viernes, 2 de marzo de 2012

Eureka

Nota Bene:
Salvo grandes errores, no acostumbro retocar lo escrito, pero necesité esta excepción.
Releyendo el post original (Sedimentos) noté que estaba demasiado lejos de donde lo quería llevar.

-.-

Por un momento me pregunto: ¿que soy?.

La pregunta es mínima, vaga, imprecisa. No está muy claro que es lo que uno se pregunta, ni mucho menos la respuesta. No podría darla. Ninguna colección de sustantivos y adjetivos podría abarcar todo. Y probablemente, si respondo y enumero, caiga en la trampa de decir que soy mi pasado, porque lo que soy es ahora, ya, lo demás lo fui o lo seré.

Entonces, soy durante un segundo, un arsenal de recuerdos y vivencias, de conocimientos e ignorancias, y soy también uno o más planes, soy todos mis proyectos, no necesariamente congruentes entre sí.

Me está costando, por H o por B, hacerme este tiempo. Es mucho más el tiempo que paso deseando sentarme a escribir, queriendo disponer del rato necesario para dejar que las palabras se organicen de algún modo convencionalmente útil, porque no se trata de dejar un acertijo sino de expresar una opinión, o puesto en términos culinarios, no solo listar los ingredientes sino también adelantar un poco el método, y dejar un poco más en evidencia las sinapsis y los silogismos; pero cuando el tiempo apremia, como anoche, apenas me alcanzó para cerrar la idea y quedan textos con errores de sintaxis, o palabras repetidas sin intención, o cosas en el tintero.

Ando por ahí, distraído en lo de siempre, y cada tanto me asalta una idea, pienso que me gustaría desarrollar tal tema, y surgen conceptos, recuerdos, anécdotas, y malaya la hora de que eso no me pase cuando estoy al pie del cañón, y malaya la hora también, porque las ideas son ligeras, son como semillas de estación, hay un momento para plantarlas, y sino más tarde ... a esforzar la memoria.

Soy todo mi pasado, menos lo que dejé en el camino. Soy todos los libros que leí -que son menos de los posibles-, soy todas las charlas que tuve, soy todas las cosas que escuché. Sé que cada una de las ideas que anuncio tener, es algo que ya tenía desde antes de pensarla. Cuando una idea se abre camino, y llega a los codazos hasta el plano de la conciencia, decimos "tengo una idea", cuando en realidad tenemos miles (y dejo para Borges pensar si no será que las tenemos todas). Es decir, no producimos ideas, las ideas están ahí, esperando su cuarto de hora. Cuando decimos que elaboramos una idea, en realidad estamos haciendo un trabajo fino, como cuando los arqueólogos con el pincel u otra herramienta le quitan el polvo a los huesos a medio desenterrar. Entonces, de las ideas que se asomaron y se volvieron a refugiar dentro de mí, se que puedo esforzarme en recrearlas con resultado incierto pero diferente -uno no es uno, es uno y su circunstancia- o respetar su propio ciclo y esperar su regreso, apostando a que regresen reconocibles o mejores.

Algo de eso me pasa hoy. Encontré el momento para sentarme, justo aquel en el cual las ideas decidieron retirarse. Anoche hubiera sido mejor, es notable como un poco de vino alcanza para lubricar las dendritas. Un poco más de un poco en verdad, pero tampoco tanto. Una botella entre dos, acompañando la excepción que hicimos frente a una costumbre que no tenemos, y ya que el 2012 nos regala un bisiesto, enfrentemos el día bonus de febrero y cerremoslo con unos ñoquis aportados por un amigo de la casa.

Esto de ser todos los libros que leí (etc., etc.) venia en combinación con que también soy todo lo que comí y bebí y -omito algunos verbos comprometedores- en estas casi cuatro docenas de años. Sé que pensar en cual será la relación entre una célula cualquiera de mi cuerpo y algún plato de comida anterior parece una pregunta cannabácea, pero se me ocurrió estando sobrio en todos los sentidos posible, mal que le pese al estigma de Obélix que cargo conmigo.

Recordé entre la escritura original de este post y su primera revisión haber visto estos últimos días, en la cuadra del colegio de mis hijos, un pequeño negocio de ropa llamado "Eureka". A fuerza de relecturas y sinapsis, recordé por que pensé en la palabra Eureka antes de prestarle atención a la marquesina del local, fue en el momento en que me dije "de esto voy a escribir" por última vez antes de comenzar este post, aunque recuerdo eso pero no se si está presente hoy el tema que haya inspirado la expresión. Sé que pensaba titularlo Eureka, decisión que como verán abandoné antes y recupero hoy. Decia que no recuerdo cual fue el tema que me hizo pensar en decir eureka, pero sí recuerdo que me quedé pensando en la diferencia entre la intención de quien convirtió la expresión en onomatopeya, celebrando el alumbramiento de una idea, y cuanto más se popularizo la palabra petróleo como metáfora del hallazgo.

Cuando elegí el título anterior de este post (o el título del post anterior a este, como prefieran verlo), tenía que ver con una más de las ideas que saqué a tomar aire estos días. Sigo leyendo La vuelta al día en 80 mundos de Cortázar, libro que amerita una lectura que recomiendo y algún largo y extenso comentario que quizás algún día escriba. Promediando el libro, ya encontré en varias oportunidades la palabra cronopio, que creo recordar de haber leído por algún lado antes, siempre asociada a Cortázar. No conozco con precisión su significado, pero me da la sensación de que ser cronopio es bueno. En alguna de las últimas noches, encontré que mencionó la existencia de almas y esperanzas además de los cronopios. No entendí aun la clasificación que propone.

El libro me sigue gustando, pero reconozco que no lo estoy leyendo con la dedicación necesaria. Además de abocarme a él como última actividad del día, previo a quedarme dormido, lo que ocurre a las pocas hojas, lo leo en un estado de desconcentración, y el mecanismo de asimilación no funciona a nivel consciente. No se trata de una novela, donde hay una cronología, una historia, un personaje que seguir. Entonces yo sé que la vista pasó letra por letra, palabra por palabra, oración por oración, pero hay un funcionamiento defectuoso en el mecanismo triangular de la vista, el intelecto y la memoria, aplicado a las funciones de conocer, entender y memorizar. Leo sin entender ni capturar, o leo y entiendo pero me olvido como un pasatiempo, o como alguna película polaca que vi en el teatro San Martín, leo y recuerdo pero nunca aprendí nada. Hay en cada capítulo un tema tratado, pero no se cuanto de lo que leo se registra en forma individual, o va a parar a un repositorio de palabras y conceptos, una nube amorfa e indeterminada, de la que, cada tanto, algo precipita.

Entonces es como el aire, que siempre tiene polvo en suspensión, y de a poco va dejándolo caer. Uno no se da cuenta ni como ocurrió ni puede precisar cuando y probablemente tampoco decir de donde vino, pero ese polvo que no se percibe mientras flota va sedimentando, y tan pronto sedimenta, es polvo pero es tierra, y con el tiempo, algo nacerá de ahí. A esto venia, cuando decía al principio que soy un montón de ideas, y probablemente no sea más que eso, ideas de las que en una gran mayoría no recuerdo el origen, son conceptos que estaban en el aire, y por distintas causas sedimentaron en mí.

-.-

Y releyendo, llego a la conclusion de que no soy mas que lo que el tiempo hizo sedimentar, mis ideas, conocidas por mi o no, expuestas o no, no soy mas que todo ese gran repositorio neuronal. Lo demás, lease intentos de responder mencionando un rasgo físico, una ocupación, una conducta, son clasificaciones parciales e inconducentes, el que quiera saber quien soy, que conozca mis ideas más que mi persona.

¡Y despues que me lo explique!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Prefiero no recibir comentarios anónimos y sin firma.
Si no tiene una cuenta, invéntese un nombre de fantasía.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...