Corro
al crepúsculo nocturno
de la sombra de los árboles.
Ningún lugar es seguro.
Cuando se cierra la noche
cada estrella es una duda
y en la penumbra
los ojos son estériles.
Corro
y los lobos aúllan,
entiendo lo que dicen,
piden carne y piden sangre.
Empiezo
a cambiarme la piel.
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