viernes, 27 de julio de 2012

La visita (reincidente)

Temía que no entendieras el argot, y no entendiste. Me imagino la situación, mensaje de Juan con lo que no se sabe que es, mirá así como me escupe un que-se-yo. ¿Que me quiere decir?. Ah, voila mon ami, Una mezcla de tango y circo en Do Menor, con olor a noche y burdel. Que grata la sorpresa, el nuevo horizonte.

Voy manejando, pasando los temas -dejándolos pasar- y el auto se interna en lugares impensados, donde por un momento estoy en el escenario, dando pasos de mimo, a cada golpe denso en el piano, espero la pausa entre uno y otro acorde para desplazarme como una sombra fosforescente por ahi, esquivando otras siluetas; y al paso siguiente estoy sentado frente a un canal, oreándome de una noche de alcohol entre el fresco y una garua imperceptiblemente fina que no alcanza a apagar un cigarrillo, prestándole atención a un semáforo que persigue el ritmo desde atrás haciendo juegos de luces azules y naranjas. Camino solo por ahí, disimulando mi soledad con otros que cruzan o comparten mi camino, fantasmas condenados a vagar hasta discernir el misterio, y algún que otro duende desandando la vereda, intentando que su mirada errante coincida con alguna otra demorada en la trasnoche, y lo veo como recorre uno por uno los rostros a su alcance, sin que nadie reconozca que precisa su complicidad.

Suena un bandoneón y alguna cuerda, con reminiscencias de una tarantella, intentando alegrar un entierro a fuerza de resucitar recuerdos añejos, y cada tanto vuelvo aquí, a repensar mis palabras mientras dejo que mi espalda ondule sacudiendo mi cabeza, un eterno contrapeso, que siempre quiere ir hacia otro lado, evitando la caída, eso es, oponiendo resistencia a la inercia. Así de pronto se disimula una alegría, entre una batahola de tambores metálicos, y se vuelve a silenciar, como apagándose en un susurro que se hace lejano.

Suena La Visita y todo se oscurece de nuevo. Escondí no se que, escondí no se que, escondí mi cara de los espejos, ese verso si lo escuché, los días contados en las paredes, este encierro pronto va a terminar, ¿quien eligió estas voces?, ¿yo que voy a hacer, si ella nunca llega? insiste, y de pronto mi esfuerzo se desvanece, y el paréntesis que abrí se cierra y otra vez aparece en escena esa visión, mi alma esperando, cierro los ojos, estás otra vez, y me pega, me pega, y yo intento escribir cada vez más rápido para distraerme de una palabra que me encuentra, por más que me esconda me encuentra, incide y reincide reincidente, y no caí hoy más temprano ni la vez anterior en la cuenta de todo esto que tienen para decir, y la pista al final se pierde en un ruido sordo, como todo se pierde, y descanso al fin, hasta que el próximo puñal me haga cosquillas por debajo del esternón, buscando el último camino.

La visita
Pequeña Orquesta Reincidentes

Escondí las fotos que miro siempre
Escondí las cartas y los regalos
Escondí mi cara de los espejos
Encendí papeles detrás de mí.

Revolví cajones desde temprano
La cigarra duerme su decepción
Los días contados en las paredes frías
Este encierro pronto va a terminar.

Miro el reloj
Vuelve tu nombre
Cierro los ojos y estás otra vez.

Y yo qué voy a hacer
si ella nunca llega
con todo este dolor
con toda esta desdicha?

Yo nunca supe bien si me quisiste
Yo sé que si la culpa muerde escupe el hueso
No es tan tarde el fin para saber si puedo
alimentar mi alma esperándote.

Miro el reloj
Vuelve tu nombre
Cierro los ojos y estás otra vez.

Y yo qué voy a hacer
si ella nunca llega
con todo este dolor
con toda esta desdicha?

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