jueves, 1 de marzo de 2012

Sedimentos

Por un momento me pregunto: ¿que soy?.

La pregunta es mínima, vaga, imprecisa. No está muy claro que es lo que uno se pregunta, ni mucho menos la respuesta. No podría darla. Ninguna colección de sustantivos y adjetivos podría abarcar todo. Y probablemente, si respondo y enumero, caiga en la trampa de decir que soy mi pasado, porque lo que soy es ahora, ya, lo demás lo fui o lo seré.

Entonces, soy durante un segundo, un arsenal de recuerdos y vivencias, de conocimientos e ignorancias, y soy también uno o más planes, soy todos mis proyectos, no necesariamente congruentes entre sí.

Me está costando, por H o por B, hacerme este tiempo. Es mucho más el tiempo que paso deseando sentarme a escribir, queriendo disponer del rato necesario para dejar que las palabras vean la luz. Ando por ahí, distraído en lo de siempre, y cada tanto me asalta una idea, pienso que me gustaría desarrollar tal tema, y surgen conceptos, recuerdos, anécdotas, y malaya la hora de que eso no me pase cuando estoy al pie del cañón, y malaya la hora también, porque las ideas son ligeras, son como semillas de estación, hay un momento para plantarlas, y sino mas tarde ... a esforzar la memoria.

Soy todo mi pasado, menos lo que dejé en el camino. Soy todos los libros que leí -que son menos de los posibles-, soy todas las charlas que tuve, soy todas las cosas que escuché. Sé que cada una de las ideas que tengo,es algo que tengo desde antes de pensarla. Cuando una idea se abre camino, y llega a los codazos hasta el plano de la conciencia, decimos "tengo una idea", cuando en realidad tenemos miles (y dejo para Borges pensar si no será que las tenemos todas). Es decir, las ideas no se producen, las ideas están. Cuando decimos que elaboramos una idea, en realidad estamos haciendo un trabajo fino, como cuando los arqueólogos con el pincel u otra herramienta le quitan el polvo a los huesos a medio desenterrar. Entonces, de las ideas que se asomaron y se volvieron a refugiar dentro de mí, se que puedo esforzarme en recrearlas con resultado incierto pero diferente -uno no es uno, es uno y su circunstancia- o respetar su propio ciclo y esperar su regreso.

Algo de eso me pasa hoy. Encontré el momento para sentarme, justo aquel en el cual las ideas decidieron retirarse. Anoche hubiera sido mejor, es notable como un poco de vino alcanza para lubricar las dendritas. Un poco más de un poco en verdad.

Esto de ser todos los libros que leí etc. etc. también venia con que soy todo lo que comí y bebí -omito algunos verbos comprometedores- en estas casi cuatro docenas de años. Sé que pensar en cual será la relación entre una célula cualquiera de mi cuerpo y algún plato de comida anterior parece una pregunta cannabácea, pero se me ocurrió estando sobrio en todos los sentidos posibles, aunque el estigma de Obelix me persiga.

No recuerdo cual fue el tema que me hizo pensar en decir eureka, pero sí recuerdo que me quedé pensando en la diferencia entre la intención de quien convirtió la expresión en onomatopeya, celebrando el alumbramiento de una idea, y cuanto más se popularizo la palabra petróleo como metáfora del hallazgo.

Al ver el título que elegí para este post, recuerdo ahora una más de las ideas que saque a tomar aire estos días. Sigo leyendo La vuelta al día en 80 mundos de Cortázar, libro que amerita una lectura que recomiendo y algún largo y extenso comentario que quizás algún día escriba. Promediando el libro, ya encontré en varias oportunidades la palabra cronopio, que creo recordar de haber leído por algún lado antes, siempre asociada a Cortázar. No conozco con precisión su significado, pero me da la sensación de que ser cronopio es bueno. En algún capitulo reciente, menciono que además de los cronopios hay almas y esperanzas. No entendí aun la clasificación que propone.

El libro me sigue gustando, pero reconozco que no lo estoy leyendo con la dedicación necesaria. Además de dedicarle el último rato del día, previo a quedarme dormido, lo que ocurre a las pocas hojas, lo leo en un estado de desconcentración, y el mecanismo de asimilación no funciona a nivel consciente. No se trata de una novela, donde hay una cronología, una historia, un personaje que seguir. Entonces se que la vista paso letra por letra, palabra por palabra, oración por oración. Hay en cada capítulo un tema tratado, pero no se cuanto de lo que leo se registra en forma individual, o va a parar a una nube de palabras y conceptos, una nube amorfa e indeterminada, de la que, cada tanto, algo precipita.

Es como el aire, que siempre tiene polvo en suspensión, y de a poco va dejándolo caer. Uno no se da cuenta ni como ocurrió ni puede precisar cuando y probablemente tampoco decir de donde vino, pero ese polvo va sedimentando, y tan pronto sedimenta, es. A esto venia, decía que soy un montón de ideas, y probablemente no sea mas que eso, de las que en una gran mayoría no conozco el origen, son conceptos que estaban en el aire, y por distintas causas sedimentaron sobre mi.

-.-

Hoy viernes pulí un poco lo dicho anoche. Vi hoy de donde vino la palabra Eureka, de un pequeño negocio de ropa en la cuadra del colegio de mis hijos, al que estoy yendo a diario, asi llamado.

Y releyendo, llego a la conclusion de que no soy mas que lo que el tiempo hizo sedimentar, mis ideas, conocidas por mi o no, expuestas o no, no soy mas que todo ese gran repositorio neuronal. Lo demás, lease intentos de responder mencionando un rasgo físico, una ocupación, una conducta, son clasificaciones parciales e inconducentes, el que quiera saber quien soy, que conozca mis ideas.

¡Y despues que me lo explique!. Quizás deba corregir mi presentacion en el encabezado del blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Prefiero no recibir comentarios anónimos y sin firma.
Si no tiene una cuenta, invéntese un nombre de fantasía.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...