El crepúsculo se entorna como una ventana cómplice,
de las breves y mínimas horas huérfanas de razón,
una chance improbable de que no vuelva a amanecer,
y de que sea promesa la permanente amenaza,
de que será otro día el que vendrá mañana.
Me confabulo con la oscuridad de la noche,
para hacer posibles los supuestos necesarios,
tu presencia entre los vacios y las sombras,
la reducción de la vida a un almíbar agridulce,
una tumba desierta en el cementerio de los días;
El infinito olor de tu cuerpo y las magnolias,
me llega montado sobre un aire espeso y húmedo,
que alimenta las sábanas de nuestra nave insignia,
como presagio y augurio del naufragio,
con que el mar embravecido premia a los barcos,
que navegan a la deriva con sus velas recogidas,
libres de muelles y destinos, de anclas y de faros.
se te da bien la poesía también. Te inspira algo grande. Precioso. Y preciosísima la última estrofa y el símil.
ResponderEliminarSaludos
Un poderoso nocturno de amor.
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