sábado, 26 de enero de 2013

¿Símbolos?


Existen unas coincidencias notables en la vida a las que nosotros nos gusta rebajar de categoría y decirles casualidades, hasta que entendemos, en algún momento, por algún hecho iluminador, que hay una conexión tangible e inmaterial entre distintos aspectos de la vida.

Hace -en las dimensiones de mi vida- muchísimos años compré y quiso el azar que fuera ese, un disco de Joan Báez cantando en castellano canciones que eran todas bonitas, pero dentro de eso alguna era más importante que otra. De una de esas que supo importarme, hace una cantidad de años imprecisable, sobre un papel de almacén, tomé nota de la letra. Empieza diciendo: Sube a nacer conmigo hermano.


Este papel fue doblado en dos, en cuatro y en ocho y permaneció sobreviviendo a mi completo olvido en una caja de madera de la que lo saqué hace pocos días, una caja de madera que contiene este papel y otros papeles con otras cosas escritas, que tienen importancia o la tuvieron en el momento en que entraron en ella, cuyo contenido no inventarié después de que me la devolviera hace unos meses la que fue mi primera esposa. Yo había curioseado en esta caja hace unos días o unas semanas o unos meses, pero (recién) la última vez que curioseé la caja lo encontré: a pesar de ser el papel que estaba más arriba no lo había visto. Este reencuentro se produjo a los pocos días de terminar de leer un libro de poesía, una selección -caprichosa como toda selección- de poemas de Neruda, que es el autor de estos versos que son conocidos, pero no para todo el mundo.

Cuál es la línea que va desde un afán por conocer música que me llevó en algún momento de mi vida a comprar un cassette en español de Joan Báez en una punta y en otra punta me hace conocer a una persona, cuya casa visito, cuyo libro me presta, y en él encuentro este poema que reconozco cuando lo leo de aquella canción, esto último antes, unos días, pocos, escasos pero antes de reencontrar el papel donde había tomado nota de los versos. Que este papel sobreviva, que esta caja me fuera devuelta ahora cuando aun no he retirado mis pertenencias de mi anterior hogar en forma sistemática, me fui trayendo las cosas que fui precisando, pero no he traído mis discos, no he traído mis fotos, no he traído mis libros. Esta curiosidad, esta casualidad tan prolijamente encadenada por una mano invisible me tiene hoy, acá, hablando de esto.

Y una amiga sube a Internet un audio de Joan Báez cantando en Hanói durante un bombardeo americano y otra amiga se pregunta si debemos reconocer símbolos en nuestro camino y yo le respondo así:
Sube a nacer conmigo hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de la roca.
No volverás del tiempo subterráneo.

El último libro que termine de leer es de Umberto Eco, que de símbolos sabe mucho, y el que estoy leyendo ahora es de Alcira Argumedo, que expone con muchísima claridad algunas facetas del pensamiento social comprometido.

¿Símbolos?. ¡Claro que sí!

BONUS:


Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca,

Hablad por mis palabras y mi sangre.


1 comentario:

  1. Creo en la coincidencias, que son simbolos. Creo en la metaforas que uno va haciendo. Rilke dice: ” Todo ha de ser captado, comprendido, sentido, todo ha de ser descubierto y reconocido entre las trémulas resonancias del recuerdo; ningún suceso vivido, por insignificante que parezca, ha de ser tenido en poco, un ínfimo lance, el episodio más pequeño, se ha de desarrollar cual si fuese todo un destino, y el destino mismo ha de ser como un tejido amplio y maravilloso en cuya trama cada hilo es guiado con infinita ternura por una mano cariñosa, y colocado a la vera de otro hilo, para ser sostenido por otros mil.”

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