Alto. Por un momento, basta de huir hacia adelante. Concentrémonos en hoy. No quiero pensar en 2012, en las fiestas, en los regalos y los brindis, no quiero pensar en hoy por la tarde ni por la noche. No quiero pensar ni siquiera las palabras que siguen a estas. No quiero pensar tampoco.
Ommm. ¿Se escribe así el sonido de la meditación?. ¿O es una burda onomatopeya?. Como sea, un ommm largo, dicho hasta que se acaba el aire, hasta lograr bajar el ritmo cardíaco. ¿Que quiero?. ¿Que deseo?. ¿Quien soy?. ¿Para que?.
Soy la persona que habla conmigo permanentemente, soy el cuerpo que me lleva de un lugar a otro. Eternamente insatisfecho, condenado a la permanente inquietud, preso de silogismos, victima de urgencias y carencias, necesidades propias y ajenas. ¿Solo me pasa a mi?. No, claro que no. Le pasa a la estirpe humana en general. Muchos de los males del mundo nacen de la incapacidad del hombre de quedarse sentado en una silla, consigo mismo. Guerras, homicidios, robos, entre otras calamidades, son consecuencia de esta imposibilidad.
¿Estoy bien?. ¿Soy feliz?. Depende. A veces. Este ir y venir emocional es necesario, hay un ideal de la felicidad completa, del bienestar absoluto, pero es una quimera. No hay sensación de plenitud si olvidamos cuanto duele una frustración, no hay una felicidad que no se mida en términos de dolores y de ausencias.
Me encantaría sentirme conforme. No digo conformarme con resignación, -llegue hasta acá, es lo que hay-, sino reducir a una excepción, mínima pero suficiente, los momentos en los que necesito algo que no tengo para estar completo. La carencia alimenta el deseo, pero la carencia permanente lo aniquila, o lo convierte en obsesión.
Me encantaría revivir, con mayor frecuencia, la sensación (necesariamente efímera) de que no preciso nada más, de que estoy completo, de que tengo todo cuanto preciso.
Es difícil conformarse cuando sabemos que hemos de morir.
ResponderEliminarNo es fácil.