Entre el espanto y el silencio,
se cuece la suerte del antifaz,
mascarada de falsas vanidades.
¿No escuchaste las sirenas?
Le hacen burla a Dios y a los ausentes,
elijen el desarraigo y la insolencia,
haciendo polvo de añicos los espejos,
purpurina que desangra los fantasmas.
Al final del crepúsculo el sol será un muerto mas,
que alumbrará los cadáveres de todos los anteriores;
en la oscuridad de la noche las estrellas me darán el norte,
y mis huellas mostrarán otras pisadas con la primera luz del día.
No guardaré meses ni años ni horas,
solo instantes fugaces desordenados,
un entramado de vidas y ocasos,
tierra fértil para tu semilla.
La luz del día purifica. Y cada día es nuevo, afortunadamente. Porque ya se sabe, hay días en que valdría más no salir de la cama...
ResponderEliminarSaludos!
De tanto en tanto escucho las sirenas y corro a mirarme al espejo.
ResponderEliminarAndo estos días entre el espanto y el silencio.
Tus versos propios se agradecen.
Saludos!
Esto viene al dedillo con mi post de hoy,cariños.
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