.
Pensé con insistencia en ellos, los deseos,
millones de misterios flotando a la deriva,
confinados en una burbuja de vidrio,
abandonados a que la arena donde encallen los retenga,
y a que la curiosidad del pescador,
los rescate del silencio cuando emerjan del naufragio.

Quiso la suerte adormecernos con nuestra mejor botella,
y compartiendo esa copa develamos el mensaje
de rebelión de la historia del músculo y la sangre.
La sombra libertaria de la aurora se hizo luces,
y sacamos a todos los demonios de paseo,
que prestos se urgieron en callar a los fantasmas,
para acompañarnos y enseñarnos los verbos obscenos
con los que intercambiamos bendiciones.

Parecías poseída, hablando en todos los idiomas,
conjugamos la primera persona del plural,
y nuestras pieles dialogaron en confianza,
en la intimidad del vascuence, del griego y del francés.
Hicimos nuestras plegarias en diversos dialectos del latín,
y nos detuvimos absortos en algunas estaciones del via crucis,
donde renació como música en tu vientre la lengua de Roma,
comienzo y fin de todas nuestras metas y principios.

1 comentario:

  1. Encontré este blog a través de Torosalvaje y me pareció interesante. Quisiera seguir visitándolo. Saludos.

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