
La obligación de comprar mucho de cuanto preciso, la debilidad de precisar más cosas de las necesarias y la frustración de no poderlas conforman un círculo vicioso, un cinturón de plomo para el alma que se ve atrapada por una red pringosa que nos engaña entregándonos insatisfacción disfrazada de promesa.
La misma sociedad nos atenaza, atacándonos por nuestro lado más débil. Cuesta mantenerse altivo e indiferente ante la presión de algunos por imponernos sus necesidades y no es suficiente el ejemplo que podamos darle a nuestros hijos para educarlos en el rechazo a la trampa hecha sistema, cuando nos bombardean con el verbo tener y juntan los escombros con el verbo comparar.
Para ponerle la tapa a la olla, nos persiguen con la bandera de la culpa, buscando quebrarnos el brazo que no damos a torcer, para asegurar la continuidad de un modelo nefasto pero rentable que trae en una caja que dice felicidad las ofrendas de Pandora: envidia, miseria, codicia, lujo, gula, y la ilusión de que la próxima compra será la verdadera.
Fanástico texo,
ResponderEliminarLo bueno si breve, 2 veces bueno
FELICIDADES