Lloramos por Awschvitz,
y los armenios
y los hutus y los tutsis
y los bosnios y los otros.
Lloramos por los nuestros
y los ajenos
unas lagrimas piadosas
que lavan nuestra conciencia
de todas las muertes
que nos cargamos
para comprar el progreso
de comfort y bienestar.
No los matamos a todos,
apenas los necesarios,
para decirnos dueños
de lo que no nos pertenece.
Todo comprado con sangre.
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