viernes, 18 de noviembre de 2011

Silencio, vacío, oscuro

Hoy la nada se ha hecho presente,
majestuosamente vestida de nube,
como una galaxia de tonos grises,
con horas desiertas y minutos secos,
días de más negados al entierro.

Llegó en silencio, sin hacer ruido,
cómo el olor de los árboles lejanos,
que no es viento, ni siquiera brisa;
parece estar en paz como los muertos,
pero su sombra esta inquieta,
dispuesta a dejar caer su furia.

El agua bajará del tejado hasta la acequia,
lavando de polvo ambos verdes de las hojas,
le robará el vapor a los leños tibios,
y quitará el calor y las cenizas del hogar,
antes de hacer estiércol lo que duerme bajo tierra.

Queda un olvido en algún rincón del día,
del que no brota aun el eco sordo del ocaso;
entre las flores vencidas por el frío,
resiste deslucido el recuerdo de otros aires,
y las polillas gordas de comer tapices,
rechazan convertir en astillas la madera.

Indiferente a nuestras propias voluntades,
la mano siniestra también ha hecho sus planes,
y ha escogido que el cuervo elija la carroña,
que el calesitero decida de quien es la sortija,
y que la semilla y su raíz se obstinen en la piedra.

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