viernes, 17 de agosto de 2012

Un sinsentido sobre los sentidos


Vista, oido, tacto, olfato y gusto.

Y el sexto sentido, real o imaginario, al cual le adjudicamos temores confirmados y le confiamos las esperanzas cumplidas; cuando no podemos racionalizar una idea, cuando no sabemos por que pero sabemos, cuando el inconsciente nos quiere dar un mensaje, cuando no podemos hacernos responsables del rayo de luz que nos sorprende de la nada, aparece en escena, a explicar lo inexplicable.

Es curiosa la valoracion de los sentidos. ¿Cual es el que mas tememos perder?. ¿Y el segundo mas temido?. La naturaleza, en su mas sabia producción, nos ha dotado de todos los sentidos necesarios, y como lo básico parece asegurado, solo tememos perder más lo accesorio.

Claro que es hermoso ver. Paisajes, caras, lugares, gentes. Tu cara, por ejemplo. Me urge ver tu cara. Y tu cuerpo. Y espero contagiarte la emergencia. Pero algún día sere(mos) ancianos, y el espejo nos mostrará canas y arrugas y debilidades y torpezas, y no me será tan crítico verme y verte, mientras pueda sentirte.

¿Como será tu voz?. Hace años que no la escucho, quizás ni la recuerde. La mía se gastó, a base de cigarrillos y noches, algo nasal, muy ligeramente rasposa, a veces suave, las mas alta, para oírme mejor. ¿Llegará un día en que sepamos en que estamos sin hablarnos?. ¿Con los años, reconoceremos nuestras presencias y nuestros pesares por telepatìa? ¿Sabrás si tengo hambre o fastidio o excitación solo por la vibración de mis pasos sobre el piso?

¿Podremos prescindir de esto?. Ojalá no, aunque al menos, por un rato, de tanto en tanto, amarte, en la mas absoluta oscuridad, sin escuchar una palabra, confiado en los sentidos mas elementales, los primeros, los mínimos necesarios. Reconocer las partes de tu cuerpo por su forma; entender si estas pronta, por tu olor; saborear nuestros cuerpos entre tus piernas y en tu boca, detectar tus cambios de temperatura y de textura, imaginar el color de tus mejillas agitadas, sentir tus uñas clavadas en mi carne. Saber donde y como estas sin verte, saber que precisamos sin nombrarlo ni decirlo, saber cuando es cuando y donde es donde y como es como, aprendido en las vidas que nos permitamos festejar.

No imagino al gusto mas importante que el olfato. Quizás un poco al revés. Ambos hermanos, mayor y menor o mellizos, mejor siameses inseparables. ¿Cual es la mayor diferencia que la técnica encuentra entre estos y los dos mas valiosos (¿aun?)?. No es evidente, pero lo entenderás. La vista y el oído pueden trabajar a distancia. Puedo verte de cerca y hablarte al oído, o desde lejos, o desde mas lejos aun. Puedo estar lejos y a distancia, y hacerte llegar mi voz y mi vista. Puedo envolverme en un mensaje, y llegarte sin estar. Puedo grabar y reproducir a voluntad. Hasta podría no estar mas y estar presente. La transmisión, ahora si es técnico el término, es física. Ondas. No son mas que ondas.

¿Has oído decir de dos almas que "tienen química"?. Esta es la explicación. Aquí no hay tu tia, no hay quien salve lo que no puede salvarse. Tu saliva y mi sudor, tu humedad y mi saliva, reacciones químicas, átomos fusionándose con átomos (recuerdo a Whitman ahora), moléculas contra moléculas, carne contra carne, alma contra alma, vida contra vida. Sin gusto y sin olfato, ¿que seria de esto?. ¿Como hacer el amor sin estas sensaciones?. Que sería entonces, sino una película barata y burda, una revista descartable, un simple ejercicio físico.

Y el último, el más básico de todos. Piel. Piel contra piel. Básico, en el sentido de basal, de basamento. ¿Imaginas la vida sin tacto?. ¡No hay manera!. No se trata de beber lo que gotea, se trata de ir a la fuente a consumirla; hundir mi boca en ti, y llevarme todo cuanto encuentre. La gloria esta aqui. Los tres primeros sentidos, los primeros que usamos al nacer, intactos, renovados, plenos de significado y proposito. Tu sabor y tu olor y tu gusto y tu humedad y tu calor y tu suavidad y tu firmeza, todos, todos juntos, alimentando mi urgencia.

Escuche decir, a una tía muy anciana, que es lindo llegar ahí, pero es duro estar ahí. El precio que pagan los que llegan, es ver irse a muchos, incluso a los que lo hacen antes de tener su tiempo puesto. ¿Que le queda, a un anciano, hasta el final?. Cuando ya no ve, cuando no escucha o no entiende, cuando no puede acercarse lo suficiente para besar ni fuerzas para respirar profundo y capturar olores. Solo le quedan las manos. Tomar tu mano entre mis palmas, con ternura, hacer un dibujo con el indice, jugar con tus dedos, acomodar un mechon de tu cabello, rozar tu mejilla, acariciar tu frente, sentir tu sangre latiendo en tu sien. Solo eso queda. Y eso alcanza.

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