Estoy en un día triste. En un rato triste más bien, pero un rato tiene la capacidad de ser como una mancha, y hoy ya tengo el día sucio de un par de manchas. El principal objetivo de haber salido a comprar algo fuera de mi casa sin necesidad era salir de mi casa, salir de ese lugar que es este lugar, el de la palabra, y ver gente de verdad, poder hablar con alguna persona. El nombre de este texto es
Soledad y esta que percibo de a ratos frecuentes y extensos es de la triste, la soledad del que esta solo aun cuando no quiere. Conozco la otra soledad, la soledad de estar conmigo mismo y estar bien y estar en ese momento completo y no necesitar al otro. Tengo de esta otra soledad, la soledad del que quiere tener un cuerpo al lado, la soledad del que no tiene a quien mejorarle el día, la soledad del que no tiene una voz para escuchar cuando la precisa. Es una soledad muy sola, y es una soledad que no se resuelve con espejitos de colores. La imperiosa necesidad de estar con alguien que nace no tanto de la soledad como de la soledad y la angustia de sospecharla infinita, de sentir por un momento que este estar solo puede ser definitivo –lo que no deja de ser una pesadilla de la que uno sabe que se va a despertar- pero eso lo sabe antes y lo sabe después de la pesadilla, el durante no tiene fecha de vencimiento. La soledad que describo tiene una única cura posible, la de una persona que necesita pasar el amor de la palabra al hecho y se impacienta ante la ausencia del milagro. Hay algo que se espera y que no llega, y nace el error en forma de búsqueda, nace un error que es estar pendiente de su aparición queriendo verlo, queriendo mantenerse alerta, no sea cosa que este ahí y no lo veamos, que nos pase desapercibido, desconfiando de la capacidad del amor para hacerse notar presente cuando se lo descubra. Lo demás son simulacros, son cosas buenas, son secretos tácitos, se ven, se disfrutan como amores. Hasta ahí podemos buscar, un cariño fuerte, hasta ahí podemos llegar en nuestro oficio de pescadores a tener suerte, y sacar un pez muy grande, pero el más grande sólo sale solo.
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