miércoles, 24 de octubre de 2012

Pensar en nada

No puedo dejar de pensar. Muchas veces he mentido y he dicho pensar en nada, lo cual -por lo menos en mi caso- es un imposible y sospecho que este es un mal muy común. Lograr que mi interior se calle, lograr que mi cerebro deje de presentarme palabras, imágenes, compases, olores, dejar de pensar en la vida hacia adelante y en la vida hacia atrás, en recordar y en proyectar, es algo que no puedo hacer. Lo más lejos que he llegado es a intoxicarme para caer en un sueño del cual no recuerdo nada y hasta de esa situación descreo como de ser el camino de no pensar en nada. A veces logro hilvanar ideas novedosas, ideas que nunca tuve, o asociar conceptos de una forma diferente a todas las anteriores.

Es muy difícil vivir conmigo mismo. Hace cuarenta y ocho años que lo hago y aun no terminamos de ponernos de acuerdo yo y yo sobre algunos temas y algún día gana mi derecho y algún día gana mi izquierdo. Encuentro últimamente que me causa placer y satisfacción poner por escrito parte de lo que me pasa. Son estas cosas que comparto, que hago públicas o trato de hacer públicas, a veces sin mayor repercusión. Leía en algún espacio personal algo que estaba planteado como una duda bastante seria y me animo a pensar que por ahí no era una duda, sino una negación vestida de pregunta. ¿Qué sería del escritor sin los lectores?. Y no es necesario que haya un lector para que haya un escritor, aunque sin ningún fundamento estadístico voy a generalizar desde mi propia experiencia: los escritores queremos ser leídos. El arte de la palabra, si no tiene un receptor, es casi un acto masturbatorio, que no realiza su completo valor. 

De las cosas que voy pensando, y voy dejando por ahí, esta ha sido una más.

Voy a descansar un rato.

1 comentario:

  1. Yo te diría que siempre hay un lector, así sea inconsciente o imaginario, toda producción va siempre dirigida a alguien y más cuando hablamos de arte en cualquiera de sus manifestaciones. Yo creo que tenés que encontrarte con vos. Nunca dejar que la angustia te gane, bajar al pozo y enfrentar. Y también escuchar música... eso ayuda. Suspendé un rato la cabeza y empezá a buscarte desde los sentidos, que ahí estás. El lenguaje es un arma de doble filo. Yo personalmente estoy totalmente reconciliada.

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