domingo, 30 de septiembre de 2012

Final V (Septiembre)

Para los que quieran saber, hoy es un día precioso, primaveral por completo, y a la sensación de haberlo empezado con el pie derecho encontrando un texto que será el primero del mes de octubre la acompañan las ganas de anteponerle algo más que quiero decir ahora, en lo que sería una pre cuela del anterior.

Llegar manejando sin ninguna complicación hasta un lugar más o menos lejos y decir tengo un rato, vamos a pasear, vamos a mirar algo, vamos a caminar, y en ese ínterin encuentro un lugar con algún signo de abandono, propio de su falta de uso, esperando que alguien se adueñe de él y decida darle lustre nuevamente, donde alguien vive, porque hay algunas macetas y algunas plantas cultivadas, hay un disco de arado con señales de uso reciente. Bajo la entre sombra hay un par de decks –que tienen esa particularidad tan especial de levantarnos quince centímetros del piso y darnos una nueva referencia- y en el caso de estos una empalizada muy liviana alrededor, marcando el límite, mostrando lo que hay afuera y mostrando claramente por donde se entra y se sale. Una hiedra que ha cubierto el piso y ya oficia de pasto en algún rincón, una araucaria, que es un árbol por el cual tengo una predilección especial, en la cual distingo un clavel del aire, de los que dan una flor azul y roja, que es otra planta por la cual también tengo una predilección especial, a tal punto de coleccionar todas las que encuentro, y entre todo eso que miraba sin otro propósito que registrarlo para mí mismo y sin hablar en voz alta le presto atención al camino de entrada, desde la calle hasta este lugar, un piso de cemento con unos dibujos hechos con ladrillos, que procedo a contar: un inicial, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, y un final, número trece. Este camino lo vi y pensé nuevamente en Rayuela, pero la vida tiene sorpresas y que esta rayuela tenga doce pasos y un decimotercero distinto de los anteriores, el que vendría a ser su cielo, es otra curiosa coincidencia si queremos insistir en asignarle todo el mérito al azar.

No sabía la cantidad de círculos que iba a encontrar en este camino, que podría asimilar a un Vía Crucis, en una comparación pagana. Cuando se acabe el mes número doce y empiece el mes número trece dejaremos de sufrir para disfrutar todo lo que tenemos prometido: el cielo, el paraíso, el infierno, la vida eterna, como lo quieran entender.

Esto ha sido todo por hoy, esto ha sido todo por septiembre, esto es el momento de ebullición final de mi cocción personal. Se me acaba el tiempo para redondear mejor la frase. Ya lo haré.

Delviso, 30.9.12, 11:22hs

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