Claro, los
mayas dijeron que sería en 2012. Bueno, en realidad, alguien dice que los mayas
dijeron, y para ser más estricto en la semántica, oí y creo que vi –no digo ni
miré ni escuché- noticias de relleno y comentarios tan prescindibles como la
misma televisión; entre todo eso, alguien aportó alguna reflexión sobre la
finitud de las cosas que justificó su lectura, mérito que mi voz no precisa
pero espero que comparta.
¿Cuál es el
2012?. Ah, que pregunta. Si existieran los mayas, podríamos preguntarles que
quisieron decir. Quizás nos corrigieran, quizás nos enseñaran, quizás le
echarían la culpa de todo el entuerto a un grupo de vanguardia al que se le dio
de abusar por algo prohibido, o a alguno
que tomó algo de más, o a algún pasquín de la época que inventó todo, como nos
hicieron después con el informe Roswell, el monstruo del lago Loch Ness, el
filipino embarazado, y tantas otras promesas.
El concepto
de 2012 es muy relativo. ¿2012 para los cristianos, o para los judíos, o para
los musulmanes?. ¿Contado desde cuándo?. ¿Y esos 2012 años, son convertibles 1
a 1 como el peso y el dólar –otra fábula que nos hicieron creer- o hay que
sacar la tabla de logaritmos y la calculadora trigonométrica.
No tengo el
dato preciso de cuando cae el 2012 de los mayas. Sé cómo obtenerlo, pero no
tengo ganas, así que le dejo la inquietud a algún curioso o a algún ex
estudiante que haya aprovechado mejor que yo los años de colegio. El dichoso
año, mejor dicho no el dichoso sino el desdichado año, ocurrió algún tiempo
después del año 1492, este ultimo si contado desde nuestra visión occidental y
cristiana. 2012, y se acabaron los mayas, y fue el fin del mundo para ellos.
-.-
Mucho antes
de ahora, cuando fui adolescente, me enfrenté varias veces al fin del mundo, en
forma de novela, en forma de guerra. Por si la pista no apunta, aclaro, encaré
varias veces la lectura de “La guerra del fin del mundo”, de Mario Vargas
Llosa. Debo haber leído media docena de veces el primer capítulo, pero no tenía
aun el aplomo y el consejo de los años, y sucumbía en manos de la impaciencia y
el descrédito en algún momento del intento.
No debiera
cantar victoria, pero llevo ya un mes o mas de perseverancia, y llegué anoche a
la página 400 de las más de 600 que tiene esta edición, que salió a la venta
acompañando al diario La Nación hace poco tiempo y que hace menos tiempo aun,
de casualidad, encontré a la venta en una librería escolar a la cual caí poco
después del inicio de clases, en busca de los consabidos libros de colegio de reposición
anual (tema para otro día, la hijaputez y no solo comercial de generar libros
descartables, libros que no se leen sino se usan, y una vez usados ya no sirven,
el absurdo de un libro).
Un libro
hermoso. Denso, espeso en su redacción, de párrafos largos, historias
paralelas, un entramado en el que durante muchas páginas no logré hacer pie,
pero continué leyendo con la confianza ciega de entender, en algún momento y no
me importa de qué manera, de que venía la cosa, lo que por suerte sucedió. Situado
en Brasil, en el norte, a fines del siglo XIX, con algún parentesco en su forma
con los 100 años de Garcia Márquez. Lectura recomendada.
Cerrando el
punto, en 2012, el año del fin del mundo, de casualidad me encuentro con este
libro, la guerra del fin del mundo. No deja de ser una coincidencia casual. Compré
el libro solo para reintentar vencerlo, rememorando aquellas frustraciones, sin
pensar –o sin tomar consciencia- de la causalidad latente.
-.-
Viendo la
evolución de algunas situaciones personales, comencé hace poco a hacer algunos
chistes sobre el fin del mundo, y lo seria que se había puesto mi vida en demostrarme
la vigencia del asevero, e iba por ahí repitiendo una frase así como “si el
2012 es el año del fin del mundo, conmigo empezó con el pie derecho”.
Comencé
enero con una situación premonitoria. No me sorprendió el hecho - me llegó el
despido- pero sí que se adelante un par de meses a mi previsión. La noticia en
si es abstracta, no fue ni buena ni mala, ni la tomo con la capa de barniz de
y-ahora-que-voy-a-hacer
a-mi-edad-con-lo-dificil-que-es-conseguir-trabajo-y-encima-con-cuatro-chicos. Tampoco
hay nada que pueda hacer para cambiar los hechos, y vino con un cheque
interesante.
Estaba un
poco hastiado de la compañía, disconforme con algunas cosas, recibiendo un
trato que no me parecía el que ameritaba, con una relación desgastada a base de
irnos conociendo las mañas y los defectos. Confortablemente adormecido, cantaría
Pink Floyd. No estaba satisfecho, quizás conforme, mejor dicho acostumbrado,
con una alegría cada tanto, y cada otro tanto un escape.
Más inesperado
aun, en febrero el corazón de mi suegro dijo basta, sin ningún preaviso. La
noticia te choca, la realidad te pega un tortazo en la cara, una patada en los
testículos, una piña en la boca del estomago, y te deja dolorido, sin aire y
sin reacción, y te das cuenta de golpe de que la muerte es otra profecía de la
que no te vas a escapar. El 2012 de mi suegro cayó en 2012. Llevo meses
planteándome a mí mismo la angustiosa certeza de la muerte. Como escuché en
Belleza Americana, todos los días empieza el resto de tu vida, menos el día que
vas a morir. Ese día es el del fin del mundo. Y si no, si no lo entendés aun, preguntale
a tus ausentes, y hacete cargo.
Apenas
digerida la noticia, la decisión. Cuando aun me debato entre lo que quiero y lo
que no, cuando aun no termino de convencerme de poner el ser delante del
parecer y poner el deseo delante del quiero, me dan noticia del próximo despido.
Me resisto, hago mis duelos, proceso, digiero, consiento, acepto.
Estábamos
un poco hastiados de la compañía, disconformes con algunas cosas, recibiendo un
trato que no nos parecía el que ameritábamos, con una relación desgastada a
base de irnos conociendo las mañas y los defectos. Confortablemente
adormecidos, cantaría Pink Floyd. No estábamos satisfechos, quizás conformes,
mejor dicho acostumbrados, con una alegría cada tanto, y cada otro tanto un
escape.
-.-
Decir que el
fin del mundo puede ser cualquier día de estos, es otra manera de decir que
todos los días es 2012. Y entrando el año, veo que la vida, tal como la supe
conocer, se está acabando.
Y estoy así,
alistándome para mi fin del mundo personal, sin poder saber hoy, cuando el
fénix renazca y yo termine de reencarnarme, ni de que voy a trabajar, ni bajo
que techo voy a vivir, ni a quien dedicaré mi amor, ni a quien entregaré mi
cuerpo.
No está mal
para llamarlo el fin del mundo. Si no lo es, es un simulacro importante.
Pffff justo ayer leyendo otro post me reía de las historias que se tejen acerca del fin del mundo y de los mayas y bla bla bla blaaa blaaa.
ResponderEliminarTanto que terminé viendo unos videos por youtube dignos de una peli de terror clase b.
Tema aparte, el fin de tu mundo personal que suena a verdadera catástrofe, pero te leo y no te veo en medio de un naufragio. Me da la sensación que despertaste de un gran adormecimiento que pareciera barrer con todo y tal vez solo sacuda las cosas que ya había terminado antes del 2012, fijate bien el tema de los afectos, eso si que me parece doloroso y delicado de que lo pierdas en medio de esta sensación de fin del mundo
te deseo toda la fuerza y la calma para atravesar esta parte del camino
saludos
acuerdese, los apocalipsis no son finales, son comienzos de algo nuevo.
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