miércoles, 21 de septiembre de 2011

Jekill & Hyde

Quise recuperar de las entrañas de un MP3 algo que grabé cerca del fin de año pasado. No pude encenderlo, espero que lo dicho no este perdido, porque era interesante y se que no podré repetirlo.

Empezaba algo asi, o era algo asì, como: Yo. A veces yo no soy yo. A veces yo no soy yo, sino otro yo. Un yo distinto, mas parecido al yo que pienso yo que me gustaria ser. Leer esto en voz alta, ¿que tardará?, pocos segundos. La versiòn original era mas extensa. La escuché despuès de haberla grabado, pocos minutos despuès, y varios dias después, ya lúcido, la volví a escuchar. Sacada de contexto, parecía un canto al ego, yo, yo, yo. No se que quise decir en ese momento, había algo de niebla, pero cuando lo reescuché le encontré sentido, cadencia e interés, y me sorprendí de la validez del silogismo.

Decía que así empezaba, o así era, y no se si lo poco que recuerdo sería así como lo recuerdo, o así como lo recuerdo es como me gustaría que sea, para que sea funcional al planteo.

No soy siempre así, como me muestro hoy. Así me gusta ser, así me gustaría ser cuando puedo no ser lo que en muchos momentos soy, un hombre de mediana edad, casado, padre de familia, dueño de su casa y su jardín y su parrilla y su auto y su piscina, dueño de pagar sus cuentas, almorzar con sus suegros, educar a sus hijos, ver la television, lavar los platos, poner la ropa sucia en el canasto, colgar el toallon en su lugar despues de usarlo, olvidarse (otra vez te olvidaste) de guardar el cepillo de dientes por la noche, quedarse dormido en las páginas de un libro, cortar el pasto, ordenar el deposito, hacer las compras, aprovechar las ofertas, manejar ida y vuelta al trabajo, sufrir un jefe y un cliente y compras y auditoría y control de gestión y los proveedores que no hacen y las cosas que se rompen y la plata que no alcanza y de elegir si llevo al menor a un cumpleaños o a la mayor a una reunion.

La vida de Jekill es así, con mucha menos poesía. Jekill se caga en la barrera de Flores que lo congela 10 minutos en el lugar y en el pelotudo de Moreno que dice que no falta nafta y que no sube, Jekill sufre cuando escucha que el lavarropas hace un ruido que no es familiar y cuando le recuerdan que el kohinnor esta esperando que lo revise a ver si lo resucita, cuando le dicen que el carpintero una vez mas no está cumpliendo y que yo te dije que no le pagaras y uno sabe que es cierto que cuando pueden te embocan pero ansía que esta vez sea diferente y mientras tanto falta barnizar alguna cosa y por aquí y por allá hay soluciones provisorias de las que perdimos cuenta de su data y olvidamos y ahora son así, como ese mueble que tiene tres patas largas y una corta y una maderita que lo ayuda para que disimule con altivez su renguera.

Hay algo de argentinidad en esta letanía que parece un tango, pero la vida de Jekill no es mala ni regular, la vida de Jekill es motivo de envidia para mucha gente que tiene una vida similar, o mas pequeña, o no tiene las cosas que Jekill tiene o no tiene los problemas que Jekill tiene o no conoce nada de Jekill ni de su vida mas que lo que ve.

La vida de Jekill tiene niños pequeños que lo alegran, tiene un hijo que se le parece, una primogénita que ademas de su orgullo sería el orgullo de su padre, el orgullo de su orgullo, su abuelo, (la mas grande suma de informacion inútil jamas reunida en una sola persona como lo definió un amigo), autodidacta del inglés y el italiano y el francés, lector empedernido y poeta autoeditado, y esta hija que recibe los dones y los genes y los apropia con descaro.

Jekill tiene una esposa/mujer/compañera mas joven que él, con la que tiene todo cuanto parece ser necesario, una gran madre, una gran cocinera, una gran amante, una persona que sabe donde esta cada cosa en la casa, incluyendo las que guardé en mis bolsillos, que recuerda todas las fechas, todos los turnos, todas las vacunas, todas las cuentas, que conoce las direcciones de todo, que recuerda los pozos y los baches a esquivar y los precios de la semana pasada y las recetas y lo que hay en los cajones.

Pero Jekill extraña. Extraña la sensación de tener la panza rara, extraña sentirse ansioso por el abrazo, extraña no poder ver completo Un cuento chino por que te quedaste dormida y la seguimos mañana y extraña que mañana ver lo que falta después no sea mas importante que el musical de Jose Maria Listorti, extraña no saber quienes son Belén y Silvina y Pachano y Carmen y Anabel y Rocío y toda esa colección de bocinas haciendo ruido y hablando pelotudeces y adorando a Fort y execrando a Fort y te dijo y me dijo y te mandó la carta documento y como bien lo dijo una amiga extraño mandar bien a la mierda muchas cosas que no me importan y mejor dicho aun, extraño poder darle importancia a muchas cosas que en su momento me importaron, como cuando la alegría era mejor que la eficiencia y las milanesas no se contaban y las bibliotecas estaban al alcance y no importaba si los chicos rompen los libros, mientras no sepan leer que los usen para otra cosa y no había mas lugar donde poner mas adornos y siempre habia lugar para otro mueble y la noche era un buen momento para empezar el día, y la invitación a ir a la cama era honesta y no un aviso de que este dia ya ha sido demasiado y quiero que termine de una buena vez y dormir no era una actividad sino un mal necesario.

Entretanto, mantengo en el deposito algunas de las cosas que logré que resistieran a la picota del progreso. La mesita roja de las guías, un pequeño mueble cuya función fue contener las guías de teléfono y los diarios viejos que ayudaron a prender la chimenea o secar las papas fritas o para algo habrán servido y si hay muchos los llevamos a la iglesia que los juntan; y sostener la colección de candelabros para cuando se cortara la luz, que estuvo en el primer descanso de la escalera de la casa de Nuñez desde que tengo uso de memoria hasta que tuvimos que levantarla, que me encanta, y que sabes que me encanta, y que tiene como diez lugares posibles, pero no se puede por que no te gusta, y entonces, entonces tomo nota del abuso, y cuando te vendí mi alma al diablo prometiendo que Si sos capaz de pedirlo no soy capaz de negarme no imaginé que serías tan capaz de pedirme las cosas solo por ver que la promesa sigue en pie.

Hyde es el otro yo del Dr. Jekill. Hyde no quiere la bruma y la decencia y el té de las cinco y el saludo a la reina; Hyde no quiere ni siquiera ser doctor. Hyde quiere pasión, quiere noche; Hyde quiere preferir y escoger.

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