martes, 5 de marzo de 2013

Paseo nocturno


Pasó
como una esfinge negra
y un póker de deseos
con los ojos convertidos en garras
se abalanzó
con la desesperación
del ave de carroña:
se trata de comer o morir.

Esa exacta misma manera,
ese momento de alucinación
en el que el brillo de los dientes
le habla al hombre,
el sólo recuerdo me pone en guardia,
sobre la tierra arrasada
se sigue trabajando,
especialmente de noche,
intentando convertir la vida en versos

Me apuro
bajando escaleras
por ese último tren
al que me voy a subir
solo como estoy ahora,
una semana, quince días,
una distancia inalcanzable.

Por ahí
un calor negro
aterriza en mi sexo,
el engaño a la espalda de uno mismo,
lo militar del uniforme, y la visera
del soldado desertor, desconocido
tomando del hombre las opciones.

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