aceptar el cuerpo
no lo convierte en alimento
nos reiteramos
entretenidos en un error
que nos sumerge a gritos,
que nos consume
como un océano
de burbujas estrelladas
mares y pares
nos circunvalan
sin mejores ni mejores
para aislarnos
de las sirenas
y las canciones,
nadamos
entre cenizas de volcanes
y ataúdes de pescados,
la garganta nos pide,
callada,
la carne piensa basta
en una lengua que no habitamos
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