Caminante no hay caminos,
sino estelas en la mar.
sino estelas en la mar.
Perdido en el mar,
hallé en tu lecho,
una isla,
donde mi soledad descansa,
de la suerte del naufragio.
Erguida y paciente,
me llamaste con tus ojos,
una luz profunda y segura,
un faro pendiente,
de la deriva,
de mi cáscara de nuez,
frágil navío.
Te hiciste puerto al recogerme,
entre tus muelles generosos,
echamos anclas a dos manos,
amarrándonos con brazos y con piernas,
gané tu tierra firme,
y hallé valles y colinas y bahías,
y el vientre donde anido.
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