martes, 11 de septiembre de 2012

Corro


Corro
al crepúsculo nocturno
de la sombra de los árboles.

Ningún lugar es seguro.

Cuando se cierra la noche
cada estrella es una duda
y en la penumbra
los ojos son estériles.

Corro
y los lobos aúllan,
entiendo lo que dicen,
piden carne y piden sangre.

Empiezo
a cambiarme la piel.

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