El objetivo no es el reemplazo
sino la liberación,
mi liberación y la del otro,
aunque eso mismo me duela.
Confundo mi objetivo y mi misión,
de a ratos me encuentro contrapuesto,
queriendo unificar dos soluciones
que son independientes.
No debiera encariñarme de un lugar
antes de que corresponda,
lo que debe ser después, ¡que después sea!,
-mi objetivo-,
¡que se vea!
-mi misión-.
Hablo con el aplomo del infante
que no sabe si sobrevive a la batalla.
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