Termina el 2012, y llego a esta fecha con la sensación de que el único final que me faltaba presenciar en este año era el de este calendario. Fue, a pesar de las palabras baratas propaladas sobre la profecía de los mayas, un año lleno de fines del mundo, como todos los anteriores. Quienes me conocen saben que he muerto y resucitado en varios sentidos, quienes más me conocen más de estos varios sentidos pueden identificar.
Nos gusta ayudar a la memoria poniéndole fechas a los recuerdos, para conservarlos en los estantes adecuados. Al fin y al cabo solo somos recuerdos y el tiempo que nos queda, y entonces este 2012 será el año de teatro, de escribir, de mi separación, será el año de las personas a quienes amé, o me entregué o me ofrecí, será el año en el que comenzó un resto de mi vida inédito, distinto, inesperado en su riqueza.
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