sábado, 16 de junio de 2012

Me persigue

Tengo de un lado de mi vida todo lo conocido, todo lo realizado, todo lo construido. Amo todo eso. Amo mi historia, y me apego a ella, me adhiero a los recuerdos, los lugares conocidos, las rutinas; el reino de lo previsible -dentro de la gran imprevisión-, en el que sabemos las caras y los gestos y los temas y los nombres, conocemos los pasos y los sitios, conocemos las preguntas y las respuestas y de a poco, de a poco, nos vamos automatizando, nos vamos sistematizando en el trato, sabemos que hacer y cómo hacerlo y cuando hacerlo, y vamos perfeccionando ese rinconcito en el cual nos aquerenciamos, del cual solo salimos de tanto en tanto, en el que nos vamos encerrando sin saber, refugiándonos en el calor tibio de los ambientes familiares, habituales.

Y aquí y allá, por donde mire, lo veo, con la misma paciencia del detective en Crimen y castigo, con la misma omnipresencia de la conciencia del criminal, ahí está él, esperando, latiendo, asomándose cada vez que estiro el cuello o me pongo en puntas de pie u oteo el horizonte, aparece en mis sueños, es un rumor constante como el eco del agua corriendo sobre un lecho rocoso, que a veces baja escasa, haciendo sonar un murmullo casi imperceptible, tan suave que hay que prestarle atención para distinguirlo, y otras veces cae impetuosa, torrentosa, abriéndose paso, lavando las orillas y arrastrando las piedras sueltas.

A veces lo veo con temor, le pido que me espere, que me de tiempo, y él solo mira su reloj, como si no supiera qué hora es, y abre su valija y me muestra el repertorio de catálogos, de promesas virtuales, de todo lo que tiene disponible para mí. Y cada día que pasa, saca una hoja del almanaque, le hace un bollo y la tira, marcándome que tengo un día menos, invitándome a creerle, a confiarme a él.

Miro hacia atrás, un pasado que me saluda, que me bendice y me dice adiós, ya está, ya es hora, vete, vete de aqui, y del otro lado él, en permanente persecución, pertinaz, obcecado, incansable, mi futuro.

1 comentario:

  1. Pues date por muy afortunado: a mí el mío no me deja escapar, y no paro de mirarlo y de arrepentirme de cosas. No puedo vivir tranquila así. (Cuidado, no me arrepiento de haber hecho cosas mala, q yo soy incapaz, sino de no haber vivido mi vida a mi manera, y de haberme dejado guiar siempre por el corazón y nunca por l arazón).

    Un beso.

    ResponderEliminar

Prefiero no recibir comentarios anónimos y sin firma.
Si no tiene una cuenta, invéntese un nombre de fantasía.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...