viernes, 27 de abril de 2012

¿Escribir?

Hace algunos años, en un colectivo por entonces fresco, llamado CQC, comandado por Mario Pergolini, alguien se descolgaba cada tanto con un ¡que buena pregunta!.

Algunos escriben porque no tienen más remedio que hacerlo, otros para alardear de su destreza técnica, otros para ganar dinero. He visto casos de gente que escribe algunas cosas y/o de algunas maneras que, quiero pensar, deben tener alguna justificación, aunque a mí se me escape. Para todos hay lugar debajo del sol.

¿Por qué escribir? y ¿Para qué escribir? son dos preguntas distintas, que generan una tercer pregunta, compartida, ¿Sobre qué escribir? y a la hora de la verdad, ante el papel, confluyen en un punto común, tienen una pregunta en común: ¿Que escribir?, que genera en el cuerpo, ante la hoja en blanco, el escozor del encuentro con lo desconocido, cita a la que concurrimos con la ilusión de haber previsto algo más que el saludo, y comparo esta imagen con la llegada a una fiesta de la que solo sabemos la dirección y el nombre de la persona que nos invitó, o por qué no, con un encuentro íntimo a puertas cerradas con alguien a quien conocimos esa misma noche.

¿Que escribo?. No sé, voy tirando palabras, algunas al teclado y otras al descarte, y van saliendo ideas, en algunos casos sorprendentes. Al iniciar esta entrada, ni sospechaba de la última comparación. Fluye, algo fluye y va cayendo, sin un propósito previo, sin un contexto evidente, y cada tanto repaso a ver de dónde vengo y a donde voy, y hablo de las letras, y hablo de la vida también, donde la ilusión de haber previsto algo más se empeña en desvanecerse.

Escribo porque si, porque me gusta. Es, a priori, algo completamente innecesario, aunque no me gusta esa palabra, me suena mejor superfluo, tomándolo mas como algo opcional, algo que si quiero si y si no quiero no, algo a lo que nadie me obliga, algo que nadie puede exigirme. Hay, en este acto de escribir, una manifestación plena de mi libertad: escribo lo que quiero, porque quiero, como quiero, cuando quiero. (Bueno, me entusiasme, en realidad cuando quiero es cuando quiero y puedo, pero lo demás es así como lo dije). La cuestión de si es necesario lo que escribo es casi indiscutible. No es necesario. ¿Quien necesita lo que no conoce?. Quizás leas esto y encuentres una respuesta a alguna pregunta, quizás leas esto y encuentres algo que hacer durante el tiempo que le dedicás, digo, podes leer esto y suplir alguna carencia que tengas pero eso no convierte en necesario lo que escribo, sino en útil a tu necesidad. Puede ser que otro día quieras y/o desees volver sobre estas letras, y recién ahí, por excepción, podemos revisar este punto. .O que me convierta en pastor evangélico o sacerdote o gurú o en apóstol, y alguien precise mi palabra, pero eso tampoco es necesidad, sino marketing.

¿Para qué escribo? tiene en apariencia muchas respuestas distintas, pero creo que confluyen en una. Escribo para limpiarme. Es una especie de autoexorcismo, un ritual, por el cual expulso de mi mismo mis temores, mis demonios. Me sumerjo en mi oscuridad, me indago, hablo con los espejos, me escucho. Recuerdo un texto en especial, Desiderata, un verso ahora: Muchos temores nacen con la fatiga y la soledad, y al escribir dejo de estar solo, porque lo que lo que logro es un intercambio epistolar conmigo mismo, en términos psicoanalíticos quizás sea correcto decir que pongo en contacto a mi yo con mi súper-yo, pero lo cierto es que al darle existencia real a los fantasmas, puedo valorarlos en su justa medida, puedo desvestirlos, puedo amigarme con ellos y también puedo matarlos a voluntad.

Y sobre que escribo, es lo que menos me importa. Hay, en el acto de escribir, subyacentes, un conjunto de intenciones. Hay un afán de exhibir, de mostrar. Quien escribe sobre sí mismo, sobre sus vivencias, sus estados, sus emociones, se está paseando por un escaparate virtual. Quien escribe sobre sus ideas políticas busca difundirlas, quien escribe sobre sus gustos en la cama buscará partenaires, quien escribe chistes buscará sonrisas. Hay una búsqueda de reconocimiento, no necesariamente aplauso, pero sí de que el otro tome conciencia de que estamos aquí, igual que él, buscando afinidades. Por alguna razón, los ebrios quieren estar con los ebrios, los drogones con los drogones, los feligreses con los feligreses, y para no ser menos, los que disfrutamos, vivimos, entendemos esto, nos reunimos aquí.

miércoles, 25 de abril de 2012

Maquina de Narrar

Llevo un tiempo por estos lugares, con un nivel de dedicacion variable. Primero me puse a leer, con urgencia, luego me largue a escribir, luego me dedique a acumular blogs en mi lista de lectura, y finalmente, la situacion me desbordo.

No tengo tiempo de recorrer mi lista de lectura. En algun caso, me apure en declararme seguidor, y debiera sincerar y retirarme, en otro caso se me hace reiterativa la experiencia y pierdo interes, pero basicamente, lo que escasea es el tiempo.

Cuando hay una carencia acumulada, la disponibilidad nos hace precipitar, y nos tiramos de cabeza, sobre lo que sea, se me ocurre graficar con comida y carne, pero en este caso hablamos de escribir y de leer, luego el rio recuerda su cauce y la cosa tiende a normalizarse. Ya no leo a diario, ya no escribo a diario, sino cada tanto, porque algo me provoca o solo por el ejercicio. Quizas lo que preciso no lo estoy encontrando en este espacio. ¿Quien sabe?.

Como lo unico que parece ser irreversible es la muerte, elijo mantener mi blog abierto, aunque no tenga nada para decir, o no diga nada. No es que "me deba a mi publico" pero me gusta saber que alguien por ahi pueda complacerse en mi lectura, y sería algo perverso cerrarlo solo porque no tengo nada que agregar.

Y de repente, aparece un blog nuevo a la vista, y leo das un vistazo, es un blog joven, interesante. Me gusta leer cosas de las que pienso "esto podria haberlo dicho yo" o "esto parece dicho por mi", en un caso sintonizo el concepto y en el otro el continente, y de esto queria hablar. Tiene poca audiencia hoy, menos de la que creo que merece, y un poco por compartir la alegría del hallazgo y otro poco por aumentar las posibilidades de supervivencia evitando el desanimo de su creador -un poco de generosidad y un poco de egoismo- vengo hasta aqui solo para recomendarlo.

http://maquinadenarrar.blogspot.com.ar/

Aun no tiene un mes, por lo que están a tiempo de leerlo entero. Que lo disfruten.


martes, 24 de abril de 2012

Vaclav Havel


Vaclav Havel hizo demasiadas cosas como para intentar aquí una biografía o un resumen. Hombre integro, trabajador de la cultura, defensor de la libertad, de la vida y del individuo, podría compartir un podio imaginario con Nelson Mandela y Ernesto Sábato, y si no se conocieron e hicieron amigos habrá sido por falta de coincidencia en el tiempo y el espacio y no por falta de valores comunes.

Hoy  encontré en la recepción de mi último empleo, donde fui por unos trámites personales pendientes, un suplemento periodístico cuya nota de tapa era él. Como siempre, vuelvo a conjugar el verbo casualidad. Si hubiera ido ayer, quizás no hubiera estado ahí, si antes de mi hubiera pasado otro con el mismo interés que yo y la misma capacidad de apreciar su valor y rescatarlo de su destino de desperdicio, tampoco lo hubiera encontrado, y para peor, si no hubiera ido hoy quizás se hubiera convertido en papel descartado sin ser leído, recuperado de la basura por alguno de aquellos tantos para quienes el discurso presidencial de la redistribución de la riqueza y el coeficiente de Gini son entes aun más absurdos que los números complejos.

Supe tener en la escuela primaria, en 4° y en 6° grado, una maestra fuera de norma: Radojka Pleticosic de Vanti, una mujer checoeslovaca, cálida, inteligente, capaz de lidiar conmigo, que no era un alumno sencillo. Sabía cómo contenerme, supo cómo educarme. No es para cualquiera la bota de potro, pero ella supo calzarlas. Para hacer notar el contraste, tuve tres suspensiones escolares en 5° grado y una en 7°. Cuando mi desinterés en la clase se hacía evidente, lo que ocurría al poco tiempo de entender, lo que dicen que ocurría en mi caso demasiado pronto, me ponía a mirar diapositivas de distintos lugares -turísticos todos o en su gran mayoría- contra una de las ventanas del salón.

Era una persona excepcional, docente por vocación. Estaba al frente de un grado tan solo por su interés en hacerlo. Supe después que su marido era alguien importante en Bunge & Born, lo que explica la posibilidad del día que una vez por año pasábamos en el club de esta empresa, donde comienza Vicente Lopez por el bajo -hoy Carrefour-, y justifica la cantidad de viajes por el mundo que ella dio y yo pude recrear a través de celuloides de 35mm enmarcados.

Allá por 1991, tuvo la suerte el capricho de llevarme a conocer Japón, en un viaje de trabajo. Como parte de un contingente de argentinos, en una amplia mayoría movidos por la necesidad de ganar un dinero que parecía imposible aquí, y en mi caso no tanto por la necesidad como por el interés -por el dinero y por la oportunidad- acometimos la empresa. Otra vez la casualidad, combina a uno que por entonces ya era un ex novio de una de mis hermanas, hijo de japoneses radicados en argentina después de la guerra, con alguna frustración laboral y un ánimo inquieto, y nos deja en Mieken, cerca de Suzuka, para trabajar en una fábrica que contradecía por todos lados los aires de modernidad tecnológica que asociábamos con ese país.

La duración prevista de ese viaje era de un año, y al poco tiempo comenzamos a fantasear algunos con el pronto regreso, otros con el regreso a término con el dinero ahorrado (fuimos para allá a hacernos la América, si se me permite la metáfora a pesar del error geográfico) y algunos, o por lo menos yo, con la posibilidad de prolongar la estadía y recorrer el mundo con el ahorro adicional o volver luego a Japón por más dinero o cualquier otra combinación que cancele o postergue el regreso a Buenos Aires, que finalmente hicimos con mi hermano y compañero de aventuras antes de cumplir un trimestre en el archipiélago.

Recuerdo, en una de las tantas cartas que despachamos en esos días en que la palabra mail no existía e internet era aun un proyecto militar norteamericano, haber recordado por escrito un sueño que tuve, en el cual me casaba en Checoeslovaquia.

En aquel momento, primeros años luego de la caída del muro de Berlín, Europa del Este era aun una Europa preservada -sin querer pero preservada- por el comunismo de la avanzada de occidente y/o de la modernidad y/o de la globalización, eufemismos de la prepotencia cultural con que el capitalismo (mal menos norteamericano de lo que se piensa) simplifica por medio de la imposición y del marketing desde las maneras de vestirse, de comer y de divertirse hasta las escalas de valores.

Cuando debimos finalizar nuestra estadía en Japón, en forma precipitada, cierto grado de angustia nos hizo olvidar de aquel proyecto, que era más mío que de mi hermano, y volvimos a Ezeiza con la necesaria escala en Los Ángeles. Unos años después de aquel retorno, recordé a mi maestra. ¿Que sería de ella?, ¿estaría viva?; supe por la guía telefónica que el teléfono del que era su domicilio seguía estando a su nombre, por lo que era suficiente un mínimo esfuerzo para confirmar si estaba, si vivía, si me recordaba, visitarla, recordar juntos, darle las gracias. No sé porque, pero no hice el intento, y hoy que han pasado cerca de 40 años de aquella infancia, vuelvo a recordar, con un temor muy realista de que puede ser tarde para ese gesto, y vuelvo a decirme casi como una recriminación a mi mismo ¿por qué no lo hiciste cuando lo deseaste?.

Del mismo modo, pienso hoy en aquel lejano proyecto de conocer Europa, que el devenir de mi vida hace hoy más improbable, y que pude hacer cuando fui soltero y sin cargas de familia y tenía una espalda que podía descansar en un banco de plaza sin amanecer maltrecho y un estomago que no precisaba tantas caricias, y no busco hoy justificativos para no hacerlo hoy, sino que me digo a mi mismo una vez mas ¿aun no entendiste?, las cosas hay que hacerlas cuando hay que hacerlas, porque ni Europa es lo que era ni yo soy el que era, y el sueño del viaje que hoy decido que no hago no es ni siquiera parecido al recuerdo del sueño del viaje que no hice cuando lo tuve a tiro.

Para mas imposibles, Vaclav Havel asumió como presidente de Checoeslovaquia y entrego el poder como presidente de la Republica Checa, así que ya no están ni mi maestra ni mi sueño ni el país, y solo me queda el recuerdo en forma de lección, y una frase de Yukio Mishima, escritor de esos que no escriben por oficio sino por destino,  japonés –la casualidad parece ensañarse conmigo-, que encontré en el mismo suplemento, extraída de su libro Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis, que me pego un cachetazo en la cara y me repiquetea en la cabeza desde entonces: “apostar con prudencia no tiene sentido”.

sábado, 21 de abril de 2012

Felicidades

Extraño sentir,
el deseo de tu piel sobre la mía,
tu respiración entrecortada,
tu corazón agitado en forma desprolija,
tus ojos en llamas,
y la anarquía hecha carne.

Conservo un recuerdo lejano
de cuando nada era importante,
y todo era parte del misterio
y los defectos nos parecían virtudes.

La felicidad siempre es posible,
y la intención sigue siendo la misma,
aun cuando los caminos se confundan,
y la noche sea cómplice del día,
repitiendo el despertar del sueño y la vigilia.

sábado, 14 de abril de 2012

Ser o Parecer

Las cosas son lo que son, y parecen lo que parecen. Puesto así, solamente he dicho una verdad de Perogrullo, como quien dice “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, una de esas frases tautológicamente ciertas, pero que dichas en el momento oportuno, con la entonación adecuada a la ocasión, nos hacen lucir frente al auditorio como si aportará algo la intervención.

Me acuerdo de pronto de un pequeño libro de Jezry Kosinsky -más cuento que novela- y de la película homónima, con un Peter Sellers impresionante. Si, hablo de Desde el Jardín, una parábola ejemplar sobre el ser y el parecer, donde –para quien no conozca- un jardinero con alguna debilidad intelectual impresiona y confunde a su accidental anfitrión, una de esas personas económicamente ricas y políticamente poderosas, de esas que les dan instrucciones a los presidentes, que lo auspicia y eleva a la categoría de notable, a partir de interpretar metafóricamente las tibias explicaciones técnicas de su huésped sobre el trabajo que realiza en los jardines.

Cuando queremos que algo sea, es suficiente con que parezca. Un colega de profesión, Daniel Piorún, dejó en un libro técnico de su autoría el siguiente epígrafe, que me gusta repetir: cuando tenemos un martillo, todos los problemas parecen clavos, que es otra forma de decir que queremos que las cosas sean de la manera que nos cierra, queremos que las soluciones sean las que sabemos encontrar, queremos que las explicaciones sean las que nos permiten despejar las dudas, sin importar realmente si entendimos bien o mal.

¿Cuál es la diferencia entre ser o parecer?. Un famoso, famosísimo general dejó una frase como la primera que cité, “la única verdad es la realidad”, otra tautología, otra perogrullada mas, que no sé en qué contexto fue dicha inicialmente, pero en caso de duda la pronunciamos argumentando a favor de nuestra idea, y ahora ¿quien lo discute?.

Yo. La frase no es una tautología, sino todo lo contrario. La frase no puede ser cierta. La verdad es la realidad, pero no es la única verdad, porque hay tantas verdades como realidades, y realidades hay muchas. Las cosas son como son –Perogrullo a full hoy-, pero ¿cómo son?. Son como mis sentidos las sienten, como mis prejuicios y mis credos las procesan, como mi historia las condimenta, y entonces no son, no pueden ser iguales para mí y para otro.

Vuelvo a pensar entonces en que las cosas son como me parece que son, y otro dirá o pensará que para él son como le parece a él que son, y ambos podemos estar de común acuerdo en ese punto, siempre que no intentemos comparar nuestros pareceres. Un gesto, una mirada, una caricia: ¿cuanto tienen en común entre una persona y otra?. El saludo que te doy a vos y el saludo que recibís de mi ¿son la misma cosa?. Moriremos con la duda.

Más temprano comparaba la relación ser-parecer con la relación querer-desear. La diferencia entre ser y parecer es nuestro trabajo intelectual. Desde un punto de vista objetivo al extremo, el ser es lo real, y el parecer es lo que entendimos nosotros. Ese entendimiento es la parte intelectual, la que presencia la realidad y la incorpora en forma incompleta, inexacta, tendenciosa. Del mismo modo, nos confundimos entre los verbos querer y desear, que no son sinónimos aunque lo parezcan, y al igual que en el par anterior, difieren en la intervención intelectual. Al decir querer, involucramos la voluntad, y la voluntad surge de la razón. En el principio, en la base, está el deseo, puro, en bruto, sin pulir, sin filtrar. Después elaboramos la idea. El deseo es lo que es, el deseo es lo real, le aplicamos el barniz intelectual, y luego queremos lo que nos parece que deseamos.

¿Y cómo distinguimos entonces lo que es de lo que parece?
¿Y cómo distinguimos entonces lo que queremos de lo que deseamos?

No sé. A veces me parece que distingo. Al fin y al cabo … ¿qué importa?

martes, 10 de abril de 2012

Escalones

Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud,
mas no les es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos,
a nuevas y distintas ataduras.
En el fondo de cada comienzo hay un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la Tierra,
atravesar espacio tras espacio
sin aferrarnos a ninguno, cual si fuera una patria;
el espíritu universal no quiere encadenarnos:
quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos
escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad
en un morada y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer:
sólo quien está pronto a partir y peregrinar
podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.

Aun la hora de la muerte acaso nos coloque
frente a nuevos espacios que debamos andar:
las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón arriba! ¡Despídete estás curado!

Herman Hesse

lunes, 9 de abril de 2012

¿entendido?

No creo que entiendas lo que quiero decir hoy. Por mi parte, no está claro ni siquiera por que me siento frente al teclado a escribir. No tengo un tema, no tengo una frase, no tengo nada que justifique que alguien se detenga frente a esto que digo hoy.

Tan solo escribir, escribir. Tengo mil cosas que hacer, de las que no deseo hacer ninguna, y la que si siento que deseo hacer ahora ... languidece por falta de una idea que la alimente, y la otra que siento que deseo hacer, debe esperar aun, un poco más. Como quien sale a caminar sin saber ni donde ni para que, sin ni siquiera la expectativa de que el camino le presente en algún lado la justificación del acto, así me senté a escribir, confiando en que el avance de las letras se mantenga, pero sin mayor confianza en que aparezca la idea cuya ausencia -lamento desilusionar a los optimistas- aun no aparece. Escribo porque si. Podría dormir una siesta, pero tampoco tengo ganas de hacerlo, aun cuando cierta pereza parece indicarme que quedarme dormido en un sillón es una empresa completamente factible.

Quiero hacer algo de lo que tenga ganas. Vengo -me levanté un minuto y se ve que la circulación sanguínea algo aporta- de poner a calentar agua para el mate en la pava eléctrica, con regulador de temperatura. En el camino pensaba que podría dejar de escribir y ponerme a terminar un espejo, una pequeña artesanía, a la que solo le falta el último paso, pero eso supondría dejar de escribir, que es algo que me gusta hacer y que ya estaba haciendo. Esperará el espejo otra oportunidad, ya que en esa ida y vuelta hasta la pava apareció el tema.

Un gran hallazgo la pava. Tiene una perilla que permite indicar el punto de corte, para que el agua quede a la temperatura que tiene que quedar. Inicialmente le apuntamos al final de la letra E de la palabra MATE, y a medida que va acumulando sarro en el fondo metálico le damos un poco más al termostato, porque si no deja el agua un poco más fría de lo que me gusta. Cada tanto la limpiamos con vinagre, para quitar el sarro que se adhiere en un proceso gradual y continuo, una suciedad que se acumula sin que nos demos cuenta como, y al final degrada las cosas. Surgió de un regalo, luego de una seguidilla de veces en que el agua se reiteraba en el hervor cuando la olvidaba -proceso que en casa se menciona como "hacer una nube"-, y mis lamentos al aire al respecto inspiraron la elección, porque para hacer té o café el agua debe hervir, y si me la olvido tan solo agrego un poco, pero con el mate, si te pasas, tenés que andar agregando agua fría o cambiándola.

Justo hace un rato encontraba y compartía en Facebook (tengo muchos costados, también el cholulo) un texto de Neruda, que para quien lo conozca le alcanzara con esto "Muere lentamente quien ... no arriesga lo cierto por lo incierto, ..." y para quien no lo conozca la foto al pie o Google, y en ese ir y sencillamente poner la pava con la certeza de que el agua estará como me gusta.


Cuidado con la costumbre, que suaviza los matices, disimula las aristas, esconde los pliegues. Nos vamos repitiendo en los mismos caminos, a fuerza de reiterarlos nos hacemos familiares de los errores, regresamos y regresamos a donde ya estuvimos, asidos a un recuerdo de lo que fue, para volver a ver lo que ya cambió y no está más, para terminar lo que quedo inconcluso, sujetos a una obligación de completar, como si la condición natural del vaso sea estar lleno.

Bienvenida la incertidumbre.
Bienvenido lo desconocido.
Bienvenido el riesgo.
Bienvenida la vida.

Es curioso, como la vida va sembrando y plantando en cada uno, dejando semillas y rastros sobre nosotros, sin saber como ni para que. Recuerdo ahora un poema de Herman Hesse, con el que un ex-compañero de trabajo se despidió cuando dejó la empresa, que viene al caso y publicaré otro día, demasiado hermoso para perderlo al final de este post.

sábado, 7 de abril de 2012

Problema y Caos

Podría decir que cada tanto me asalta una idea, lo cual sería bastante cierto, aun cuando la imprecisa expresión "cada tanto" esconde que las ideas, -mis ideas, que son todo lo que soy- me tienen a su merced, y se suceden, incansables, una tras otra, desde que me despierto hasta que me duermo, y no siempre menos oníricas que las que se asoman en mis sueños cuando la razón descansa. No dejo de pensar, no en el sentido del pensamiento analítico, no en el sentido de la razón aplicada, sino pensar dicho como metáfora de la sucesión de ideas y palabras, de imágenes, a veces geométricas, muchas veces lógicas, y muchas veces absurdas, que se me presentan en una secuencia que no puedo prever ni gobernar. Podría decir que en mi reina la anarquía, pero la anarquía no reina, y aunque yo no lo deduzca hay un orden, y el orden supone reglas, y las reglas, nos gusten o no, asi como elevan al azar a la categoría de ciencia -la estadística-, del mismo modo convierten a la anarquía en una disciplina apta para la aproximación metodológica, metódica y lógica, el caos,

Bienvenido sea el caos. Entre tantas cosas, se me apareció un verso hoy, que atribui a la Madre Teresa de Calcuta, con el que mis neuronas se alinearon para darle vida a este post. Gracias a Internet, esta version moderna de Alejandría, esta materialización de la biblioteca de Babel soñada por Borges, y a Google, que no sería otro que el bibliotecario, pude rescatar el poema en un instante:

LA VIDA ES UNA OPORTUNIDAD, aprovéchala
LA VIDA ES BELLEZA, admírala.
LA VIDA ES BIENAVENTURANZA, saboréala.
LA VIDA ES UN SUEÑO, hazlo realidad.
LA VIDA ES UN DESAFIO, enfréntalo.
LA VIDA ES UN DEBER, cúmplelo.
LA VIDA ES UN JUEGO, juégalo.
LA VIDA ES UN TESORO, cuídalo.
LA VIDA ES UNA RIQUEZA, consérvala.
LA VIDA ES AMOR, gózalo.
LA VIDA ES UN MISTERIO, descúbrelo.
LA VIDA ES UNA PROMESA, realízala.
LA VIDA ES TRISTEZA, supérala.
LA VIDA ES UN HIMNO, cántalo
LA VIDA ES UNA LUCHA, acéptala.
LA VIDA ES UNA AVENTURA, arriésgate.
LA VIDA ES FELICIDAD, merécela.
LA VIDA ES VIDA, defiéndela.

Mi memoria no es buena. Recordaba un poema más breve. En teoría de conjuntos, aprendí el concepto de definición por extensión y por comprensión, y la diferencia entre detallar y definir. La definición es implícita, incluye todos los resultados posibles, en tanto que el detalle, por ser expuesto, deja a la vista lo que está y lo que no. A veces elijo un camino, a veces otro, según lo que quiera decir. Hay que tener cuidado, porque la misma palabra puede representar algo distinto para quien la pronuncia y quien la escucha. El gran riesgo de la definicion por comprension, mi preferida, es que quien escribe la fórmula y quien la interpreta deben estar en sintonía, para disminuir el riesgo de deformación de la idea. La función de los ejemplos es ayudar al receptor a decodificar correctamente la intención.

Releyendo el poema, encuentro dos versos que faltan, o que yo hubiera incluído, y que quizás puedan ser la definición por comprensión o parte de la definición por comprensión de las palabras de la santa, y sus versos, ejemplos de lo que se debe deducir de lo que digo aquí:

LA VIDA ES UN PROBLEMA, resuélvelo.
LA VIDA ES UN CAOS, entrégate.

Siempre y cuando el poema citado no sea una definición por comprensión, en cuyo caso lo mío puede ser considerado un par de ejemplos de dudosa necesidad, o algo muy parecido a la insolencia, o las dos cosas al tiempo.

jueves, 5 de abril de 2012

Años atras,


tomar tu mano, robarte un beso,
sin forzar un momento


Es peligroso el juego, por eso hay que jugarlo. Quizás tampoco sea un juego. Se reiteran los días y los momentos, se reiteran las posibilidades, y ahí estoy, predispuesto, bien dispuesto, haciendo mi papel. Como sin saber porque, fingiendo que las casualidades existen, como si fuera lo mismo que si y que no, sobrevuelo como el águila, silencioso, tratando de que mis ojos encuentren lo que buscan. No sé quién es el cazador y quien la presa, quien atrae y quien se acerca. No sé si soy Ícaro en busca del sol, o la llama que atrae a la polilla, o soy tanto lo uno como lo otro.

Tal vez haya un gran titiritero manejando todo, y soy solo una marioneta, un torpe muñeco de madera deseando ser carne con alma. De a ratos me distraigo pensando así, pero en general no es tanto lo que lo creo como lo que lo repito. Hago. Acometo la acción aunque me cuesta hacerme cargo de la consecuencia de mi acto, y disocio la voz que me devuelve el eco del grito que profiero, como si no supiera de donde viene, como si la luz que irradio y se refleja cerca mi de mi no naciera de mi mismo.

Vuela en el aire algo difícil de bajar a palabras. ¿Con que voz nombro lo que no entiendo?, con que combinación de letras y silabas, con que oración podrè dejar por escrito lo que pienso, si ni siquiera lo abarco. Un esfuerzo casi inútil, tratar de condensar en un par de párrafos algo que al leerlo me recuerde lo que quise decir, y confiar en que quien encuentre el mensaje lo reciba, lo interprete, y en ese proceso de decodificar perciba la intención con que lo lancè.


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