viernes, 17 de mayo de 2013

VIDELA. La punta del iceberg.



Mi primera reacción ...fue mi primera reacción.

Una sensación rara, una mezcla de sentimientos ante la muerte entre los que estaba incluida la alegría junto con una cierta nostalgia, de la peor, la nostalgia de lo que no pasó.

Cuando pienso en la historia del país que habito (para bien o para mal, y elijo pensar que para bien, nací argentino), tengo muchas de esas nostalgias. ¿Que hubiera pasado si no echábamos a los ingleses en 1806?. ¿Y si la batalla de Caseros hubiera tenido otro resultado?. De esas dudas tengo muchas, pero son tan lejanas hacia atrás, tienen una escala temporal tan distinta de la mía, que poco gano en esa elucubración. Voy a mirarlo mas de cerca. 1976. Que hubiera pasado si no hubiera pasado lo que pasó.

A riesgo de ser insultado, voy a pasar por alto el precio en muertes directas que pagamos como nación, y voy a poner el ojo en el precio económico que pagamos, que hemos estado pagando y que seguiremos pagando, que a la postre terminará siendo una condena eterna (en la escala temporal de mi propia vida y la de mis contemporáneos). A aquellos muertos los lloramos, a los que se encontraron los enterramos, los recordamos, los honramos, los sobre vivimos. Al mismo tiempo que pasaba eso, pasamos de tener una deuda externa de 5.000 millones de dolares a una deuda externa de 50.000 millones de dolares, un imposible, un pagaré a perpetuidad, en nombre del cual se nos impuso primero el ponernos de rodillas, después el deber de agradecer al recibir cuando de los platos ajenos nos permitieron lamer las sobras de nuestra propia comida, más las desiguales relaciones carnales, más las hiper inflaciones, más las privatizaciones, más los ajustes, más el sacrificio del bienestar nacional de -por lo menos- un manojo de generaciones.

El germen de esta situación actual, en la que gran parte del patrimonio de la nación ya no es nacional, en la que el precio de las cosas y la calidad de vida de la gente se resuelve en escritorios fuera de nuestro país o de nuestro continente, si bien amanece con la historia de la patria se hace manifiestamente previsible en todo su esplendor en esos años negros.




¿QUIEN FUE VIDELA?.

Fue un hijo de puta completo, con todas las letras. No encuentro manera de defenderlo ni justificarlo. Pero. Hay un pero. Videla actúo convencido de hacer el bien. Su cerebro fue prolijamente lavado en academias militares extranjeras y fue profusamente felicitado por una clase social que lo aplaudió y lo alentó: altas jerarquías "nacionales", lo más granado de la curia católica, los grandes banqueros, los capitanes de la industria, todos lo saludaron, aprobaron y le agradecieron el valor de sus servicios.

Videla (y otros a la vista) fueron la punta del iceberg. Los que operaron desde abajo de la linea de flotación permanecen a salvo, excepto contadísimas excepciones, no han sido ni siquiera nombrados. Videla, Massera, Agosti, etc, etc, etc, no son más que accidentes, no fueron más que la mano de obra barata de una organización mucho más compleja. Muchos de esos apellidos permanecen a salvo, se han ido muriendo, se han ido incorporando al club de los elegantes y paquetes argentinos afortunados, y hoy ellos y sus descendencias viven y disfrutan, desde su pseudo anonimato, dineros y situaciones mal habidas, regadas por la sangre de 30.000 personas y abonadas sobre la base de la postergación nacional.

VIDELA fue todo lo que fue.
Pero además fue una herramienta de otros, que ni siquiera tienen el valor de reconocer que fue un sicario, convencido, pero no por eso menos sicario.

1 comentario:

  1. Buen artículo.
    Nuestro país estuvo siempre gobernado por esas personas; golpes, fraude, golpes, fraude. Hicieron y deshicieron desde siempre, todo a su antojo. Mataron, robaron, mitieron: son los Martinez de Hoz, los Uriburus, los Anchorenas y Álzagas, Bussis, hoy Biolcattis y Magnetos, hijos de puta que protegen los intereses de ladrones legitimizados sobre un poder usurpado a todos los ciudadanos. Videla se murió, y es una especie de alivio, de alegría triste, de desahogo que no termina de desahogar, porque hay pibes que siguen sin aparecer y muchos que no van a aparecer nunca. Estos hijos de puta nos hicieron mierda, y más de 30 años después recién empezamos a levantar cabeza.

    Algún día nos desharemos del iceberg completo. Esperemos...

    Te dejo un abrazo y unas palabras de Hugo Mujica, que dijo: "En lo hondo no hay raíces; hay lo arrancado".

    Saludos!

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