jueves, 5 de abril de 2012

Años atras,


tomar tu mano, robarte un beso,
sin forzar un momento


Es peligroso el juego, por eso hay que jugarlo. Quizás tampoco sea un juego. Se reiteran los días y los momentos, se reiteran las posibilidades, y ahí estoy, predispuesto, bien dispuesto, haciendo mi papel. Como sin saber porque, fingiendo que las casualidades existen, como si fuera lo mismo que si y que no, sobrevuelo como el águila, silencioso, tratando de que mis ojos encuentren lo que buscan. No sé quién es el cazador y quien la presa, quien atrae y quien se acerca. No sé si soy Ícaro en busca del sol, o la llama que atrae a la polilla, o soy tanto lo uno como lo otro.

Tal vez haya un gran titiritero manejando todo, y soy solo una marioneta, un torpe muñeco de madera deseando ser carne con alma. De a ratos me distraigo pensando así, pero en general no es tanto lo que lo creo como lo que lo repito. Hago. Acometo la acción aunque me cuesta hacerme cargo de la consecuencia de mi acto, y disocio la voz que me devuelve el eco del grito que profiero, como si no supiera de donde viene, como si la luz que irradio y se refleja cerca mi de mi no naciera de mi mismo.

Vuela en el aire algo difícil de bajar a palabras. ¿Con que voz nombro lo que no entiendo?, con que combinación de letras y silabas, con que oración podrè dejar por escrito lo que pienso, si ni siquiera lo abarco. Un esfuerzo casi inútil, tratar de condensar en un par de párrafos algo que al leerlo me recuerde lo que quise decir, y confiar en que quien encuentre el mensaje lo reciba, lo interprete, y en ese proceso de decodificar perciba la intención con que lo lancè.


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