Un racimo de balas
altivas y verdes,
un cadáver incierto.
La medianoche
cenicienta y el grito
error tenaz del orgullo,
tantos nortes cardinales
y el olvido tan vacío,
luz por odio en el espejo,
el lamento se seca
en la arena como lluvia.
El silencio o el sendero
hacia el amo de la piedra,
el laberinto escribe
en la hoja sin final
deseo,
no,
deseo,
no deseo.
no,
deseo,
no deseo.
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