martes, 1 de noviembre de 2011

Mar del Plata

Mar del Plata es una de las mejores muestras de la estupidez argentina.
En un país que decidió que el edificio en el que comenzó su historia bien podía ser recortado para que pasaran algunos autos, lo que se hizo en esa ciudad no debe sorprendernos.

Villas veraniegas, casas de lujo, a todo trapo. Mas alla de la legitimidad del proceso de obtención de las fortunas con que se pagaron, mas alla de todos los cuestionamientos sociales, de lo frívolos que eran los nuevos ricos de las pampas, una caterva de advenedizos podridos en plata, un tropel de recién llegados a la mesa principal, que patento en las noches de Paris el arrojar pedazos de manteca al techo de los salones, para que al caer las aspas de los ventiladores rocien a los habitues, mas alla de que véndame la chimenea que me gusta-la chimenea no la vendo porque calefacciona mi restaurante-bueno entonces le compro el restaurante, solo porque la plata me alcanza y no me costo nada ganarla y ahora viste cabron, me traigo la chimenea que quería y el resto lo clausuro por que no me importa, (asi que no pensemos si el hijo del chocolatero es mejor o peor, sencillamente es mas obsceno en su exhibición), mas alla de todo eso, el patrimonio debió ser conservado, todo esa expresión de arquitectura mereció mejor suerte.

De esa Mar del Plata, poco conoci. Algun par de casas hechas restaurante, alguna otra en la que no pudimos quedarnos a dormir en un enero porque tanto yo como mi amigo Pablo, si bien teníamos trato con nuestro amigo Fabian , no dabamos el pignet para ser aceptados mas que un par de horas en su magnifica residencia de la costa, quiso la suerte que si pudiéramos pasar al baño, pero a dormir a la playa, y a comer ya ni recuerdo ni donde ni si si, no era una preocupación vital entonces. Tengo por ahí una postal, de un bisabuelo o abuelo o tio bisabuelo, con algunos amigos, paseando por la rambla, con la rigurosa elegancia de la época.

La ciudad que yo conoci era bien distinta entonces, a la que fue. No era lo que es hoy, pero una por una las villas se habían ido yendo, para dar lugar a los edificios, colmenas de turistas llamados Panal 1, Panal 2, Panal 3745, el nombre real probablemente sea otro, que disimula un poco el espiritu, la cuestión es que en vez de hacer una ciudad popular al costado decidieron hacerla arriba; y si hoy me da melancolía cada casa o casona que se reemplaza por un edificio o algunos dúplex en Buenos Aires, donde el espacio escasea, lo que han hecho en Mar del Plata sencillamente indigna y causa lagrimas.

Por suerte, Mar del Plata no fue nuestro destino turístico.

En mis primeros veraneos, de aquella época, el recuerdo es Mar del Sur. Para un niño, la playa era una enormidad, había un arroyo o dos, el Gran Hotel, que aun funcionaba, obligatoria cita de las tardes de lluvia, donde veíamos, entre goteras y algun murciélago según escuche pero no vi, pero las goteras si, doy fe, me toco cambiar de asiento alguna vez, veíamos esta película del circo con Gaby y Fofo y Miliki y esa música de banda de circo y la niña promesa de la actuación argentina, Andreita del Boca, todos los años daban esa y la otra, una de mis favoritas, Melody, que me gustaba, me encantaba, no se si la niña fue mi primer amor pero la película era una ocasión especial, y si bien cada año era unos minutos mas corta, la fiesta se repetía, año a año, y nos encantaba entonces que lloviera en enero.

Poco tiempo después, cambiamos Mar del Sur por Sierra de los Padres, y dimos por terminados los veraneos de mi infancia.

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