Que será de mí
cuando de mí nada quede,
cuando se haga cierta la amenaza.
A veces sueño en cantar hasta morir
dejando algo que me testimonie
además de hijos y recuerdos,
del pasto pisado en ambos jardines
y del agua y el aire removidos.
Que será de mis libros,
de mis canciones favoritas,
que pasará con las letras que no dije,
con todos mis temores, que será de ellos
huérfanos de mí, que será de mi sombra
cuando mi alma la descarte
como a tantos huesos débiles
y a las tumbas visitadas y olvidadas luego
de aquellos que hoy me esperan del otro lado
para pasar revista a las consignas,
para saber si les creímos el ejemplo
o seguimos buscando el dado que dice siete,
el logaritmo de uno mismo,
ese número semilla del que descendió todo.
Que será de las puertas ajenas de mí,
de todo lo que no he conocido,
de mis ahorros y mi colección de proyectos,
de todo cuanto he pospuesto,
quien usará mis perfumes reservados,
quien se hará cargo de todos mis fracasos
(y peor aun, quien guardará consigo mis frustraciones),
quien leerá sobre mi ausencia estas palabras
cuando de mí sólo quede un pasado
hecho tierra y alimento de gusanos.
Pobre de aquel que repita mi discurso
sin darse cuenta de que le hablo a un espejo
en forma de papel, donde clavo una mirada
que emerge para lastimar mis ojos;
no hay una respuesta y no hay una pregunta,
ruido, ruido de sirenas y despertadores,
una alarma cuyo nombre es cuenta regresiva,
la vida es un camino de regreso hacia la noche,
al silencio de las nadas y los nadies
y mi voz es un acorde más, quizás con suerte
de ser algo que atesores
en el esfuerzo inútil
de no sentirte parte de la marcha fúnebre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Prefiero no recibir comentarios anónimos y sin firma.
Si no tiene una cuenta, invéntese un nombre de fantasía.