Algunos desinformados consideran a las relaciones sexuales como un fundamento del amor, lo que expone y deja en evidencia que el amor es algo que algunas personas aun no conocen. La ecuación es al revés. El acto sexual, eso que de lejos parece una batalla campal y carnal entre los cuerpos, en realidad es un proceso anárquico de construcción de un ideal, una tarea colaborativa en la que ambos amantes se complacen complaciendo, y encuentran el mayor gozo en el gozo provocado, pero no es la base sino la cúspide del amor, es la piedra central del arco romano, es el vértice de la pirámide, en ambos casos es necesario, para que el arco no se caiga por su propio peso o la pirámide no se note incompleta. .
Las bases del amor son otras. El amor parte de un compromiso, que es el respeto por la otra persona y por uno mismo, de sostenerse en la verdad, nace de la voluntad de construir sobre esa verdad básica un entramado común, que sea recíprocamente sostén cuando es necesario y un mecanismo de elevación y crecimiento ante cada oportunidad. El amor requiere confianza absoluta en su capacidad de repago, en que todo lo que hagamos en su nombre resultará en nuestro propio provecho, a corto, mediano o largo plazo. El amor implica un beneficio indirecto, para obtener lo mejor doy todo lo mejor que tenga con la absoluta certeza y convicción de que todo cuanto hemos dado nos será devuelto con creces. El que quiera tomar para sí el fruto antes de hacerlo pasar por el otro no va a recibir lo que espera sino lo que merece, el que va a tomar para sí del plato compartido antes de colocar lo que tiene en ese lugar debiera en primera instancia sincerarse consigo mismo y ver a que le está llamando amor, porque en algún lugar lo ha perdido. El amor es una totalidad, el amor es entrega total y el amor es aceptación total, sino es un contrato, sino es un acuerdo, y podrá ser un excelente contrato, un acuerdo provechoso, para una o ambas partes, no soy quien para cuestionar la manera en que cada uno saca adelante su vida, disimulando su soledad y su fragilidad, la manera en que cada uno de nosotros pone cosas entre uno mismo y la perspectiva cierta de nuestro inevitable final común para no pensar en él, y hasta debiera respetar que cada quien le diga amor a lo que quiera. No tengo una verdad absoluta -si acaso existe- pero tengo una opinión formada sobre estos fundamentos.
Quien se acerque a mí y me pida amor, debe entender a que llamo yo de esta manera, conocer la baraja con la que juego, prepararse a recibir todo de mí y estar dispuesto a dar vuelta los bolsillos hasta el último centavo. Así es como amo. Así es como espero.
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