jueves, 29 de diciembre de 2011

No somos moscas

Defecando por un sueño

Debo reconocer que tengo, mal que me pese, alguna responsabilidad.

Luego de pasar por las distintas etapas de ingreso (Uso, Abuso, Adiccion), comencé el díficil viaje de vuelta. Al principio me distraía tontamente mirando bloopers y camionetas de ruedas gigantescas aplastando autos viejos, después celebré el "Pepe rompé" y los equipos de "Deportes en el recuerdo", y cuando me dì cuenta, estaba consumiéndome en una espiral de mierda, hasta que toqué fondo. Claro que, antes de eso, probé el "Jugo loco", me creí las "Cámaras cómplices", festejé los chistes malos de Larry de Clay, la poesía popular de Yayo, las sombras chinescas de Fredy, el Full Monty de Jose Maria Listorti. Llega un momento en que todo te parece poco, entoncés un idiota de cerebro quemado se cocina el lado de afuera de la cabeza en escena y te importa, como el señor que se luce tocando "El choclo" con un corcho sobre la boca y como el otro gritando "Gordo al agua"; la precisión del corte de la manzana pasa a ser cuestión de estado, y ver si a Sofovich lo traiciona el pulso o no jugando al Jenga se convierte en algo apasionante.

Y un día, te das cuenta, como dice Fito, de que ya metiste demasiado en tu nariz, y decís basta. No es fácil la tarea de desandar el camino. Volvés como la gente a contramano en la hora pico del subte, chocándote con una marea de humanidades que va hacia un lado del cual vos estás luchando y logrando salir, y vos sabés, pero en todos lados encontrás señales, en cualquier programa de TV, por un puto punto de rating, hacen lo que sea, entonces si no está Tinelli con su Bailando está el otro con su Soñando o el otro con su Esperando o el otro con su Criticando o el otro con su Repitiendo, y los diarios y las revistas con su Escribiendo, y uno sabe que los millones de moscas no están equivocadas, pero NO SOMOS MOSCAS, así que cuando escuchen a Carlitos Balá preguntando "¿Que gusto tiene la caca?" no duden, no dudemos, y gritemos fuerte ¡La caca tiene gusto a mierda!

No quiero mas soma, quiero volver a ser un salvaje inadaptado en "Un mundo feliz", un miembro activo de La Resistencia de Sábato, libro imperdible que aprovecho la ocasión para recomendar.


Gran hermano

No logra seducirme la impotencia,
de unos cuantos necios jugando a la pecera,
boquiabiertos, purgándose encerrados,
rellenando sus vidas huecas con guiones.

Ni los millones de catadores de la nada,
masturbando el simulacro de la vida,
el teorema de las moscas puesto en escena,
por el culo de un sifón catódico,
que atrasa dos generaciones.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Preparado

La telaraña fue una trampa,
tejida por el orgullo,
y el humo de la escoria ardiente,
eclipsó las razones conocidas.

No hay mayor libertad que la renuncia,
vamos, venimos, nos vemos, nos cegamos.

¿Estoy preparado?,
No, no lo estoy, o si, que importa.
que llegue el futuro, y sabremos entonces si lo estuve.

Tengo la absoluta convicción,
de que ambos sabemos en secreto,
de que ambos coincidimos,
en asustarnos,
confiando en que el tiempo nos espere.

La Claque

No sé si se debe al marketing o a los malos ejemplos, pero de un tiempo a esta parte son más importantes (o mejor dicho, tienen más espacio) los decorados que las obras, las "devoluciones" que los bailes, y los comentarios que las noticias.

Se ha instalado una cultura de la participación. Recuerdo de mi adolescencia, cuando empezaba a escuchar música con atencion, que la principal diferencia entre la radio AM y la FM era que en la primera hablaban y en la segunda pasaban música. Escuchaba alguna FM entonces, quizás Del Plata pero con dudas, acompañándome mientras preparaba los exámenes de diciembre (y alguna vez de marzo). Pasaban los temas, después los nombraban, después alguna propaganda, y de nuevo más temas. Algunos pocos años después, cada tanto nos distraíamos colgadísimos en casa de una amiga, Silvia, con un programa interesante llamado "El tren fantasma", de Omar Cerasuolo, que era un programa de FM con mucha charla, nocturna, movilizadora; hoy por hoy, los programas reproducen formatos, tiran al aire la consigna del dia y ya está, ahora a recibir y seleccionar y sacar al aire mensajitos, mails, llamados telefónicos. Cuesta cada vez más encontrar un programa donde el locutor hable (mejor si poco) y la audiencia escuche u oiga.

Así al tuntun, voy a la página del diario ¿Como estará el tiempo antes de Año Nuevo? lleva 9 comentarios, 56 para una nota prescindible Alfano: "Canal 13 da lástima con el prime time: barato y pobre" hasta 1252 opiniones sobre Carlotto: el caso Noble "quedó resuelto por ley". A la gente le gusta opinar, parece. No se si leeré la nota de Carlotto, pero seguramente 1252 comentarios son demasiados, salvo que alguien este previendo hacer una seria investigación sobre las opiniones del común de la gente (que lee la Nación y por internet), no sé cual es el propósito de este mecanismo; quizás haya algún componente publicitario detrás, avisos en los formularios de comentarios.

Elaboro una idea, sobre la necesidad que parecemos tener muchos, de ser notables por un rato. Busco aquí mi cuarto de hora de fama, con escaso resultado. Blogger me dice que tengo 21 seguidores (aunque a veces aparecen solo 8), tengo mi costado vanidoso, y pienso que mi prosa y mis versos y mis opiniones merecen más audiencia, tengo mi costado envidioso y pienso en porque yo tengo 21 seguidores y otros tienen centenares: quizas deba escribir más breve, a mi mismo me pasa que ante un post extenso dudo, y la brevedad se me escapa cuando hago prosa.

Decía, alguien tiene chiquicientos seguidores, y poné algo por escrito, y florecen las opiniones, acotaciones, felicitaciones, agregados, interpretaciones; y está bien un aporte enriquecedor (como alguien que me dijo "Quizás Dios sea tambien un intermediario" y otro que me cuestionó "Cuerpo para más de un poema"), y un par de comentarios por post son útiles y bienvenidos, igual que una felicitación cada tanto, pero cuando todo es materia de opinión y/o felicitación, aparece La Claque en escena, y entonces el propósito se desvirtua (o por lo menos se transforma) y el comentario ya parece ser una firma en el libro de visitas, un "yo estuve acá".

Heredé (o aprendí) de mi padre la capacidad de expresarme de una manera que la gente entiende descortés. No ha sido mi ánimo ofender a nadie, ni disuadirlo de leer lo que escribo, y por favor, sientánse libres de opinar, y si lo hacen, mejor, ya que mi ego anda un poco débil y necesita la caricia de sus lecturas.

martes, 27 de diciembre de 2011

Cuando a plena luz del dia

Pensaba hoy,
cuando a plena luz del día,
vuelva a sorprenderte.

Me imagino parado detrás tuyo,
rodearte con mis brazos,
respirar profundo en tu primera vértebra,
llenarme de tu olor,
y comenzar la jornada.

Dejo caer mis manos,
hasta tu ombligo,
y uno por uno voy venciendo los botones.
Llegando al último, el tercero,
dejamos caer la camisa al suelo,
y tus hombros a la vista.

Subo mis manos hasta tus mejillas,
y las dejo deslizarse por tu cuello y por tus brazos,
apenas rozándote como si fueran plumas.

Con un poco mas de urgencia libero tus insignias,
y me aproximo tanto como puedo,
de la cintura hacia arriba somos uno,
y vuelvo a respirarte, en el mismo lugar,
y me embriaga que huelas diferente.

Como un gato ronroneo por ahí,
te muestro los dientes, sin herirte,
un ligero mordiscón,
te envuelvo con mis brazos por sobre los tuyos,
junto mis manos casi abajo,
y me quedo esperando la señal.

Te estiras, respirando hondo, y te arqueas,
Y entonces si subo presuroso,
y dejo las manos justo ahi,
donde apoyarás tus pechos cuando exhales,
y a partir de este momento te permitiré,
agradecido,
que sostengas mis manos con las tuyas.

El fin del mundo

Ya esta aquí.
Ya llega el 2012.

Atesoro un vago recuerdo, de un libro dedicado a los números. Capítulo tras capítulo, se dedicaba a distintos números, a distintas formas de los números. Entre otros temas, hablaba de las fechas. El capítulo en cuestión era de Isaac Asimov, y creo que el libro también, pero dudo.

¿2.012 dijeron los mayas?.
En primera instancia, ¿los mayas dijeron todo lo que se dice que dijeron?. Predecir el fin del mundo es fácil. Tarde o temprano se acabará, como todo. Algún dia viviremos como MadMax, volveremos a las cavernas cuando la especie humana se destruya a si misma y a todo cuanto encuentre, o por mérito de alguna otra especie terrestre o alienígena o un meteorito del tamaño de la luna que nos saque de órbita y nos tape de ceniza. En la eternidad del tiempo, todo ocurrirá, no hay merito en predecir eso.

¿Los mayas eran católicos, judíos o musulmanes?. De arranque tenemos 3 cuentas distintas, y recuerdo, confundido, algunas decisiones papales sobre la unificación de los calendarios y otros manejos, y creo que alguna guerra también.

Personalmente, no creo en ver el fin del mundo durante los proximos 12 meses.
Pero me he propuesto considerar seriamente la posibilidad, y actuar en consecuencia.

Este es mi deseo, y queria compartirlo: un 2.012 con tiempo suficiente.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Frenesí

Alto. Por un momento, basta de huir hacia adelante. Concentrémonos en hoy. No quiero pensar en 2012, en las fiestas, en los regalos y los brindis, no quiero pensar en hoy por la tarde ni por la noche. No quiero pensar ni siquiera las palabras que siguen a estas. No quiero pensar tampoco.

Ommm. ¿Se escribe así el sonido de la meditación?. ¿O es una burda onomatopeya?. Como sea, un ommm largo, dicho hasta que se acaba el aire, hasta lograr bajar el ritmo cardíaco. ¿Que quiero?. ¿Que deseo?. ¿Quien soy?. ¿Para que?.

Soy la persona que habla conmigo permanentemente, soy el cuerpo que me lleva de un lugar a otro. Eternamente insatisfecho, condenado a la permanente inquietud, preso de silogismos, victima de urgencias y carencias, necesidades propias y ajenas. ¿Solo me pasa a mi?. No, claro que no. Le pasa a la estirpe humana en general. Muchos de los males del mundo nacen de la incapacidad del hombre de quedarse sentado en una silla, consigo mismo. Guerras, homicidios, robos, entre otras calamidades, son consecuencia de esta imposibilidad.

¿Estoy bien?. ¿Soy feliz?. Depende. A veces. Este ir y venir emocional es necesario, hay un ideal de la felicidad completa, del bienestar absoluto, pero es una quimera. No hay sensación de plenitud si olvidamos cuanto duele una frustración, no hay una felicidad que no se mida en términos de dolores y de ausencias.

Me encantaría sentirme conforme. No digo conformarme con resignación, -llegue hasta acá, es lo que hay-, sino reducir a una excepción, mínima pero suficiente, los momentos en los que necesito algo que no tengo para estar completo. La carencia alimenta el deseo, pero la carencia permanente lo aniquila, o lo convierte en obsesión.

Me encantaría revivir, con mayor frecuencia, la sensación (necesariamente efímera) de que no preciso nada más, de que estoy completo, de que tengo todo cuanto preciso.

martes, 20 de diciembre de 2011

Del Agua

Tus ojos se han cansado de llover,
el llanto negro de los días del duelo,
el cielo terminó de desangrar sus nubes,
y lluvia y llanto se harán mar cuando les llegue.

Las olas tercas y porfiadas no conocen el descanso,
velan la espuma rota al arrullo de las mareas,
llevan y traen caracoles y resaca y botellas con mensajes,
y se escapan dejando la arena virgen de pisadas.

Mientras la luz del sol desviste las montañas en verano,
la piedra espera confiada el regreso del frío y otras nieves,
porque sabe que no sabe otra cosa hacer el agua,
que repetirse cambiando de forma y de propósito.

El agua es mar y es lagrima y es lluvia,
es hierba y es saliva, es rio y es sangre,
todas las gotas tienen una eternidad prevista;

el agua que llena mi copa fue testigo de tus penas,
brotó ayer de tus ojos la sal de mis comidas,
y yo me reitero alternando entre lo dulce y lo salobre.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Felicidades

Recuerdo hoy el momento en que me puse a buscar en La Biblia la lectura que quise dedicarte en nuestro casamiento, hace 18 años y un par de meses. Algo cansado de escuchar la habitual Primera Carta a los Corintios de San Pablo, encontrè el Salmo 128, La Bendicion de los Justos, y al leerlo descubrì el significado que quería darle a mi vida.

Feliz el que teme al Señor,
Y sigue sus caminos.

Comeràs del fruto de tu trabajo,
seràs feliz, y todo te irá bien.

Tu esposa serà como una vid fecunda
en el seno de tu hogar
Tus hijos como retoños de olivo
alrededor de la mesa.

Asì serà bendecido,
el hombre que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Siòn,
todos los dias de tu vida,
que contemples la paz de Jerusalèn,
y conozcas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!


Asì lo recuerdo. Me resisto a la tentaciòn de buscarlo en Google y transcribirlo sin errores, y se que hay un post, uno de los primeros de este blog, donde lo publiquè. Mi vida està, por suerte, o por mèrito, o por lo que fuese, bien cerca de este ideal.

Volviendo a San Pablo, recién lo busque, porque tiene una definición que recordaba bastante acertada de lo que es el amor, y quería rescatarla:

13:4 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
13:5 no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
13:6 no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
13:7 El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.


¿Estás de acuerdo con San Pablo?.
¡Yo SI!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Casualidades

La vida es una gran casualidad.

Comencemos por la primera: somos el resultado del óvulo de turno y del espermatozoide más hábil, que hasta hace un rato creía era el ganador entre centenares de miles, pero según wikipedia serian millones los arrojados al mundo en cada orgasmo (Si bien la palabra eyaculación es más técnica y precisa, prefiero ser hijo de un orgasmo y no de un acto fisiológico).

Desde aquella primera casualidad, que tampoco fue la primera pero es la primera a partir de la cual dejamos de ser un proyecto, hasta las de hoy, pasaron ahora si probablemente millones; muchas de ellas sin que ni siquiera lo sepamos, de algunas ¿pocas? si tomamos conciencia.

Que la fecha de nuestro matrimonio haya sido la que fue, no parece una casualidad, pero si puede ser una casualidad que, en los días previos a un nuevo aniversario, aun estemos juntos y asuma la consigna de hacerte un obsequio, y corra el riesgo de elegirlo, y dedique tiempo a pensar como sorprenderte.

Que haya sido operado de una hernia, y tenga que concurrir a control con el cirujano, en Once, después de ir a Belgrano a ver a otro profesional; que haya decidido dejar el auto en Chacarita y viajar en transporte público como excepción, también son casualidades, motivadas entre otras por la casualidad de que no quería invertir el dinero que escasea en pagar un costoso estacionamiento frente a la Clínica Mitre, pasando por alto que la obra en Chacarita aun no se haya terminado, y que tengamos un segundo auto, mas casualidades, con la calefacción que no puedo apagar y los sapitos que no echan agua, factores que suman también a la decisión de ir en colectivo.

Subo al 65 en Guzmán y Jorge Newbery, hasta Juramento y Cuba. Pero llego con tiempo, y decido bajar antes, Echeverría y Cabildo. Camino hasta Juramento, un mar de gentes, desisto de seguir hasta Roosevelt y doblo, previendo hacer dos cuadras hasta Cuba, y volver a doblar ahí, caminando por adentro, pero me llamo la atención alguna vidriera (que ya olvidé, creo que la librería) en Obligado, así que cruce en la primera esquina y seguí por esa calle (que en realidad me convenía, porque por Cuba me pasaba). ¿Alguna casualidad aquí?. Si, claro, perdí la cuenta.

Vamos por Obligado, por la vereda de los pares (otra casualidad mas ¿y van?). Con algo de tiempo, caminando despacio, pensando en mi inminente sesión, pero lo suficientemente disperso para ver un pequeño y discreto negocio, que podría no haber estado ahí, o podría no haber tenido una vidriera interesante o no tener en exposición esos dos pequeños artículos, que eran los últimos, o podría haber pasado yo corto de tiempo, o podría no haber aceptado tarjeta, o podría haberme tocado una vendedora sin estilo o podría haber estado yo del humor que a veces sufro, donde me ofrecen por un centavo cinco reinos y tres caballos y no hay caso, no es el día, nada me sirve.

Me gusta pensar en que alguien se hace el distraído y nos va dejando las migas de pan como señuelos, como Hansel y Gretel, para que elijamos un camino y no otro, y tengo un tema para otro día: a veces me siento un poco como ellos cuando no encuentran las migas, y si no es un buen día, hasta confundo estar abandonado a mi suerte con estar perdido, pero como se que no te gusta, vuelvo al tema y me concentro en lo de hoy.

Te decía que todo eso fue así, todo eso se sumó para que estas dos pequeñeces sean mías hoy, o nuestras aplicando el criterio ganancial, pero inexorablemente tuyas, en un futuro inminente. Ya están en casa, sanas y salvas, esperando ansiosamente por pasado mañana, con la misma ansiedad esperanzada que tengo yo de que visites este lugar que te dedico, te anoticies, te intrigues, y quieras saber ya, ya, ya, de que se trata, y disfrutar de mi pequeña perversión de darte pistas inútiles.

Sabés que no regalo lo que no me gusta, y estoy particularmente feliz de haber encontrado lo que encontré, y tengo tantas ganas como vos de que sea mañana y pasado de una sola vez, y abrir los paquetes, y ver en tus ojos, iluminados, un gesto de alegría, confirmándome que si, que acerté, ayer jueves con el regalo, hoy con mis palabras, aquel sábado lejano con un Si Quiero, aquel día un poco más lejano en que nos propusimos, aquel otro día en que decidimos dejar la urgencia para otro día, o el día en que en vez de besar tu boca merodeé tus provocadores labios provocándote, porque la suma de todos mis errores y mis aciertos, la acumulación de todas mis casualidades y las tuyas, nos tiene hoy aquí.

La vida es una gran casualidad, y la celebro.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ausencia

Hay un momento,
en que todo se evidencia posible,
en que el dolor crece hasta desmayar el alma,
y la sangre nos avisa que la urgencia es en vano,
y las confusas señas de los muertos se hacen luces y se apagan,
dejándonos solos en el medio de un puente,
previsible y perversamente bajo.

No es una opción el atajo hacia lo eterno,
no es un propósito ninguna orilla,
no nos quedan sino alas, y el instinto,
y tus brazos, y el próximo momento.

martes, 13 de diciembre de 2011

La obra de mi vida

Con el método de los ingleses de antes,
he explorado toda tu geografía,
continente por continente,
desde el polo sur de la punta de tus pies,
y el círculo polar antártico de Aquiles,
hasta el extremo norte de tu frente;
te he circunvalado de este a oeste,
por los confines de tus brazos extendidos,
comerciando entre oriente y occidente,
comparando la simetría de los hemisferios,
verificando el número y orden de los husos horarios,
y que los trópicos sean paralelos entre sí.

El meridiano de Greenwich y tu Ecuador,
se cruzan en el centro umbilical del universo,
a humanas distancias de los imperios conocidos,
la Grecia de todos los saberes,
la China de todos los misterios,
el Egipto de todos tus perfiles,
y la Roma de todos mis caminos.

Pisé tus nieves eternas,
fundí el hielo de los glaciares testigos,
nadé en tus lagos dulces y salados,
navegué en tus mares,
bebí el agua de tus ríos,
puse nombre a tus manantiales y nacientes,
contemplé las cataratas majestuosas,
descubrí los acuíferos y el géiser,
y me detuve paciente debajo de cada una de tus nubes,
procurando ser bendecido con tus lluvias,
esperando renovar nuestro bautismo.

Coroné tus sierras europeas,
recordé la Mesopotamia en tus costillas,
vi la lava arder en los volcanes,
me sepultaron aludes en tierras inundadas,
sobreviví a terremotos y erupciones,
encontré un oasis en las piedras del Sahara,
me extravié en lo más profundo de tu Asia,
rodé por los prados y las colinas y tu vientre,
disfruté de la sombra y la hierba de tu espalda,
recorrí todos los túneles del mundo,
llegando al magma en el centro de la tierra,
conocí Atlantis, Jerusalén y Babilonia,
hice cumbre en todas las montañas,
y descendí de ellas serpenteando los caminos.

Probé todas las comidas ofrecidas,
baile todas las músicas,
sentí el olor de las flores y las mieles,
gocé el alivio del sol debajo de todos los árboles,
tuve todas las edades,
hablé todas las lenguas y dialectos,
habité palacios y cavernas,
fui cristiano, judío y musulmán,
y me postré convencido ante becerros y dioses,
-incluyendo quizás al Verdadero-,
sin saber ni que me importe,
si son todos el mismo o todos falsos.

Estudié todos tus cielos,
reconocí e inventé constelaciones,
el Cinturón de Orión rodea tu cintura,
tus senos serían las Osas Mellizas,
-Felixia es enteramente nueva-,
y tus ojos alternan los signos del zodiaco,
como un caleidoscopio según la luz del día;
perdí la cuenta de las estrellas fugaces,
pero supe memorizar la órbita de los cometas,
hallé más señales además de la Cruz del Sur,
y vi tu rostro en la otra cara de la luna.

Me propuse a mí mismo,
escribir la enciclopedia absoluta,
un compendio de todos los mapas posibles,
una colección de gramáticas,
un diccionario con todas las voces,
un inventario de todas las medidas,
un catálogo de tus poros y tus horas,
la historia infinita de la civilización;
confío en robarle tiempo a lo eterno,
para dejar testimonio de los gestos,
y concluir la biblioteca de tu cuerpo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Noche

El crepúsculo se entorna como una ventana cómplice,
de las breves y mínimas horas huérfanas de razón,
una chance improbable de que no vuelva a amanecer,
y de que sea promesa la permanente amenaza,
de que será otro día el que vendrá mañana.

Me confabulo con la oscuridad de la noche,
para hacer posibles los supuestos necesarios,
tu presencia entre los vacios y las sombras,
la reducción de la vida a un almíbar agridulce,
una tumba desierta en el cementerio de los días;

El infinito olor de tu cuerpo y las magnolias,
me llega montado sobre un aire espeso y húmedo,
que alimenta las sábanas de nuestra nave insignia,
como presagio y augurio del naufragio,
con que el mar embravecido premia a los barcos,
que navegan a la deriva con sus velas recogidas,
libres de muelles y destinos, de anclas y de faros.

martes, 6 de diciembre de 2011

Resistencia

Busco consuelo en la almohada aun tibia,
y el olor ausente de tu piel abre una herida,
que mi corazón sufre, y mi estirpe llora,
en la agonía del desprecio y el pasado.

La paciencia cruje bajo el peso de un ayer,
obsesionado en mantener insomnes a los muertos,
maldiciendo saber cierto el futuro prometido;
pero el músculo conoce el rigor del esfuerzo,
y lo que guarda mi memoria no es recuerdo,
sino la evidencia plena de la contradicción,
el discurso estéril del concepto de imposible.

La tiniebla de la noche no ganará nunca
la batalla entre las luces y las sombras,
mi cuerpo reconoce su designio, y el mandato
de la sangre de mis venas, que no sabe detenerse,
y resiste el tormento y la derrota de tu olvido.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Pesadilla

Quizás sea el cansancio, quizás el hastío, de pronto me encuentro en un lugar en el que no quiero estar de la manera en que estoy, noto que regresé a un lugar donde en algún momento se me acabó el entusiasmo por estar, y vengo por que debo venir, vengo por que se espera eso de mi, vengo por que no sé donde iría si no viniera aquí, siguiendo un camino memorizado.

Cumplo un horario, llego más o menos a la hora prevista, me voy más o menos a la hora prevista también, hago como la mímica de lo otros suponen que estoy haciendo, por una recompensa que no me satisface, y tampoco me alcanza.

Busco entre estas paredes el milagro que me devuelva mis propósitos, algo que ilumine y le ponga música y color a estos días, este túnel oscuro, monótono, grisáceo, húmedo, pegajoso, del que casi no se recuerda y ya no se ve la entrada, y tampoco se ve la salida, y me amenaza con su eternidad.

Renuevo todos los días la ilusión al llegar y la desilusión después, veo como la podredumbre me corroe, como el fastidio hecha raíces en mis pies, y los hace cada vez más pesados, como la muerte me va pasando la factura en cuotas.

Llegó diciembre, el mes de las fiestas, del estío, el mes de los balances, y entre los veámonos-antes-de-que-termine-el-año y los si-no-te-veo-felices-fiestas, los falsos saludos y felicitaciones gratuitas, caigo en la cuenta de que hace un año también estaba aquí, pero despierto de esta pesadilla, haciendo planes para un gran 2011, y pareciera que los pocos días que restan son realmente pocos, demasiado pocos para salvar el año.

Y para colmo, falta una semana y un año para el 12/12/12, otra promesa de un fin del mundo colectivo, en la que quisiera creer al menos como posibilidad, a ver si me sacude y me despierta.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Sinrazón

Desde algún lugar de la conciencia,
el inquisidor tergiversa los deseos,
desoye fingidamente mis súplicas,
y nos niega el favor de distraerse,
como un celoso carcelero de la carne.

Quiero curar mis heridas con tu cuerpo,
destilar hoy el agua pura de tu sangre,
convertirla bíblicamente al color rojo,
y embriagarnos de una forma memorable,
compartiendo la copa y las urgencias.

Pero me niegas los dones de la alquimia,
y el milagro entrega óleo en vez de vino,
un aceite fragante de jazmines y magnolias,
con el que untas a Eros de pies a cabeza,
para hacer brillante e inasible la lujuria.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Asociación de ideas

Repiten una propaganda, hoy día, de un proveedor de internet, donde una cosa te conecta con otra cosa que te conecta con otra y con otra y otra y otra y otra más que te conecta con la primera, y entre la primera conexión y la última, se cierra una idea.

Este mecanismo se reproduce, curiosamente, en las dos manifestaciones más disimiles de la inteligencia; encuentro una gran similitud entre las sinapsis y los hipervínculos, y así como navegando por internet nos vamos de una punta a la otra, siguiendo links, entramos a Google buscando una receta de postrecito de chocolate y terminamos leyendo una nota absolutamente prescindible de la revista OhLaLá, así también nuestro cerebro se pone a trabajar sobre una idea y nos encontramos pensando en cualquier otra. Para quienes me conocen, esta capacidad de pasar de un tema a otro sin conexión evidente o aparente, o esta incapacidad para ceñirme a una línea narrativa, es un poco lo mismo.

Ayer, Google homenajeo a Mark Twain. Durante mi infancia, leí y releí Las aventuras de Tom Sawyer, con quien la identificación fue plena, leí también Las aventuras de Huckleberry Finn y Cinco semanas en globo; hasta supe comprar en la feria de Plaza Italia la autobiografía de Mark Twain, en dos tomos, que leí más de una vez, pero de la que solo recuerdo que quiso criar cerdos mal asesorado, en una granja con piso de cemento, donde los animales se le murieron de frio.

Leí un montón de otras cosas propias para la edad, Moby Dick, Gulliver, versiones resumidas de Julio Verne, y algunas cuantas cosas impropias y/o inadecuadas para la infancia, no vayan a pensar que este resultado es solo suma de buenas influencias.

Pero, si debiera rescatar un libro de mi niñez, sería Tom Sawyer, en la versión/traducción de la colección Robin Hood, tapas duras y amarillas, porque estará bien que en España la tía use gafas, pero en Argentina las tías usan anteojos.


Y si debiera rescatar un segundo libro, sin ninguna duda sería La biblia contada a los niños; no sé cual sería el tercer libro a rescatar, ahí la elección se pone mucho menos clara, me quedo con esos dos, todos los demás están lejos, lejos en la elección.

Esta biblia, también la leí como un libro de aventuras, yo fui el principal protagonista de todo el antiguo testamento: yo construí el arca, yo derribé a Goliat de un hondazo, yo sostuve las murallas de Jericó a fuerza de trompetas, y por supuesto, también fui yo quien separó las aguas del mar para que lo podamos cruzar.

Y de todo lo que fui, también fui el hijo prodigo, el que recibió por adelantado su herencia y la malgasto, para regresar luego del error, sin reclamar otro derecho que el de pedir perdón, a la casa paterna, dudando de si podría volver a ser la suya, para ser recibido por el padre de la parábola (que también fui), dispuesto a la disculpa completa y generosa, a organizar la fiesta del retorno sin permitir que el tamaño de la ofensa lo distraiga de la voluntad del olvido.

Y decía al principio, vamos hilvanando ideas, pareciera que sin ton ni son, hasta que de pronto los extremos se tocan, y entonces es tiempo de mirar dentro del círculo a ver si quedo ahí dentro alguna idea que sirva para algo, como cuando se recoge el mediomundo del agua, y confíamos pero no sabemos si quedará algo de provecho entre los presentes del mar.
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