martes, 3 de enero de 2012

La galería

Cuando el agua se pone triste,
la mariposa y el escarabajo se cobijan,
como orgullosos de un destino que les es ajeno,
sin ningùn otro propòsito confeso.

La lluvia lava el polvo de los verdes,
humedece los recuerdos,
refresca y vivifica los colores.

Sentado veo el suelo naranja de los pinos,
mientras intento descifrar de que hablan las cigarras,
el agua baja del tejado haciendo hilos,
que cavan una zanja castigando la gramilla.

Tu ausencia y tu presencia se alternan,
en las pausas de un paseo impredecible,
hay un juego de escondites fugaces entre la amnesia y la memoria,
que va sembrando el futuro de recuerdos elegidos.

Un mate largo y profundo nos reúne,
hacemos juegos rompiendo el silencio con su fondo vacío,
y me divierte verte sonrojada,
cuando recuerdo en ese sordo ruido,
al familiar gruñir del cerdo cuando hoza,
y la alocada carrera del perro bendecido.

Acontece la tarde enfrente nuestro,
y mantengo mis armas en vigilia,
esperando que el cielo se rinda,
cuando termine de caer a nuestros pies,
dando fin a lo apacible de la liturgia.

Pronto será el crepúsculo y la noche,
y la calma y la quietud serán fantasmas en fuga.

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