sábado, 12 de noviembre de 2011

La alineación de los astros

¿Que decimos cuando decimos que los astros están alineados?

Más allá de los horóscopos y la astrología, de los signos y de las suertes que a ellos confiamos o que en ellos justificamos, hay algunas cuestiones de la física que entran en juego, entre las que resalto la fuerza de gravedad.

Esta es la fuerza que hace que las cosas tengan peso, es la fuerza que despertó a Newton con la segunda manzana más famosa de la historia, dando origen a la ley de la gravedad. Siglos después, Einstein le dio una vuelta de rosca, pero como nunca terminé de entender la Teoría de la Relatividad General, ni el big bang, ni los agujeros negros (cosas en las que tampoco termino de creer), me quedaré con la primera explicación, que es mucho más coloquial.

Dos cuerpos cualesquiera se atraen entre sí. ¡Ja!. ¿Tanto prólogo para decir semejante obviedad?. Cerca de Santa Marta, Colombia, en un lugar llamado El Rodadero, hace unos cuantos años, un hombre algo ebrio insistía en explicarlo en estos términos, “Un hombre, una mujer, déjenlos solos, ellos verán que hacen”; podría inclinar mi opinión hacia ese aspecto, pero no venía al caso más que como anécdota y distracción del asunto principal, que por ahora es técnico.

Lo cierto es que dos cuerpos cualesquiera se atraen mutua y recíprocamente. Cuanto más grandes los cuerpos, mas se atraen, y cuanto más cercanos, mucho mas se atraen. Si bien uno piensa que es la manzana la que se cayó al suelo, el suelo también se cayó un poco hacia la manzana; demasiado poco, imperceptible de muchas maneras, y si la fortuna hubiera hecho que en las exactas antípodas se cayera otra manzana al mismo tiempo, el efecto de ambas manzanas se hubiera contrapuesto y neutralizado.

Poniéndolo en escala espacial, todos los objetos del cielo tiran de todos los demás. El sol, la luna, los planetas, otras estrellas, otros planetas, los cometas, todo lo que flota en el universo de algún modo está ejerciendo atracción sobre todo lo demás, atracción condicionada por su dimensión y su distancia. Hay un ejemplo inmediato, conocido, de la luna sobre la tierra: las mareas. La luna atrae hacia si toda la masa de agua de los mares, y por ese motivo se forman las mareas. La luna también tiene otros efectos, libera lobos y vampiros, empardece los gatos, enamora e inspira, duerme al músculo y da descanso a la ambición, pero sigamos un poco más con la parte técnica.

Si todos los objetos del universo pudieran quedarse quietos al unísono, dejar de moverse por un instante, tarde o temprano todos se juntarían en un único objeto sideral. Cada uno de los cuerpos atraería hacia si a los cuerpos pequeños más cercanos, haciéndose un poco más grande; si bien ambos cuerpos contribuirían en el acercamiento, uno de ellos sería el atractivo y el otro seria atraído (aun estoy hablando de cuerpos celestes), y el atractivo no terminara de digerir al atraído porque será él a su vez el atraído de otro mayor. Así la Tierra se comerá a la Luna y a Marte y a Mercurio y a Venus, mientras Júpiter y Saturno se comen sus lunas y sus anillos y desempatan entre ellos antes o después de ir por Urano, Neptuno y Plutón, y Jupiturno o Satúrpiter finalmente se engulliría a Martierra, mientras el Sol se relame la comisura de sus labios antes de tragarnos de un bocado, como si la misma Vía Láctea fuera el escenario del juego y no un jugador más, y la galaxia que habitamos no supiera de que se trata.

Pero nada está quieto. Entonces, todas las fuerzas del universo se balancean y contraponen y contrarrestan, y cuando todo parece estar más o menos en calma pasa un cometa y desvía las órbitas, y los planetas desorbitados generan un pequeño caos, alguna lluvia de meteoritos, hasta que todo vuelve a componerse de alguno u otro modo.

La idea de “alinear los astros” hace referencia a la ocasión hecha propicia, favorable para una empresa. Tener los “astros alineados” significa, ni más ni menos, que tener las fuerzas concurrentes en una dirección, dirección que debe ser la que elegimos, salvo que nos guste nadar contra la corriente. Si no leí mal por ahí hoy, y es cierto que la fuerza es dejarse llevar por el viento, entonces cuando los astros se ponen en fila lo mejor que podemos hacer es cerrar los ojos y dejar al viento hacer lo suyo.

En eso estoy yo, en el centro de mi galaxia, esperando que mis lunas se organicen; tu amor, en forma de afecto, cariño, compañía, atención, al que no renuncio; mis deseos, mis deseos en forma de universo y voluntad que siento tan parte de mi como mi propio cuerpo; y la carne, el alimento que deseo y preciso consumir; tan pronto eso ocurra, y el amor y la carne y el deseo estén al norte, será tiempo de levar anclas e izar todas las velas, y disfrutar la recomendación de Zaratustra con las fuerzas aunadas.

1 comentario:

  1. Ps, esto está en clave de sol y como soy 1/2 maga creo entenderlo ;)

    Que todo esté bien en tu mundo, con astros alineados y todo!

    Besos.

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