miércoles, 20 de junio de 2012

Mi reino por un caballo

Me enfrento al espejo, y en una curiosa deformación del tiempo, no me veo tal como soy. Veo al mismo tiempo todas las personas que fui, con cierta añoranza, cierta nostalgia, de un pasado que acaba de terminar.  La tranquilidad de los puertos conocidos se me ofrece tentadora, pero Pandora me promete la sorpresa, y en mi ánimo está la inquietud, la intranquilidad de no saber a que me niego.


Vuelvo, una y otra vez a Kierkegaard. Alguien escribió alguna vez "más vale malo conocido que bueno por conocer", lo que parece ser cierto, lo que muchas veces es cierto, pero no vale de nada que sea cierto a priori, conozcamos "lo bueno por conocer" y en todo caso digamos después "vale más el malo que conocíamos de antes que este otro malo novedoso". Kierkegaard, a él le atribuyo una frase -El ímpetu del entusiasta puede terminar en una derrota, pero el triunfo del que nivela constituye, por eso mismo, una derrota-, de una obra llamada "Crítica del presente". Tengo un recuerdo completamente nítido de esa frase, de haberla leído y haberla incorporado en mi adolescencia, sin entenderla, o entendiendo quien sabe qué. Dudo mucho de haber encontrado lo mismo que el autor escondió allí. En la cadena de variaciones, tenemos en primera instancia el idioma, Kierkegaard no escribió en español, y la traducción no es una ciencia ni una técnica, es un arte. (El "Canto a mi mismo", de Walt Whitman, es un claro ejemplo: comienza I celebrate myself, and sing myself, donde alguien lee "Me celebro y me canto a mi mismo" otro dice "Yo me celebro y yo me canto" y otro dice "Me celebro y me canto"), por lo que algo se perdió seguramente ahí, y si bien mi recuerdo es firme y claro, tengo bien presente que la mente nos hace jugadas arteras, y quizás yo esté tan convencido de mi memoria como el fabulador de sus fábulas.

Le encontré recientemente un significado, al evaluar si conviene apostar o no. En el momento en que la duda te lástima, cuando pusiste todas las fichas en el paño, y no las podes quitar de ahi, y el croupier sigue cantando los números de la ruleta, y de pronto sos rico y de pronto sos pobre, y cuando el temor a perder te hace flaquear; pero estas ahí, la vida te esta pasando, y siempre te queda un resto, hasta que escuches la temida voz anunciando el cierre del casino. Concretando la idea, el que no apuesta por temor a perder ... ¡esta perdiendo!.

De casualidad, encontré hace unas semanas en un suplemento o revista literaria un artículo sobre Mishima, un escritor japonés del cual poco sé (forma parte de otra lista, la de lecturas pendientes), de quien me llega un "Apostar con prudencia no tiene sentido", otra frase llamada al registro de la memoria, otro cachetazo al aletargamiento en el que la costumbre y la rutina nos sumergen.

Un punto es un punto, dos puntos son una recta, tres puntos marcan un plano. Cierro mi trilogía, citando ahora a Juan Salvador Gaviota. Recuerdo haberle regalado a una de mis hermanas, para aquella misma época, un poster comprado en Plaza Italia, rojo, muy rojo, diciendo: "mi vida es la esperanza de encontrar la libertad", que por años decoró su dormitorio en la vieja casa familiar.

Entre esas cosas estoy hoy, tratando de darle cuerpo al plano en que me muevo, apostando con osadia,  esperando ganar y volverme libre. Apenas eso.

1 comentario:

  1. ¿Apenas eso?
    A mí me resulta mucho. Maravilloso texto en el que juegas con la memoria, razonamientos filosóficos (o a mí me lo parecen), Kierkegaard o Mishima.

    Dale. Este plano me gusta.

    ResponderEliminar

Prefiero no recibir comentarios anónimos y sin firma.
Si no tiene una cuenta, invéntese un nombre de fantasía.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...