domingo, 5 de mayo de 2013

Cenicienta


Y me dije ¿por qué no?
capaz que estás ahí, aun,
en ese lugar que es frontera
entre lo que somos
y lo que merecemos.

Traje conmigo algo más que olor a humo,
una sensación rara,
un frío que me cala donde no están tus brazos,
un silencio dulce con forma de guitarra,
algo muy parecido a la magia
esa cuyo nombre pronunciamos tantas veces.

Aquí y allá ahora están tan lejos,
despierto en la orilla de una playa,
de una playa tan desconocidamente playa.

No creo en nada, salvo en todo,
creo en la sal de mis hombros
que me duele como si la herida fuera propia.

-.-

Este fue el instante donde me vencí anoche
para abrir los ojos del otro lado,
del lado de la isla y de los náufragos,
del lado en el que sólo somos méritos,
y aun te veo como jugando a Cenicienta,
te veo caminar, y te veo de espaldas,
buscando en la arena, donde lavan las olas
la huella de un zapato de cristal
que a mí, aun, me queda grande.

1 comentario:

  1. Este poema lo lei está mañana en el grupo del CAP en Facebook y me había gustado mucho. Qué bueno encontrarlo casi por casualidad en su sitio original. Muy bueno.

    Saludos!!

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